Carlos R. Aguilar Jiménez
Como personas desagradecidas, ingratas, especialmente resentidas y rencorosas: de odios que exceden siglos. “Ni perdón ni olvido”, el casi expresidente demagógicamente ha pedido a España que se disculpe por los agravios ocurridos durante la conquista, asunto olvidado por el mundo, la gente sensata y el gobierno serio de España, y que, como decía Mario Moreno “Cantinflas”: “Yo ni te ignoro”. Y así ignoraron al presidente al considerar que su demanda es para revivir odios nacionalistas, propiciar enconos y especialmente, para presentarse ante sus fanáticos como héroe nacional.
Al casi expresidente lo ignoraron España y otros países democráticos ante la perspectiva de dictadura. No vendrá a la toma de posesión ningún representante del gobierno y corona española a sentarse junto a tiranos de Venezuela, Cuba, Nicaragua o Rusia, con la presencia únicamente de dieciséis jefes de estado de los más de cincuenta que han asistido antes. No invitaron al rey de España y en solidaridad internacional no vendrán presidentes, jefes de estado, primeros ministros, reyes y reinas.
No vendrán los jefes del Estado español para no estar cerca de tiranos y dictadores que darán abrazos a la presidenta Claudia Sheinbaum, en principio porque España ya cumplió dignamente, porque cuando en 1836 se establecieron relaciones diplomáticas y España, con el tratado de Calatrava, aceptó la Independencia, entonces se realizó una ceremonia de disculpas, y luego, en 1910 ante Porfirio Díaz, vino a México una delegación española a realizar una ceremonia de desagravio que, se certificó en 1991, cuando el entonces rey, Juan Carlos, ante líderes que se dicen indígenas, (y en consecuencia son discriminadores de los demás mexicanos) en Oaxaca, ¡Aquí!, en nuestro estado, se realizó un acto de desagravio, por lo que se entiende que lo que quería el casi expresidente, en su infinito ego, es que el rey le pidiera perdón a él, y no a los mexicanos.
Ya no se le hizo, al dizque Tlatoani, que el rey de España le hiciera caso, ni lo ignoró, no obstante, en esa misma ideología de desagravios inútiles que propagaba, la disculpa que debería haber pedido AMLO, apoyado por la casi presidenta, es exigir que se disculpe Estados Unidos por la anexión en 1846 de Texas y casi la mitad del territorio mexicano que pasó a formar parte de ese país, sin embargo, con ellos no se atrevió, no intentó hacerlo porque sabe que, si bien, España es un país democrático importante, está muy lejos y su influencia en México es mínima comparada con la de los Estados Unidos, pues las sanciones, impuestos y castigos que podrían aplicarnos si los agraviamos; incluso podría invadirnos otra vez, así que el expresidente, buscó alguien más a quien denigrar para seguir atacando a quien se deje, pero no a Estados Unidos, el país que se anexó medio México, el más poderoso del planeta, que simplemente con ultimátum de subir aranceles si no se detenía a migrantes, hace unos años humilló a ya saben quién.
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