Resolviendo

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Enrique Domville

La realidad de nuestra vida es el aprender y hacer esto entra en juego, el conocimiento, la interpretación, el asimilar éste y usar, todos los días de nuestra existencia, el don del pensamiento, que define cómo somos, qué ideas tenemos, sobre todo lo que nuestros sentidos captan y guardamos como información, una que es relevante, importante y que tenemos a la mano; está siempre cómo cada quien la interpreta, pudiendo ser universal su interpretación como la noche y el día que se puede adaptar a nuestro conocimiento por su duración en tiempo dependiendo de la región del planeta en donde nos encontramos como noches largas o cortas, climas cálidos o fríos, pero de alguna manera nos adaptamos a nuestro estilo de vida que incluye la diversión y el descanso.

Sabemos por experiencia propia, que hay funciones que hacemos en automático, que aprendimos y de manera rutinaria las duplicamos y nos ayudan ya que esto nos permite no pensar qué tenemos que hacer, funciones asimiladas que de manera automática llevamos a cabo, esto está descrito por Daniel Kahneman quien, siendo psicólogo, recibió el premio Nobel de Economía del año 2002 por su “Teoría de las Perspectivas”. En una conferencia titulada: “Pensar que sabemos”, nos dice que tenemos la necesidad de buscar la verdad, en especial en el área de las ciencias. Sobre el conocimiento, David Hume (1711-1776) expresó que el mundo lo percibimos por los sentidos así que cada uno le da la interpretación a lo que estos captan, de acuerdo a la base de conocimiento sobre lo que se está interpretando. Kahneman en conjunto con otro autor, Amos Tversky, psicólogo también, llevaron a cabo una serie de experimentos sobre el juicio y toma de decisiones en especial sobre los errores sistemáticos. En sus comentarios, el premio Nobel, nos dice que solemos confiar demasiado en nuestros juicios por lo que el error puede aparecer.

En su obra, nos destaca que existen dos tipos de pensamiento, el primero, la forma rápida en el que entran las funciones automáticas, como manejar un automóvil o contarle un cuento a un niño, tareas de rutina; el segundo, se despierta ante un suceso no programado, como la posibilidad de un accidente o contestar una pregunta al texto del cuento que estamos leyendo. Sostiene nuestro autor que los pensamientos llegan pero no sabemos el cómo. El sistema dos nos obliga a un análisis para decidir, por lo que es más lento. Sabemos que muchas de nuestras soluciones según estos psicólogos, están basadas en el pensamiento intuitivo y ahí la gran posibilidad de cometer errores. Sin embargo, ambos sistemas en sincronía nos permiten llevar una vida acoplada a las tareas simples ya aprendidas que podemos automatizar, el otro sistema es el que nos obliga a utilizar nuestro conocimiento, las emociones y preferencias utilizando nuestro albedrio en el que escogemos una manera de actuar dentro de nuestros valores, como la ética y la honestidad y si nos olvidamos de nuestros valores y escogemos un sistema de corrupción de nuestro pensamiento, ignorando lo que está moralmente aceptado y el estilo de vida en el que crecimos lleno de valores.

Cuando pensamos estamos preguntándonos los porqués de la vida y gracias a nuestro albedrío y reflexión así como los ejemplos aprendidos, se actúa dentro de los límites que les impones. En relación a esto debemos considerar que la preocupación viene desde antes del inicio de esta era como lo legado por Heráclito (540 a. C. -480 a. C.), quién nos recuerda que todo en nosotros puede cambiar, que la naturaleza y el universo tienen su reglas que sólo pueden cambiar cuando el ser

humano interviene (contaminación de cualquier tipo); asimismo menciona que un ser superior existe y nuestras creencias estarán en relación a nuestro actuar.

Tenemos el privilegio de aprender (con límites propios o de nuestras habilidades) y se reduce a la habilidad personal, asociado a nuestro interés y nuestro juicio el que se modifica con el conocimiento. Somos por naturaleza egoístas por lo que ayudar a otros se torna difícil, algo que requiere entrenamiento con empatía, considerar a nuestros congéneres como iguales, en derechos y responsabilidades, sin discriminación de ningún tipo.

John Stuart Mill sostuvo que la sociedad está cimentada en cada uno de los individuos que la conforman.

Email: enriquedomville@gmail.com

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