+ Gobierno, en mejor ruta con esas banderas
La ruta de choque era inevitable. El pasado domingo, la Asamblea Estatal de la Sección 22 del SNTE decidió rechazar el proyecto de ley que habían construido junto con el Gobierno del Estado, para influir en la reglamentación de la reforma constitucional en materia educativa, que entró en vigor en febrero pasado. Al desconocer dicho documento, el magisterio puso en evidencia su insistencia inamovible porque el Plan para la Transformación de la Educación (PTEO) sea aprobado íntegramente y no en un proceso de armonización con la Constitución y las normas federales. Y esa intención dejó ver los límites naturales del gobierno estatal, que decorosamente reconoció su imposibilidad de mantener la ruta trazada por el magisterio. ¿Qué sigue?
En efecto, varias fueron las decisiones que dejaron en claro que el régimen gobernante trataría de evitar una confrontación innecesaria con el magisterio. Derivado de ello, frenaron indefinidamente la discusión respecto a si la Legislatura local aprobaba o rechazaba el contenido de la reforma a los artículos 3 y 73 de la Constitución de la República; el gobierno, en esa lógica, optó por asumir un discurso y una actitud crítica frente a la reforma; e incluso, esa fue la razón por la que, aún teniendo en contra a amplios sectores de la opinión pública, el gobierno asumió el PTEO como iniciativa propia e instaló mesas de trabajo en conjunto con la Sección 22, para que a través de la construcción de una propuesta legislativa sólida fueran, juntos, a la Ciudad de México a tratar de incidir en la legislación secundaria que reglamentará el nuevo contenido constitucional relacionado con la educación.
A todos les quedaba claro que si de lo que se trataba era de evitar el choque con la Sección 22, ese era el camino para el gobierno, aún frente a la crítica de todos los demás sectores que acusaban de entreguismo a los poderes Legislativo y Ejecutivo locales. Contra la opinión de la mayoría, el gobierno defendió el PTEO como una alternativa, y puso a trabajar a una comisión conjunta que habría de hacer lo natural: armonizar y darle la forma adecuada a la propuesta magisterial, para que ésta pudiera ser presentada y defendida en cualquier foro, y ante cualquier especialista, en la capital del país; y sobre todo, añadirle los elementos necesarios para que la propuesta de la Sección 22 no fuera rechazada de entrada por tener visos de inconstitucionalidad.
Esas adecuaciones, hechas por un grupo de especialistas y por el propio Comité Jurídico de la Sección 22 del SNTE, fue lo que el fin de semana rechazó la Asamblea Estatal. Según lo establecieron en sus resolutivos, la Asamblea acordó “el rechazo al documento presentado por el Jurídico de la Sección XXII a la Reforma de la Ley General de Educación y se construya otro con las adecuaciones pertinentes al Proyecto de Reforma de Ley General de Educación”.
En ese mismo resolutivo, dejaron en claro que lo que quieren no es un proyecto de reforma viable y acorde con la Constitución, sino un documento que por encima de todo sostenga íntegramente el contenido del PTEO. Algo así, pues, como un traje a la medida. Quizá por eso, establecieron que ese nuevo proyecto será elaborado “por parte de una Comisión Jurídica integrada por con un grupo de abogados constitucionalistas y abogados de la CNTE, además del Investigador en Pedagogía Hugo Aboites, con la finalidad de ubicar los términos que reflejen la integración del PTEO al marco normativo Federal y Estatal, y posteriormente se baje a consideración de la Asamblea Estatal y las bases para finalmente ser remitida a las instancias correspondientes”.
LA NECIA INSISTENCIA
Ayer mismo, el gobernador Gabino Cué estableció la postura del gobierno estatal frente a la decisión de la Asamblea Estatal de la Sección 22, de rechazar el documento que su propio comité jurídico había ayudado a construir. En conferencia de prensa, el Mandatario dijo, creemos que con toda razón, que la reforma educativa constituía una oportunidad para proponer y participar, pero sobre todo, para contribuir en el proceso de mejoramiento de la educación en el país y en nuestra entidad.
El gobierno vio esa doble oportunidad (de incidir en la reforma educativa federal, y de evitar el choque con la Sección 22) desde el momento en que acordó la instalación de mesas de trabajo para la elaboración de una propuesta conjunta de ley, que después (para beneficio fundamentalmente de la Sección 22) sería presentada nada menos que por la Legislatura del Estado al Congreso de la Unión, en base a la facultad de presentar iniciativas de leyes federales, que le reconoce el artículo 71 de la Constitución de la República, el cual también establece que en el caso de que se presente una iniciativa de ley por parte de un Congreso local, ésta pasará sin mayor trámite a la Comisión legislativa respectiva para su análisis.
Eso fue lo que rechazó la Sección 22 con su insistencia por hacer un documento que, aunque no sea viable jurídicamente —y sea incapaz de superar hasta el primer tamiz de la constitucionalidad de las comisiones legislativas que se creen para dar contenido a la reforma educativa—, sí sea el que contenga íntegramente, y sin cortapisas, el contenido del PTEO.
Al final, es claro que esa necedad los hará fracasar en cualquier intento por incidir de manera razonada en la discusión legislativa sobre la reglamentación del nuevo artículo tercero, pero que al mismo tiempo les dará banderas para seguir protestando en las calles, y continuar una lucha en la que, ha quedado claro, tienen todos los elementos para exigir en las protestas lo que no podrán defender a través de la propuesta seria y viable que se esperaba de ellos, pero que no resultará por sus posturas inamovibles.
EL MUNDO ESTÁ MAL
Lo que los maestros quieren es un sinsentido: quieren que las leyes estatales y las federales se adecuen a su Plan Educativo. En su visión corta e intolerante, esto debe ser así para que ellos puedan estar conforme. Eso no sucederá. Por eso veremos cómo, al final, se quedan solos con su documento, con sus constitucionalistas, con sus investigadores y con su Hugo Aboites, pero no con el objetivo de incidir en la nueva visión de la educación (y evitar que la oligarquía tome todo el control de ella), que era lo hasta sus propios aliados esperaban de una Sección 22 del SNTE más razonable y abierta al intercambio, y no a los fanáticos intolerantes que ya decidieron ir, solos y por la libre, únicamente para chocar con la pared… y seguir protestando. Esa será la historia.