¿Por qué seguimos sin ver a la capital oaxaqueña como una auténtica zona metropolitana?

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Algunos toman como anécdota un estudio publicado recientemente en el que se señala que Oaxaca es la ciudad con la velocidad promedio de tránsito de vehículos más lenta del mundo. Quién sabe si en realidad nuestra capital ocupe ese sitio en una escala mundial, pero lo que sí es cierto es que enfrenta graves problemas de movilidad debido a la falta de la visión y el proyecto para ser considerada —y sus problemas abordados— como una zona metropolitana. Mientras esto no ocurra, no sólo la movilidad sino todas las condiciones de la capital continuarán deteriorándose.

En efecto, el martes el periódico Milenio publicó una nota en la que se refiere que, de acuerdo con el índice global Inrix, Oaxaca es la ciudad con la velocidad promedio más lenta en el mundo en horas pico, con 5.9 kilómetros por hora, similar a la velocidad promedio de una persona al caminar, cuando el promedio del resto de ciudades se ubica en 14.4 kilómetros por hora.

Según la publicación, el Índice Inrix es el mayor estudio de su tipo en el mundo, elaborado con big data para analizar el impacto de la congestión en 38 países en cinco continentes y mil 360 ciudades, de las cuales 82 son mexicanas. El estudio también destacó que entre 2016 y 2017 la Ciudad de México mejoró cuatro posiciones y repitió como la cuarta con peor tráfico en América Latina. El promedio de tiempo pasado en las horas pico al año también descendió al pasar de 61.5 a 58 horas. Atrás de la capital del país siguen Matamoros, Guadalajara, Tijuana, Tula y Monterrey como las más congestionadas.

Ahora bien, esta información es relevante por la trascendencia que tiene la capital oaxaqueña no sólo para sus habitantes, sino para todos los que, o vivimos o trabajamos o transitamos, diariamente por ella. Y es que si una capital es la ciudad que tiene la preeminencia en los campos social, cultural, económico o de otra índole en un Estado, en nuestro caso Oaxaca de Juárez es la ciudad más importante de la entidad no sólo porque aquí se concentra la mayor actividad administrativa, económica y política de la entidad, sino también porque a diferencia de casi todos los demás estados (en los que existen por lo menos dos o tres ciudades de similar importancia que su capital), en Oaxaca no existe otra población con un nivel de desarrollo similar al de la capital.

Esto significa un reto de multiplicadas dimensiones para la capital oaxaqueña. Pues en primer término, el hecho de que en la entidad no haya otra ciudad con un desarrollo e importancia similar al de Oaxaca de Juárez, no significa que ésta última sea una ciudad desarrollada o con sus problemas urbanos, sociales, económicos y administrativos ya resueltos.

Y si esto es en sí mismo grave, todo se acentúa cuando reparamos en el hecho de que hoy el rumbo que lleva toda la zona metropolitana de Oaxaca es de total abandono e indolencia frente a sus problemas. Hace muchísimo tiempo que la capital no cuenta con un proyecto urbano, con obras de gran calado, e incluso con orden. Y ese es el ingrediente fundamental de los problemas agravados que hoy enfrenta.

NO HAY PROYECTO

En Oaxaca de Juárez no ha habido proyecto, y por eso todos los que han sido presidentes municipales en los últimos lustros han venido a hacer únicamente lo que se les ha ocurrido. Cada uno de ellos, al margen de su extracción partidista, su formación personal o profesional o sus intereses políticos, ha prometido reinventar la capital, sacarla de sus problemas y llevarla a una situación de mejoría, aunque lo único que han logrado es profundizar los conflictos que aquí se padecen.

Y es que Oaxaca enfrenta problemas muy concretos. Por ejemplo, tiene graves problemas de inseguridad que siguen sin ser resueltos. Tiene también un grave problema de rezago en su planeación urbana y en el desarrollo de alternativas para las vialidades, peatones, ciclistas y automovilistas. El transporte público es una asignatura prácticamente anulada; hay un conjunto enorme de problemas de salud pública que a nadie le importa resolver. Y, por la combinación del desinterés, la incapacidad y la desidia a la hora de enfrentar a los poderes fácticos, aquí los giros negros, el ambulantaje, la pillería y hasta la delincuencia organizada han tomado el control de la vía pública en casi todas sus vertientes.

Es gravísimo, por ejemplo, que en Oaxaca de Juárez no haya control de las zonas públicas, los parques, los jardines, las banquetas, las plazas públicas y hasta las calles. Unas pertenecen a los ambulantes, otras a la prostitución, algunas más a los giros negros. Y qué decir de todos los espacios que se encuentran en manos de grupos o personajes oscuros que quieren todo menos el imperio del orden.

El otro gran problema que enfrenta Oaxaca es que sus problemas se han extendido en la misma proporción que ha crecido la capital y se ha ido internando en los mal llamados municipios conurbados. Hoy muchos de esos problemas antes descritos son una preocupación ya no sólo de quienes habitan la capital, sino también de quienes viven en los más de veinte municipios que son considerados ya como parte de lo que debería ser una zona metropolitana de Oaxaca, pero que por la misma visión corta de las autoridades (y la mediocre exigencia de los ciudadanos) no han dejado de ser sino anexos a la ciudad, que bien podrían ser su patio trasero.

¿A poco no Xoxocotlán, Santa Lucía del Camino, Yatareni, Tlalixtac o San Jacinto Amilpas, tienen una importante “actividad económica” basada en todo lo que no puede hacerse de forma abierta en la capital? ¿A poco no en muchos de esos municipios se encuentran muchos de los problemas de prostitución, giros negros, venta de sustancias prohibidas y demás que no pueden existir de forma franca en Oaxaca de Juárez?

Sobre todo esto, ¿qué propuesta de solución tienen los que aspiran a ser autoridades municipales tanto en la capital como en los municipios “conurbados”? Porque lo fácil es decir que “Vamos por Oaxaca” (o alguna de esas frases cargadas de demagogia, aunque vacías en cuanto a contenido) pero sin tener una noción clara de qué se debe hacer para resolver sus problemas.

DEMAGOGIA

De hecho, se dijo que uno de los problemas más graves de movilidad de la capital se resolverían con el sitibús, y sin embargo éste es otro proyecto que está detenido y en el que una inversión millonaria parece estar condenada al fracaso. Y aunque es útil el distribuidor vial de Cinco Señores, su construcción significó un trauma tan profundo para la ciudadanía, que nadie quiere intentar una obra como esa. Así, si no hay interés ni capacidad de generar proyectos viables, entonces sí encuentra explicación el hecho de que Oaxaca es la ciudad con el tránsito vial más lento del país, y quién sabe si del mundo.

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