El problema de la OSO no es García Vigil: es que no hay proyecto

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Neri no tiene proyecto de corto -ni largo- plazo para la Sinfónica

Luego de ocho meses de conflictos, este fin de semana se anunció la salida del maestro Javier García Vigil de la dirección de la Orquesta Sinfónica de Oaxaca. Esto ocurre en medio de un alud de críticas y señalamientos sobre presuntos malos manejos en la administración de la orquesta, pero sobre todo de una profunda crisis —que ya es inocultable— en la concepción del proyecto cultural, y el nulo interés que tiene el Gobierno del Estado para alentar y mantener estas expresiones.
En efecto, a través de un comunicado la Secretaría de Cultura informó el mediodía del pasado sábado que García Vigil dejaba la Sinfónica. “El Secretario de las Culturas y Artes, Francisco Martínez Neri, informó   que a partir 1 de febrero próximo, el maestro Javier García Vigil deja la dirección de  la Orquesta Sinfónica de Oaxaca”, se leía en un escueto boletín que dejaba ver la triste realidad de la inexistencia de un proyecto cultural integral para la Sinfónica, y quizá también para los demás conjuntos musicales que dependen del Gobierno del Estado. ¿De qué hablamos?
De que en ese comunicado, se estableció que “será la Seculta quien determinará el programa artístico 2015”; y que, “respecto a la preocupación de integrantes de la OSO sobre el destino dado a los cinco millones de pesos  que la  Cámara de Diputados federal etiquetó y que de no aplicarlo podrán perderse,  Martínez Neri aclaró, que de los recursos que fueron asignados en 2013 y 2014, tres millones fueron ejercidos en conciertos programados por el maestro García Vigil. Precisó que los dos millones restantes, serán aplicados en acciones de fortalecimiento de la orquesta, no solo con conciertos, sino con temporadas y talleres de capacitación para los músicos”. Estos dos párrafos debieran dejar muy preocupado a todo aquel que tiene algún interés por el manejo institucional de estas instituciones musicales. ¿Por qué?
Porque esto revela que 1) los integrantes de la Orquesta Sinfónica se encuentran —como ya lo habíamos apuntado en otros momentos (ver Al Margen 03.07.2014)— en un estado crítico porque trabajan en condiciones claramente adversas, que los lleva a tener naturales y justificadas inconformidades y dudas; 2) que la OSO no es parte de un proyecto musical integral; 3) que la OSO no responde a planteamiento integral alguno; 4) que la OSO tampoco es, o puede ser en sus condiciones actuales, una fuente de trabajo para la comunidad musical de Oaxaca; y 5) que el de la Sinfónica no es un conflicto aislado. Vale la apena abundar en algunas de estas cuestiones.
La duda de los músicos que integran la OSO sobre el destino que se le dio a recursos federales etiquetados es razonable, igual que como lo es que tres de los cinco millones etiquetados fueron ejercidos en conciertos programados por García Vigil. Esto pudiera ser legal aunque no satisfactorio. ¿Por qué? Porque con esa afirmación, Seculta revela que no tiene proyecto ni una agenda cultural definida para establecer, en función de ella, el programa de trabajo y presentaciones de la Sinfónica, y que por ende todo quedaba al arbitrio de los conciertos que programara García Vigil.
Desde hace ya bastantes años, la Orquesta Sinfónica es una más de las herramientas que sirven más para satisfacer egos, favores políticos y muestras de influyentismo de funcionarios en turno, que para verdaderamente ser parte de un proyecto integral de cultura a favor de las comunidades. Por eso no es raro ver a la OSO presentarse en informes de legisladores, presidentes municipales o políticos, que en ferias populares, eventos públicos o actividades a las que la Orquesta es llevada simplemente como un acto de lucimiento de quien gestiona su presencia, pero no porque verdaderamente su presencia o su música corresponda a la actividad que ahí se está desarrollando.

NO HAY PROYECTO
En este panorama, resulta que como la OSO estaba al arbitrio y la agenda de García Vigil entonces la Secretaría de Cultura trata como de desentenderse de lo realizado, agendado y gastado, y se cubre diciendo que será ésta quien determine el programa cultural 2015. ¿A poco estando ya en el segundo mes del año, nadie se había preocupado antes —debió hacerse, de hecho, desde mediados de 2014— por estructurar un programa de trabajo que justificara la existencia de la Orquesta Sinfónica, que le diera además un rumbo, y que hiciera útiles para la sociedad, los recursos públicos que se invierten en ella.
Nada de esto se ha hecho. Por eso la Sinfónica en lugar de tener una agenda cultural tiene más bien una agenda de caprichos, que van desde su Director, pasando por el Secretario de Cultura, políticos, legisladores, funcionarios y llegando hasta las altas esferas del sector público en Oaxaca. Esa es su agenda, además de participar como acompañamiento de otros eventos en los que la Orquesta no es el elemento principal porque la política cultural está encaminada a que los recursos del Estado en la materia, secunden a los proyectos privados que sólo vienen ocasionalmente a Oaxaca a aparentar que son parte del cónclave artístico que aquí se supone que existe.
Y en esto, lo que le genera más incertidumbre a los músicos oaxaqueños es que ninguna de las bandas musicales puede ser parte de un proyecto de vida. Los músicos que ya forman parte de la Sinfónica, y de otras bandas, tienen que subsistir a través de actividades paralelas. Ser maestros privados de música, hacer presentaciones en pequeños conjuntos musicales, o simplemente limitarse al bajísimo salario que reciben como músicos del Estado. Si esto no es alentador, mucho menos que en las bandas musicales del gobierno no puedan ser fuente de trabajo para las nuevas generaciones de músicos, y su única aspiración sea la de irse a buscar empleo a otros estados, o países, o resignarse a vivir aquí con un sueldo de hambre.

SISTEMA INEXPLICABLE
¿Para qué querer en Oaxaca un Centro de Iniciación Musical nuevo, con una inversión millonaria, si los nuevos músicos no pueden tener aspiraciones profesionales aquí en Oaxaca? Es decir, ¿a dónde se van a emplear quienes lleguen a ser músicos de carrera? Si no se responden esas preguntas, entonces el CIMO será un semillero de amateurs, o un espacio para que los niños no pasen la tarde frente al televisor, o un estimulante para la fuga de talentos. El problema, pues, no es de la Sinfónica: es de la inexistencia de un proyecto cultural institucional para Oaxaca.

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