Guelaguetza magisterial: quiso ser revolucionaria; hoy, ni a la S-22 le interesa

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+ Su origen fue la copia; magisterio nunca hizo algo por rescatar las tradiciones


 

Es una lástima que, como expresión cultural, la Guelaguetza magisterial vaya en franca decadencia. Lo peor es que ese declive era esperado porque en realidad la Sección 22 nunca tuvo la intención de preservar y/o rescatar la fiesta de los Lunes del Cerro en términos culturales, de tradición o de folclorismo. Más bien, lo que siempre intentó fue confrontar al gobierno estatal con la celebración “oficial”. El problema es que a diez años de distancia la llamada “Guelaguetza magisterial” ya mostró todas las grietas que siempre estuvieron ahí, pero que hoy son ya más que evidentes.

En efecto, las solas imágenes difundidas en diversos medios informativos locales daban cuenta de lo decadente que fue la primera celebración de la Guelaguetza magisterial. Mientras algunos grupos radicales estaban empeñados en enrarecer el ambiente de la otra fiesta de los Lunes del Cerro —de la Guelaguetza oficial— para ver si lograban que la gente no llegara hasta el Auditorio, al Estadio Tecnológico llegaron apenas unos cuantos cientos de personas que ni de lejos fueron suficientes para repetir la convocatoria que dicha celebración tuvo en sus nueve ediciones previas. A estas alturas, la propia Sección 22 debería recapitular en los orígenes y circunstancias de la celebración, para luego valorar si continúa realizándola. Si la memoria no nos falla, estas debieran ser algunas coordenadas indispensables:

  1. Su origen. A diferencia de la narrativa que intenta ahora establecer la Sección 22, la Guelaguetza magisterial no surgió en 2006 —durante la revuelta magisterial y popular— sino que fue consecuencia de ella. En aquel año, el objetivo central de la 22 radicó en impedir que se realizara la fiesta del Lunes del Cerro en el Auditorio Guelaguetza. Al calor del movimiento y la confrontación, improvisaron algunos bailes en el entonces descampado anexo al Instituto Tecnológico de Oaxaca, y dijeron que esa era la Guelaguetza popular, aunque en realidad no tenía una forma definida. Ya al año siguiente, en 2007, y en el marco de los acuerdos establecidos entre el magisterio, el gobierno federal y la administración de Ulises Ruiz, la 22 definió su intención de impulsar su propia Guelaguetza, e incluso exigió que se le facilitara el Auditorio Guelaguetza para su realización. Fue en esos términos como nació la Guelaguetza magisterial que hoy conocemos.
  2. Su financiamiento. En la espontaneidad del 2006 hubo mucha gente solidaria con el movimiento magisterial que acudió al llamado de una Guelaguetza alternativa. Pero al año siguiente hubo ya un enorme despliegue de infraestructura, sonido, enlonados, sillas, tarimas y demás, que fue pagado por el gobierno estatal, como parte de los acuerdos alcanzados para la distensión del conflicto. Aunque nunca fue reconocido expresamente ni por el magisterio ni por el gobierno estatal, lo cierto es que éste último fue quien facilitó a la 22 todos los insumos para la realización de su celebración, aunque el Comité Ejecutivo Seccional aún guardó las formas y pidió una mínima cooperación a toda su membresía dizque para costear la Guelaguetza magisterial. Ese dinero, si en realidad se ocupó en algo relacionado con la celebración, debió haber sido en gastos menores, porque el gobierno estatal corría con todos los gastos de la organización de la celebración, y de la recepción a las delegaciones invitadas.

