Alianza S-22 y gobierno, prevista pero no incondicional

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Magisterio cobra facturas a partir del apoyo otorgado

El mes de septiembre está a un tris de terminarse, y la protesta magisterial continúa en una ruta que es directamente proporcional a la crisis por la que atraviesa el gobierno de Oaxaca. Sólo quienes no pudieron leer desde un inicio este escenario previsible, hoy se dicen sorprendidos de que, en medio de la alianza de la Sección 22 con el gobierno estatal, se esté dando el proceso de desgaste político que hoy vemos, y del que ninguno de ellos saldrá victorioso. Creer, antes y ahora, en posibles alianzas incondicionales con la 22, es —por decir lo menos— una falacia.
En efecto, hoy no pocos se plantean preguntas como las siguientes: ¿qué no la 22 y el gobierno son aliados? ¿y qué no, gracias a esa alianza, se supone que debía haber acuerdos inéditos a favor de Oaxaca? ¿Por qué si esa alianza es un hecho, un día la dirigencia de la 22 se sienta con el Gobernador del Estado a negociar, pero al día siguiente los maestros organizan manifestaciones masivas, o actos de presión, que nos afectan a todos? La respuesta a esas preguntas puede también ayudarnos a entender por qué la alianza entre la 22 y el gobierno subsiste, pero también por qué en medio de esa alianza hay temas en los que de todos modos el magisterio seguirá adelante.
Entendamos primero el contexto del magisterio democrático oaxaqueño. Pues desde hace más de 30 años, esta organización ha transitado desde la lucha estrictamente gremial, hasta asumirse como un grupo social y político, que busca transformaciones e intereses más profundos que los de sus solos integrantes. En función de ello, sus planteamientos están enfocados no sólo a participar de sus procesos políticos y luchas internas por cuestiones laborales o económicas, sino que también buscan ser participantes activos, y decisivos, en las decisiones y el rumbo político de la entidad. De ahí se origina la participación política y electoral que han tenido los maestros en Oaxaca a lo largo de las últimas tres décadas.
Particularmente, en el electoral de 2010 —en donde Gabino Cué ganó la gubernatura— se le trató de vincular tanto al priismo como a la oposición. En las semanas previas a la jornada electoral, por ejemplo, se aseguraba que el magisterio mantendría sus acciones de protesta por lo menos hasta el día de los comicios, porque esa era su forma más activa de participar en el proceso democrático. Incluso, el argumento que más permeó entre la población, y que es también el más cercano a sus planteamientos, es el relativo a que apoyarían a las fuerzas de oposición, con tal de lograr la alternancia de partidos en el Gobierno del Estado.
Así lo hicieron. Y ese apoyo no declarado a la causa de Gabino Cué Monteagudo, sí ocurrió dentro del magisterio. Sin embargo, aún frente a ese hecho, fue siempre erróneo suponer que dicha alianza sería duradera, y que a partir del gobierno de Cué el IEEPO, por ejemplo, sería totalmente entregado a la 22; o que durante su gobierno ya no habría marchas, plantones, paros o manifestaciones radicales por parte de los profesores democráticos. Quien supuso eso, simplemente estaba tan equivocado, que a partir de 2011, y hasta el día de hoy, los hechos lo han venido refutando.
Incluso, desde un inicio era previsible que la alianza entre el magisterio y la Coalición opositora fuera sólo coyuntural. Los unía el adversario común —en el caso de la 22 no sólo de la disidencia, sino de la mayoría de sus integrantes— que era el PRI y el gobierno de Ulises Ruiz. Pero si el objetivo de los partidos era llegar al poder, el de un grupo como la 22, era seguir luchando por sus intereses sin crear alianzas incondicionales, y sin importar que quien gobierne sea de ideologías o postulados cercanos a los suyos.
Por eso, desde que asumió el cargo de gobernador, por naturaleza Gabino Cué ha buscado preservar el poder que le fue conferido; y casi de inmediato, la 22 volvió a sus prácticas naturales de disidencia, cuestionamiento, crítica y exigencia. Y como los profesores democráticos tenían aún muchas demandas pendientes —además de todas las que se han venido sumando de la alternancia de 2010 a la fecha en Oaxaca—, poco a poco fueron marcando su distancia, y aún en medio de esa alianza que les permite seguir dialogando, marcaron también sus cuestionamientos propios hacia el gobierno actual.

GRUPOS, LA FUERZA REAL
De acuerdo con la vieja usanza, era práctica común que al iniciar las negociaciones anuales entre el Gobierno del Estado y la dirigencia de la Sección 22 del SNTE, unos y otros establecían las peticiones que eran posibles de cumplir, pero que al mismo tiempo los representantes oficiales cooptaran, por medio de sumas millonarias de dinero o concesiones de impunidad, a los líderes sindicales. Con esto, respondían a algunas demandas magisteriales, y la misma dirigencia de la Sección 22 se encargaba de evitar que las movilizaciones y acciones de presión se radicalizaran.
Esa “tradición” hoy parece estar agotada. Aún ahora, es común saber que en cada negociación entre el gobierno estatal y la dirigencia de la Sección 22, existen sobornos y compra de conciencias. Sin embargo, la posibilidad de que esa cooptación cupular desactive el radicalismo magisterial, es mínima. La razón está en que hoy, los democráticos tienen sus verdaderos órganos de dirección en los grupos que controlan la Asamblea Estatal, y no en la dirigencia formal.
Por eso, como ya ocurría desde hace años y hoy queda clarísimo con la dirigencia sólo formal de Rubén Núñez Ginez, el Comité Ejecutivo Seccional tiene una representación que ya es meramente testimonial. El verdadero control de la lucha magisterial se encuentra, más que nunca, en los grupos casi invisibles que controlan la Asamblea Estatal, los cuales en innumerables momentos han tomado decisiones unilaterales que, sin embargo, tienen ruidosos efectos para la vida pública de Oaxaca. ¿Quién ha ordenado la violencia, el radicalismo y las más impactantes acciones de la 22? No ha sido la asamblea, sino las facciones.

¿ALIADOS?, SI;
¿INCONDICIONALES?, NO
Vale la pena repasar esto: hay una alianza natural, desde 2010, entre el gobierno y la 22. Pero esa alianza no es suficiente para pensar en la paz anhelada para Oaxaca. El magisterio tiene objetivos muy claros qué cumplir, y no habrá capacidad en el Estado —que, además, es débil— para ir en contra de ellos. Por eso la concertación entre ellos se sostiene, pero ello no impide que la 22 —por muy ominoso que sea— siga lastimando la vida y derechos de todos.

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