+ ¿A costa de qué se pactaría entrega de plaza?
2013 será un año esencial para la reconstitución real del PRI, como un partido ganador. En este año habrá elecciones en cuando menos 16 entidades, se renovará alrededor de la mitad de los gobiernos municipales del país y, como en el caso de Oaxaca, habrá también importantes escaramuzas electorales, en las que se supone que el PRI tratará de ocupar mejores posiciones como partido de oposición. Aunque, en apariencia, de lo que se trata es simplemente de ganar lo más que se pueda, ¿por qué en Oaxaca parece que van en sentido contrario?
En efecto, las señales del priismo nacional respecto a Oaxaca son por demás contradictorias. A estas alturas, sería ingenuo creer que en el Comité Ejecutivo Nacional de ese partido, en la Ciudad de México, no tengan un panorama preciso de lo que ocurre en Oaxaca, de sus disputas internas y de los desequilibrios, como tampoco de la importante oportunidad de triunfos electorales que aquí existen. Es seguro que allá saben perfectamente que aquí las disputas son profundas, pero que no hay nada que con orden y reconciliación no se pueda resolver, para ganar. Y, ante eso, las victorias son potenciales. ¿Qué ocurre entonces?
Todo esto ha vuelto a revivir a partir de la dimisión de Salvador Sánchez como delegado con funciones de presidente del Comité Directivo Estatal del PRI. Él llegó a la entidad como consecuencia de la concesión que le dio el CEN priista al grupo del ex gobernador Ulises Ruiz, para continuar teniendo presencia mayoritaria en la dirigencia tricolor en Oaxaca. Sánchez está claramente identificado con el mismo grupo ulisista-madracista al que pertenece, como integrante distinguido, el ex gobernador de Tabasco —hijo político de Roberto Madrazo, y hermano político del ex gobernador Ruiz—, Manuel Andrade Díaz, quien seguramente llegará en los próximos días a hacerse cargo de la dirigencia estatal.
Aunque hay alboroto entre los diversos grupos del partido, lo cierto es que la presencia de Andrade o de Sánchez no cambia la situación del tricolor en absolutamente nada: ambos son personajes que continuarán, en línea directa, con la preservación de los intereses ulisistas en el PRI local; ambos pertenecen al mismo grupo; y con uno o con otro, las decisiones que se habrían de tomar serían exactamente las mismas. Es decir, tratar de colocar al mayor número posible de integrantes de ese grupo como candidatos a diputados locales por los dos principios (mayoría relativa y representación proporcional); y nutrir el proyecto del senador Eviel Pérez Magaña como candidato a Gobernador por segunda ocasión en 2016.
A partir de eso puede entenderse que, aunque la inconformidad es comprensible, también es cierto que es intrascendente. Es así porque la línea del PRI de la Ciudad de México parece estar determinada a no cambiar. Eso significa que no habrá recomposición, ni diálogo ni reconciliación ni avenimiento para tratar de integrar a un solo PRI que sea real, que sea fuerte, y que sea capaz de ir unidos. Eso, ya quedó claro, no les interesa.
Sin embargo, más allá de todo eso hay dos cuestiones que son verdaderamente alarmantes: primera, por qué los grupos contrarios al del ex gobernador Ulises Ruiz no han encontrado verdaderos puntos de unificación de sus causas y formas de lucha por la democratización de su partido. Y segunda —que es aún más importante—: ¿a cambio de qué la dirigencia nacional del PRI está desdeñando la posibilidad de tener una mejor presencia en el Poder Legislativo de Oaxaca, y una mejor situación para trabajar por la gubernatura en 2016?
REPRESENTACIÓN DESDEÑADA
Quienes entienden la política más allá de lo inmediato, saben que, políticamente, siempre es mucho más redituable luchar por el poder, que desde el poder. Esto es, que es más cómodo ser oposición, porque desde ahí se puede construir sin tener mayor responsabilidad que la de la crítica y el señalamiento constante a las acciones oficiales. Quienes no entienden esa visión, se quedan a negociar en las primeras condiciones posibles, y asumen actitudes no de oposición, sino de paleros del gobierno en turno. Eso es lo que, lamentablemente, le ocurre a la fracción parlamentaria del PRI en Oaxaca.
Ellos, los diputados locales del PRI en la LXI Legislatura local, tuvieron la enorme oportunidad de afianzarse como protagonistas y líderes de la oposición en Oaxaca, y de construir oportunidades extraordinarias de presencia y capital electoral a partir de su sola posición como fuerza opositora. Prefirieron, sin embargo, transigir a las primeras de cambio, poner a subasta sus votos y sus conciencias, ganar centavos extra a corto plazo, y convertirse en coristas casi oficiosos del régimen que, sin ningún miramiento, los vapuleó en las urnas; y que luego los utilizó, a cambio de algunas monedas, para sacar adelante el conjunto de reformas que, al final del gobierno, entregarán como “legado trascendental” al pueblo de Oaxaca.
¿El CEN del PRI tendrá alguna idea de todo esto? Y si, como creemos, la tiene, ¿para qué querrá que esta práctica se consolide, a través de una bancada más pequeña, más incompetente y con menos ascendencia, como la que se vislumbra para la LXII Legislatura? No puede haber otro escenario, cuando ahora mismo el tiempo que debían estar aprovechando para construir y afinar sus estructuras electorales, lo están perdiendo en disputas, lamentaciones y divisiones, que sólo dejarán a un PRI devastado y con presencia testimonial en algunos distritos del estado.
Lo que, al final, queda en la conciencia de no pocos, es que con esto el PRI está tratando de disimular, lo más posible, un posible acuerdo para ceder por completo la plaza de Oaxaca al partido gobernante. Saben que sin unión y sin concordia a muy corto plazo, las cosas seguirán en situación de caída libre que después no podrá ser revertida con nada. La llegada de Andrade, por todo eso, no cambiará nada. Sólo será un punto más de una ruta que está trazada y que no parece tener variaciones.
UNA PERLA
Alguien más inteligente debería asesorar al senador Eviel Pérez en el uso de su cuenta de Twitter: hace unos días, por ejemplo, escribió: “Es un honor representar a mi país acompañado de nuestro presidente @EPN en el foro de la CEPAL”. O sea, ¿el Presidente acompaña al Senador? El senador Pérez debía cuidar el protocolo, el respeto al Presidente y su propia imagen. Con esos tuits, no hace sino ahuyentar a los tuiteros inteligentes que, sin ser fanáticos, esperan más de representantes populares como él.