MALA COPIA

  1. Celebración “alter ego” de la oficial. Pronto la Guelaguetza magisterial dejó ver que no tenía ninguna otra intención más que la de ser una competencia a los Lunes del Cerro organizados por el gobierno. La Sección 22, que tiene presencia en todos los rincones de la entidad y cuyos integrantes gozan —en su mayoría— de un inmejorable arraigo social, no fue capaz de proponerse como meta la preservación o el rescate de ciertas expresiones culturales y folclóricas que podrían estarse perdiendo —y que, de hecho, así ocurre— por el giro económico y mercantilista que ha tomado la celebración original en aras de que, por ejemplo, exista una versión vespertina de la Guelaguetza. No les interesó. No lo hicieron. Y por eso, la Guelaguetza magisterial no ha sido sino una mala copia de la celebración “original” u oficial sin tener, a diez años de distancia, algún valor cultural o social agregado por haber contribuido en algo a preservar tradiciones o expresiones que pudieran contrarse en riesgo de desaparición.
  2. Su poder de convocatoria. Durante varios años, era innegable que la Sección 22 tenía similar o hasta mayor poder de convocatoria a su propia representación de la Guelaguetza. Proporcionalmente, hubo años que la 22 lograba atiborrar los campos del Instituto Tecnológico de Oaxaca con gente a la que no invitaba ni le cobraba boleto de admisión, sino que simplemente prefería la celebración magisterial a la oficial. Aunado a eso, la propia dirigencia magisterial establecía algunas responsabilidades a sus miles de agremiados para que “coberturaran” el evento de la mejor forma que ellos conocen: acarreando miles de personas. Ahora no lo hicieron. Y con esa falta de cobertura de su membresía, demostraron también que ya no gozan de la simpatía y aceptación social que tuvieron en otros tiempos.
  3. Sus dislates. Han cometido varios, pero el mayor de ellos fue la “invitación” a la Guelaguetza magisterial, que el año pasado se le ocurrió a “alguien” de la Sección 22 y que fue lo mismo objeto de burlas y escarnio, que de abiertas muestras de rechazo por su frivolidad. En esa invitación, difundida a través de Youtube —ahí todavía existe el video— la 22 señala que ellos son los “guerreros flechadores del sol, los jamás conquistados, la gente que viene de las nubes”, para luego decir que son también la gente “con hambre y sed de justicia”, mientras ejecutan diversos bailes representativos… en medio de los camiones y destrozos ocurridos el 19 de junio durante el enfrentamiento en la súper carretera a la altura de Nochixtlán. Ello, con toda seguridad, no les hizo ganar ningún adepto ni fue un acto de reivindicación. Más bien fue una demostración de insensibilidad y soberbia frente al dolor de los deudos de las personas caídas en el enfrentamiento, y también de cara a la gente que en la ciudad de Oaxaca sólo quiere paz.
  4. La pérdida de interés. Hoy queda claro que si hay algo que no le interesa al magisterio es su propia versión de la Guelaguetza. Por eso la han dejado descobijada, desatendida y ahora exhibida en sus propias fragilidades. Ya no ocultan el financiamiento oficial que reciben no sólo para la celebración de la Guelaguetza, sino también para la realización de su convite, su desfile de delegaciones, la quema de su castillo con juegos pirotécnicos, y todo lo que implica la suntuosa celebración que realizan. Al final, la Sección 22 dice que realiza su Guelaguetza bajo la consigna de no olvidar, aunque en realidad ellos mismos le están apostando al olvido al terminar de desnaturalizar lo que ellos mismos impulsaron, y al revelar su indiferencia frente a algo que pudo servir no para posicionar lo oficial o lo alternativo, sino para ser un referente de las diversas expresiones culturales de los pueblos de Oaxaca.

Algo lamentable, desde donde se le quiera ver.

GUELAGUETZA, ¿QUÉ ES?

Los grandes espectáculos están hechos para ser repetidos fiel y escrupulosamente, de manera indefinida. Así funciona el teatro, los conciertos, y todas las representaciones artísticas cuando tienen una finalidad comercial. ¿Por qué no entonces definir un formato específico e inamovible de la Guelaguetza, y repetirla fiel e infinitamente? Hoy, la queja común es lo tediosa y aburrida que resulta la celebración por la inclusión de delegaciones que van a representar bodas, celebraciones religiosas, calendas y mayordomías, y no los bailables que la gente quiere ver. Por ello, ese intento de simbiosis entre tradicional y comercial ha sido un fracaso, porque no han entendido que no es la misma gente quien va al Auditorio en la edición matutina y vespertina, y que tampoco es la misma que va al primero y al segundo lunes. Deberían pensarlo con practicidad para dejar de manosear las ya de por sí muy cuestionadas decisiones del mal llamado “Comité de Autenticidad”.

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