+ ¿Qué factor define las candidaturas?
En la lógica común uno no puede comprender cómo un partido político puede decidir quiénes serán sus candidatos en base a la regla de la menor pulcritud y honestidad, y no al contrario. Pero basta con ver al PRI oaxaqueño, y la persistencia de sus prácticas, para entender por qué esa sigue siendo la principal regla que define a quiénes serán los candidatos a cargos de elección popular. La razón de fondo, como siempre, se encuentra siguiendo la ruta del dinero.
En efecto, en este proceso electoral se definirán dos tipos de cargos de elección popular. Unos son las diputaciones locales, y los otros las presidencias municipales. En ambos, dentro del tricolor, ha habido señalamientos recurrentes respecto a la venta de candidaturas, a la definición de candidaturas por los personajes más cínicos e impopulares, o por los acuerdos cupulares que, a la luz de la militancia y la ciudadanía, parecen inexplicables. ¿Cómo creer que las candidaturas se venden y se negocian, cuando de lo que se trata es de que los cargos se ganen en las urnas? La respuesta está en los intereses económicos que están de por medio en unos y otros cargos.
Vayamos primero al tema de las diputaciones locales. Pues en un primer momento, pareciera que las diputaciones locales no son un buen negocio. Esto porque a ras de tierra se sabe que ganar una elección en Oaxaca, en un distrito electoral de los menos importantes, cuesta entre tres y cuatro millones de pesos. Ese “costo” incluye las labores de movilización, de presencia del candidato, de dádivas a los votantes, de la compra de votos y de un conjunto enorme de gastos que deben hacerse sólo en el tiempo de las campañas y que tienen que ver directamente con el proselitismo.
En esa óptica, si se supone que un diputado local gana alrededor de 70 mil pesos mensuales por concepto de dieta, lo lógico sería pensar que entonces los tres años que dura su cargo no son suficientes ya no digamos para tener algún dividendo económico positivo, sino tampoco para poder recuperar la “inversión inicial” que se hizo para el proselitismo electoral.
Si esto es así, ¿entonces de dónde sale tanto interés por ser candidato? La pregunta no es ociosa. Pues en estos tiempos electorales podemos ver que los aspirantes a un cargo de este tipo se cuentan por docenas, y que en el caso del partido tricolor las candidaturas están siendo disputadas casi a sangre y fuego. Es evidente que quienes pelean no lo hacen por el honor de ser candidatos, y tampoco por el altruismo de servir a Oaxaca. esa es una patraña que cae por su propio peso apenas se dice y se confronta con la pésima imagen que tienen los diputados.
El negocio está en que un diputado hoy puede vender prácticamente todas las decisiones que pueda tomar en su calidad de legislador. No hay forma constitucional o legal alguna que lo limite, porque todo lo hace en el uso de su autonomía como legislador. Y en estos tiempos de campañas electorales, es evidente que aún cuando ese es uno de los temas de los que nunca se habla, dentro de los partidos sí se hace y con toda claridad, y por esa razón se incentiva el interés a ocupar una curul para responder a ciertos intereses, pero además para garantizar el acceso a distintas fuentes de financiamiento que están fuera de alcance de casi todas las conciencias y opiniones. Vayamos a otro ejemplo.
Los diputados tienen la posibilidad de nombrar a administradores municipales en los municipios donde los conflictos políticos no permiten los procesos electorales. Hoy mismo en Oaxaca existe un número importante de administradores, que en los hechos funcionan como auténticos dueños de las arcas municipales de las localidades en las que fungen. Por la misma naturaleza inestable de su función, no tienen todas las obligaciones de transparentar su gestión ni de entregar cuentas.
Y por esa razón muchos de los que hoy aspiran a cargos legislativos, lo hacen ofreciendo esas fuentes de financiamiento a quienes los están apadrinando. Preguntémonos por qué en prácticamente ningún municipio donde se establecieron administradores municipales ha habido elecciones. Y la única respuesta que hallaremos es que esto es así, porque a nadie, literalmente, a nadie, le conviene que haya elecciones donde está habiendo un reparto parejo de recursos municipales que no están llegando a los fines para los que fueron destinados.
ALCALDÍAS EN VENTA
Lo mismo ocurre en las alcaldías. Los personajes que aspiran a esos cargos llegan a las candidaturas prometiendo entregar las tesorerías municipales, y la obra pública, a las constructoras, despachos y proveedores que los líderes partidistas les proporcionen. Aunque parezca increíble, en muchos de los casos las candidaturas en el partido tricolor se han resuelto por esa vía, no importando que los postulados sean los abanderados menos populares o los que menores garantías de triunfo le den al partido.
Esto constituye un acto de interés abierto que nadie está tomando en consideración. Si nos ponemos a revisar con detalle nos daremos cuenta que muchas de las decisiones que se han tomado en los últimos días en ese partido, tienen que ver con ese tipo de arreglos a mediano plazo. En su lógica, si de todos modos las posibilidades de triunfo no están aseguradas al ser el PRI un partido de oposición, entonces la única posibilidad que tienen de tener algún viso de ganancia radica en postular a quien sí les garantice ese acceso, aún cuando la posibilidad de ganar los comicios sea un albur con pocas posibilidades de éxito.
Así se está decidiendo mucho de lo que ocurre hoy en el PRI y por eso hay tantas decisiones que son aparentemente inexplicables. En los próximos días veremos cómo en muchos de los más de cien municipios en los que habrá elección por partidos políticos, se desatarán las rebeliones por la imposición de candidatos amorales, repudiados por la ciudadanía y rechazados por quienes votan y deciden. El PRI se habría inclinado por ellos porque lo quiere es la mayor cantidad posible de amoralidad. Sólo eso les permite hacer de las diputaciones y las alcaldías un negocio. No lo dejemos de tomar en cuenta.
CAMBIOS
Ayer se fueron dos Secretarios del gabinete estatal. Se fue Gerardo Cajiga y Salomón Jara. ¿Qué cambiará? Poco, si se sigue sin hacer efectivo aquel imperativo que dice que el poder es uno, que es vertical, y que tiene como fin que el régimen funcione correctamente. Ya habrá tiempo del análisis. No hay razón para elevar, hoy, las expectativas en ninguna de las tres dependencias “renovadas”.