Carlos R. Aguilar Jiménez
Pintoresco, por no decir horrendo o grotesco, así luce el panorama urbano del Centro Histórico de Oaxaca, principalmente Alcalá, García Vigil, Gurrión, Jardín Labastida, lateral de Santo Domingo y otras calles al sur y oriente infestadas de vendedores con horripilantes puestos hechos de láminas, mantas sucias y retazos de lo que encuentran para armar sitios donde venden piratería, cosas robadas y artesanía china ensuciando y afeando las calles de la ciudad y bloqueando el paso.
En absoluta competencia desleal al comercio establecido que cumple con requisitos oficiales, y en esta temporada de turismo no se reponen económicamente, porque el viajero mochilero de verano busca lo barato, tampoco venden a oaxaqueños porque no vamos al Centro Histórico al perder el aspecto de ciudad Patrimonio Cultural, tal como luce cuando no es Guelaguetza, pareciéndose estos días a Miahuatlán o Tlacolula en días de mercado o feria pueblerina.
Oaxaca de Juárez es una ciudad atractiva por el aspecto de casas y fachadas, arquitectura colonial y virreinal de edificios e iglesias, que hoy no se puede apreciar o lucir por grotescos puestos callejeros y lonas colgadas en el frente, sumándose la inseguridad por ser algunos puestos guarida de delincuentes, asaltantes, cristaleros y rateros que impunemente operan día y noche, sabiendo que la policía sirve únicamente para extorsionar, así que las principales zonas de interés turístico, lo que aparece en las guías, difícilmente se aprecia por los cientos de puestos, en banquetas y calles.
A Oaxaca viene turismo a conocer su cultura, tradiciones, gastronomía, arqueología, y especialmente el Centro Histórico, en un promedio de 89 por ciento mexicanos y 11 extranjeros, estos últimos canadienses y de EU, los “snowbirds” quienes vienen de noviembre a marzo para refugiarse del frio de sus países, siendo visitados estos días de julio (verano) por nacionales que compran poco y barato por su bajo poder adquisitivo y que, como carecen de contexto internacional; jamás han visitado Paris, Florencia, Millán o Venecia, les parece típico o pintoresco ver afeada por puestos grotescos la ciudad, suponiendo que así es siempre o que es normal, porque nunca han visto como luce hermosa y limpias esas ciudades cualquier día del año, y Oaxaca también cuando no hay puestos y vendedores en las calles.
Oaxaca de Juárez con su gentrificación y cambio de casas habitación por Airbnb, hoteles, bares, restaurantes y mezcalerías, es atractiva todo el tiempo, excepto en vacaciones o temporada alta de turismo como este julio cuando se transforma en gigantesco y horrendo mercado, confundiendo al turismo que, como mis amigos visitantes, sintiéndose engañados me dicen que así no se ve Oaxaca en las fotos y videos de propaganda que vieron del Turismo Oficial con sus calles libres, fachadas despejadas, colorido, espacios abiertos y limpieza, pareciéndose el Centro Histórico al horrendo mercado que rodea la Iglesia de Santo Domingo en San Cristóbal Chiapas, de donde recién llegaron.
