Se exhiben diputados por no conocer los procedimientos parlamentarios

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+ Morenistas ignoran por completo la lógica del funcionamiento del Pleno


En la sesión ordinaria del miércoles pasado, un grupo de diputados de la fracción de Movimiento de Regeneración Nacional elevó una protesta como una especie de ‘resaca’, por no haber sido convocados a la sesión de toma de protesta del 1 de diciembre. El reproche político es entendible. Sin embargo, nadie les dijo a los diputados morenistas que la base de sus planteamientos era equivocada. Y que lejos de generar alguna inquietud con su protesta, sólo exhibieron su irresponsabilidad e ignorancia de los principios que rigen el funcionamiento de cualquier órgano legislativo, incluido el oaxaqueño.

En efecto, en la sesión del miércoles, seis de los ocho diputados locales de la fracción de Morena subieron a la sección que ocupa la mesa directiva en el salón de plenos del edificio legislativo de Jalpan, para protestar por el hecho de no haber sido convocados a la sesión del 1 de diciembre. Antes, esos mismos diputados habían tratado de impedir la aprobación del contenido del acta de la última sesión —cuya lectura se obvia casi por definición—. Y por si algo faltara, sus errores fueron alimentados por la pésima conducción de la discusión y el desahogo de la sesión por parte del presidente de la Mesa Directiva, el priista Samuel Gurrión Matías.

Vale la pena desmenuzar esa cadena de errores que son muestra de la ignorancia de los propios diputados —y de sus respectivas áreas técnicas— de los principios y procedimientos que rigen la vida parlamentaria, y de cómo ante la combinación de esos yerros ocurren discusiones estériles —y chabacanas— como la que ahora señalamos. ¿Por qué tantos errores juntos? Porque, de nuevo, prefieren el show a la posibilidad de generar una postura real y civilizada de oposición, como pudiera esperarse de un partido que, como Morena, se concibe como un opositor sistemático al PRI.

¿De qué hablamos? De que, de inicio, era imposible que los seis diputados de Morena pudieran revertir la propuesta realizada por la Mesa Directiva de que se obviara la lectura del acta de la sesión previa. Según los diputados inconformes —seis de 42, que componen el pleno del Congreso—, exigían que se diera lectura al acta de la sesión anterior porque ellos desconocían el contenido de la misma no sólo en el documento, sino porque tampoco fueron convocados a dicha sesión.

Aunque el Presidente de la Mesa Directiva —Samuel Gurrión— pudo haber simplemente aplicado la norma respectiva para llevar la propuesta a votación y dar por superado el tema, su impericia provocó una discusión bizantina sobre si debía o no darse lectura a las actas. De hecho, permitió que varios diputados tomaran la palabra a favor y en contra de la propuesta, sin que eso fuera una obligación, para finalmente someter a votación la aprobación de las actas con la dispensa de la lectura de las mismas.

¿Por qué sí habría podido hacerlo desde el inicio? Porque los diputados de su partido, y los de todas las demás fuerzas políticas que sí acudieron a la sesión del 1 de diciembre, respaldarían la aprobación de dichas actas, con la dispensa de lectura respectiva. Esos diputados —de las fracciones del PRI, PAN, PRD, PT y los que no integran fracción parlamentaria— habrían hecho, desde el primer momento, una mayoría muy superior a simple (esa que se conforma de la mitad más uno), que exige la ley para dar por válida una decisión de ese tipo.

TORPEZAS

Luego de ese primer intento, los diputados de Morena subieron a la tribuna para reprocharle a Samuel Gurrión por no haberlos convocado a la sesión antes referida. La chabacanería la puso la diputada María de Jesús Melgar Vásquez, quien subió al área de la Mesa Directiva con una cartulina que, literalmente, decía: “Hoy si nos comvocas a sesión Sami Gurrión o nos vemos en Cortv”. El error ortográfico era evidente. Y aunque como acto político la protesta podría ser llamativa y evidenciar la molestia de los diputados de Morena, lo cierto es que si el acto tenía como intención generar algún tipo de consecuencia, en realidad lo que estaban haciendo los legisladores morenistas, es simular una inconformidad para convalidar el acto por el que según se sienten agraviados.

¿De qué hablamos? De que, como casi siempre ocurre, la inconformidad de los morenistas fue la pose para convalidar el acto por el que según se duelen. De haber un intento de oposición real, los diputados habrían tratado de impugnar la legalidad de la sesión a través de mecanismos jurisdiccionales, partiendo del hecho de que no fueron convocados, y quizá después alegando posibles inconsistencias en el cumplimiento de los requisitos esenciales para el desarrollo de la sesión.

ESTULTICIA COMÚN

Sin embargo, lejos de eso —y de saber que cuando se es minoría, dentro de otra minoría, hay muy poco margen de maniobra jurídica—, los diputados de Morena prefirieron una protesta sin derroteros, sin capacidad de incidir en los mismos asuntos por los que se dicen inconformes, y sin siquiera la posibilidad de ser tomada en serio por la opinión pública. Eso fue lo que pasó, y eso se alimentó —de nuevo— por la ignorancia del diputado Gurrión de las normas que rigen la discusión y el desarrollo de las sesiones del órgano legislativo, que aduciendo ‘condescendencia’ permitió que ese circo creciera y trascendiera cuando no había ninguna necesidad, y ninguna razón o fundamento legal, para que ello ocurriera. Algo lamentable, desde donde se le vea.

 

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