+ Candidatos ciudadanos, ahogados por partidos
Si en el PRI es escandalosa la forma en cómo los mismos políticos de los dos grupos predominantes intentan tener la capacidad de reciclarse y volver, en cada proceso electoral, a intercambiar posiciones políticas, algo muy similar ocurre en el PAN y PRD. En estos partidos, en la elección federal que se avecina, están pasando por sus propios procesos internos los cuales, en el fondo, son muy similares —y cuestionables— que los de los priistas.
En efecto, determinados por los tiempos que marca la ley para el inicio de los procesos de selección de quienes serán sus candidatos, todos los partidos están ya metidos en el arranque de sus procesos internos. En el PRI, afirmábamos en nuestra entrega de ayer jueves, hubo ya toda una pléyade de personajes que decidieron brincar, abiertamente, de las diputaciones locales, las delegaciones federales y algunos cargos administrativos, para tratar de ser candidatos. En las determinaciones que ya se infieren al interior de ese partido, no habrá una sola cara nueva: todos los que ya manifestaron su aspiración, y que se convertirán en candidatos, son personas que han ido brincando de cargo en cargo, y que ahora harán lo mismo.
Esta práctica es harto cuestionable, pero no es privativa del PRI. ¿Qué pasa en los otros partidos importantes? En el PAN, por ejemplo, también están ya trabajando para conformar las listas de quienes serán sus precandidatos. Hay varias “sorpresas” que —como en el PRI— parten justamente de corroborar que las mismas personas pretenden brincar de un cargo a otro, sin detenerse a pensar si sus resultados o su capacidad avalan la nueva responsabilidad a la que aspiran.
En la inscripción del panismo para las diputaciones federales de mayoría, vemos varios rostros conocidos. Por el distrito que incluye a la capital oaxaqueña (el octavo, federal) ya se inscribió el diputado local Sergio Bello Guerra, que llegó a la Legislatura local como candidato de representación proporcional, y eminentemente gracias a la amistad que tiene con el dirigente nacional con licencia, Gustavo Madero Muñoz.
¿Qué puede presumir de trabajo legislativo? Nada. ¿Puede decir que representa los factores de poder de la clase empresarial oaxaqueña? No. ¿Tiene el respaldo de un sector importante de la ciudadanía? Tampoco. Más bien, como ya se siente dentro de la clase panista dominante, ahora pretende embarcarse en una aventura sin siquiera haber cumplido la primera mitad del periodo para el que fue electo como diputado local. Es decir, no tiene méritos sino ambiciones.
Algo muy similar ocurre con otros personajes como el diputado Gerardo García Henestroza, la diputada Remedios Zonia López, o la regidora Marlene Aldeco Reyes Retana, que también se inscribió en el proceso para la elección de candidatos. Los dos primeros son parte del mismo cuestionamiento global que pesa sobre todos los integrantes del Congreso local, maximizado por el hecho de que salvo destellos de participación importante, ninguno de ellos se ha destacado por grandes logros o para el Congreso, o para las comunidades que representan. Más bien, legisladores como Zonia López se han caracterizado por los escándalos, la improductividad y la intención de ser diputado únicamente por supervivencia pero sin demostrar un ápice de compromiso.
Mención especial tiene Marlene Aldeco, que ha sido una de las más grandes beneficiarias de la práctica de los chapulines, en los últimos años. Ha sido dos veces diputada local, y dos veces regidora, en la última década. Su primera diputación fue por la vía de la representación proporcional, y la ocupó por el extinto Partido Convergencia, de donde brincó al PAN para luego ser regidora en la capital oaxaqueña, y después diputada local por el distrito de Miahuatlán.
En esa zona, hubo una queja recurrente de la población porque, como diputada, Aldeco nunca regresó a comunidad alguna a gestionar o atender demandas sociales, y tampoco reconoció la representación que ostentaba de esa zona. Finalmente, en el proceso electoral del año pasado fue postulada nuevamente como candidata a Regidora por Oaxaca de Juárez, y hoy —como nadie le cuestiona que por su chapulinismo no tenga pertenencia ni identidad en una zona definida— pretende ser candidata a diputada federal por el distrito VIII.
Este caso es muy parecido al de Alejandra García Morlán, que nunca ha participado en una elección abierta, pero ya fue también regidora y diputada local. Ella se inscribió para ser candidata en esta elección federal intermedia, pero de la tercera circunscripción plurinominal.
LAS TRIBUS PERREDISTAS
Entre los perredistas pasa más o menos lo mismo, sólo que con sus variantes. De la tribu de los López, resulta que todos quieren ser candidatos pero ya no de la región de la que son oriundos (Juchitán de Zaragoza), sino por el distrito de Oaxaca Centro. En la lista de registrados como precandidatos ya aparecen los nombres de Lenin López Nelio López, Pavel López Gómez, y quizá también intente ser candidato Jesús Romero López, ahora que se vio frustrada su intención de ser dirigente estatal del PRD.
En el Istmo de Tehuantepec la tribu que domina es la de los Serrano Toledo. Rosendo es diputado federal plurinominal, y Félix es diputado local de mayoría relativa por el distrito V de Ciudad Ixtepec, y no sólo eso: también es coordinador de la bancada perredista en la LXII Legislatura local y Presidente de la Junta de Coordinación Política. En este contexto, la hija de Rosendo, Aleida Tonelly Serrano Rosado, fue diputada local plurinominal en la anterior Legislatura, y se manejó como posible candidata a la Presidencia Municipal de Ixtepec (cuestión que finalmente no ocurrió); por ello, no sería nada raro que ella apareciera como una de las candidatas plurinominales de la llamada tribu de “los chendos” en este proceso electoral federal, ya que entre ellos es práctica común y aceptada postular a hijos, primos, “juanitas”, compañeras sentimentales y demás.
No debiera extrañar que en este proceso Hugo Jarquín, con su tribu ahora bien ubicada, también imponga a sus candidatos, y que lo mismo hagan otros como Raymundo Carmona Laredo en Pochutla. Y así, cada uno por su lado.
¿Y LA CIUDADANÍA?
Es la gran ausente. El país vive una crisis de legitimidad sin precedentes. Pero parece que la partidocracia en Oaxaca no lo registra. Estos impresentables “chapulines” son muestra exacta de ello.