CONTRAFUEGO || El hijo de la derecha

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Aurelio Ramos Méndez

A punto de hervor la elección presidencial, cabe la afirmación inequívoca de que el gobierno de Claudia Sheinbaum será el hijo no deseado de la derecha inepta, corrupta irreflexiva y soberbia.

 Será –si no sobreviene ningún desastre ni se imponen los afanes golpistas— obviamente resultado de un buen desempeño general de la 4T y del trabajo, la tenacidad, congruencia ideológica y eficaz manejo político de la exjefa de gobierno de la capital del país.

Sin embargo, será cobre todo consecuencia de la actitud cerril de una oposición enteramente desvinculada del pueblo.

Los adversarios del presidente López Obrador han intentado durante lustros aniquilar su liderazgo y han empleado para ello todas las armas a su alcance, en especial mentira, el miedo, la calumnia, la difamación y el odio, e incluso la invocación de la intervención estadunidense. 

En el arsenal los obcecados malquerientes resaltan desmesuras tales como que Amlo “es un peligro para México” y está empeñado en instaurar una dictadura o el socialismo y el comunismo, a la manera de Corea del Norte, Venezuela, Cuba y Rusia.

Que su gobierno acabaría con la propiedad privada y, peor aún, ejecutaría confiscaciones y expropiaciones, y que sostendría su gestión en el populismo y el clientelismo, a base de regalarles dinero a los pobres.

Con hipocresía la derecha ocultó que el regalo de dinero ha sido en forma de becas, pensiones y otros instrumentos de asistencia básica, propuestos y llevados a la ley por el obradorismo, y ¡copiadas por esa misma derecha sin recato ni convicción, pero con conveniencia electorera!

A lo largo de todo el presente sexenio la oposición ha combatido –a contravía de la voluntad popular—los programas y obras emblemáticas de la 4T, del tren maya, el ferrocarril transístmico y la refinería Dos Bocas a las acciones en materia de salud y seguridad pública, y en particular la atención de la pandemia.

La derecha no le ha reconocido al presente gobierno ni siquiera el éxito por casualidad –algo así como ¡sonó la flauta!—y ha formulado copiosas denuncias de corrupción en el entorno institucional y familiar del Jefe del Estado, sin pruebas pero con estridencia.

No ha pasado semana sin que voceros oficiosos del bloque opositor anuncie en los medios, a todo megáfono, que, ahora sí, aparecerán videos, audios, copias de contratos y pruebas irrefutables de negocios chuecos y trapacerías, aunque a la postre la realidad no ha corroborado las voladas periodísticas.

Dígalo, si no, el columnista Raymundo Riva Palacio, cotidiano heraldo de revelaciones chambonas, quien la semana pasada adelantó que en su condición de expresidente el de Macuspana sufrirá un genuino infierno por denuncias de corrupción ya en puerta.

En comprensible que quienes están en la otra orilla de cualquier gobierno aprovechen los yerros y deficiencias de sus rivales; pero, hacerlo con odio y de modo rutinario exhibe no solo torpeza sino mala fe y toma por tontos a los ciudadanos. 

Esto es lo que han hecho de manera sistemática los antiamlistas, quienes se apresta a cosechar en las urnas el fruto amargo de su obcecación.

Desde la partición en dos del PRI, en 1988, y el consiguiente fraude electoral de Carlos Salinas, la derecha se reagrupó y atrincheró tanto en el PAN como en el PRI, sin hacerle ni la menor concesión a la izquierda. Quinientos perredistas muertos fue el saldo del salinato.

Larvado en Tabasco por aquellos años, el obradorismo se fortaleció en su lucha contra el PRI de Roberto Madrazo y adquirió dimensión nacional con su líder primero al frente del PRD y después del gobierno de la capital de la República, donde resintió permanente acoso.

Los electores, que no son bobos, lo auparon sin embargo al gobierno nacional en 2018, donde ha resistido con estoicismo los ataques de una oposición que nomás no entiende razones.

En vísperas de la validación de la continuidad, vale preguntarles a los dirigentes del Frente Amplio por México donde están las modificaciones a la Constitución mediante las cuales Amlo se eternizaría en el poder a lo Castro o Hugo Chávez.

Entre lo mucho que se le debe reprochar a López Obrador está la ausencia de una reforma fiscal para robustecer las finanzas públicas y atender mejor a los más pobres, y la virtual amnistía patrimonial a los peces gordos de la corrupción pública y privada.

En el debe del gobierno de la 4T está asimismo el haber persistido –con leves diferencias de matices—en la fallida estrategia de seguridad impuesta por los vecinos del norte, que tal como en el sexenio de Felipe Calderón mantiene a nuestro país en un charco de sangre.

En el saldo, empero, no está ninguna de las advertencias con que la derecha encendió las luces de alerta desde cuando el obradorismo despuntó en el escenario político nacional. 

Por lo mismo, es de esperarse que el próximo domingo los coligados en la alianza PAN-PRI-PRD comprobarán en las casillas que tendrán que pasar muchos años antes de que tenga un nuevo turno al bate.

RESCOLDOS

Dos centenares y medio de intelectuales manifestaron., en carta abierta, su tácito deseo de retorno a la cleptocracia. Firmaron una misiva de respaldo a Xóchitl Gálvez. Sin verbalizarlo, develaron su anhelo de reinstauración de los gobiernos de corrupción, autoritarismo y privilegios para la oligarquía. Brillas en las rúbricas Enrique Krauze, Roger Bartra y muchos es funcionarios prendidos por décadas y de diversas maneras a la ubre del Estado…

Sobresalió también entre los abajofirmantes Héctor Aguilar Camín, a quien le calza perfecto el mote de Héctor el Memorioso. Porque al modo del personaje borgiano Irineo Fulnes dio positivo en hipermnesia, la dramática imposibilidad de olvidar. En declaraciones de prensa Aguilar Camín añoró los tiempos en que los intelectuales eran “apapachados” por el poder. Se entiende: apapachados con contratos millonarios, puestos burocrático, regalos, viajes, comilonas y regias mesadas…

Equivale groso modo a unos 15 millones de votos la ventaja de entre 20 y 30 puntos que las encuestas le reconocen a Sheinbaum sobre Gálvez. Así y todo, líderes de opinión que no hacen periodismo sino grilla partidista se esmeran, duro y dale, en arrancarle a la morenista el compromiso de aceptación de resultados sean cuales sean. ¿De qué tamaño puede ser entonces el fraude que traman? ¿Creen que la diferencia será similar a la oficial de Calderón en 2006, de sólo 236 mil votos?…

Se necesita enorme ruindad para lucrar política y electoralmente con una tragedia. Y eso hicieron –pobres– Felipe Calderón, Emilio Álvarez Icaza y Lilly Téllez, entre otros repulsivos políticos. Se esmeraron para sacar raja del desplome del templete de MC en Nuevo León, que dejó nueve muertos y un centenar de heridos.

aurelio.contrafuego@gmail.com

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