+ Mito, que magisterio define economía
Una de las leyendas urbanas de nuestra época en Oaxaca, sostiene que los maestros son el pilar de la economía local, y que su lucha por mayores conquistas y prestaciones económicas se fundamenta socialmente por los beneficios que sus mayores salarios traen aparejados no sólo para los maestros y sus familias, sino también para toda la sociedad oaxaqueña. La iniciativa “Un día sin maestros”, que impulsó la propia Sección 22 del SNTE, revela lo contrario.
En efecto, como parte de los acuerdos de la Asamblea Estatal del 13 de abril, el pasado viernes la Sección 22 del SNTE implementó por primera vez su iniciativa “Un día sin maestro”. Según dijo la propia dirigencia magisterial, esta medida tenía el propósito de resaltar “la importancia que tienen las y los trabajadores de la educación en la economía local, principalmente los afiliados al gremio sindical más grande del estado, con más de 74 mil mentores”.
¿Qué “abstenciones” incluía esta medida? Según la propia Asamblea Estatal de la Sección 22, el pasado viernes los profesores dejarían de utilizar teléfonos celulares, computadoras e internet, además de que no acudirán a realizar compras a las empresas transnacionales. El acuerdo no contemplaba detener sus labores, sino únicamente llevar a cabo “un día sin maestros” desde sus centros de trabajo o desde el hogar evitar realizar ese tipo de actividades.
Los maestros, con esa medida, buscaban refrendar aquel mito urbano que sostiene que ellos, y su capacidad de gasto y compra derivado de sus salarios y prestaciones, tienen la capacidad suficiente para generar condiciones específicas en la economía local. Y es que, por años, la dirigencia sindical le ha vendido la engañosa idea a los maestros, de que la lucha por sus salarios tiene un impacto positivo no sólo para ellos sino para toda la sociedad, en el hecho de que al ser ellos el gremio más numeroso de la entidad, y al tener una percepción económica mensual asegurada, toda mejora en su capacidad de gasto y compra contribuye a mejorar la economía, al estimular la economía comprando más, y por ende generando más empleos, mejores salarios y mayor bienestar para todos los oaxaqueños. Ese no es más que un mito que no se refrenda en la realidad.
Esto lo demuestran las contundentes aseveraciones de quienes representan a los principales sectores empresariales y de servicios de la entidad. Por ejemplo, la dirigente estatal de la Canacintra, Adela Santos, aseguraba que hasta el momento “no se tienen reportes de afectación económica al sector empresarial por ‘un día sin maestros’”.
La representante del sector empresarial en el estado, afirmaba que no se reflejaron bajas ventas por esa iniciativa que contemplaba que los más de 74 mil maestros no utilizarían teléfonos celulares, computadoras e internet, además de que no acudir a realizar compras a las empresas transnacionales. Por el contrario, dijo —y esto es hasta de risa, porque revela la doble moral del magisterio—, “el pasado fin de semana, una de las tiendas departamentales tuvo gran afluencia por sus promociones que llevó a cabo durante dos días, lo que presentó una derrama importante en comercios de esa zona de la ciudad”.
Más o menos lo mismo sostuvo la representación en Oaxaca de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados, la Canirac, quien en voz de su presidente de la zona sur-sureste del país, Fidel Méndez Sosa, sostenía que “un día sin maestros” pasó totalmente desapercibido. Lo anterior al considerar que a pesar de que la Sección 22, es un gremio importante, no define la economía de la entidad.
“Un día sin maestros paso desapercibido para nosotros; no se sintió o resintió la falta de comensales en los restaurantes y pequeños negocios”, reiteró Méndez Sosa, quien también recalcó que los maestros no son el sector más importante: “todos hacemos que la economía fluya, por lo tanto esta acción paso desapercibida por lo menos en este rubro”.
LOS MAESTROS NO SON TODO
Hace siete años, cuando el magisterio orquestó la revuelta social ocurrida durante todo 2006, y que sí colapsó la economía de la entidad, el objetivo era el de la obtención de la rezonificación salarial por vida cara. Este beneficio buscaba que el gobierno federal mejorara el salario de todos los trabajadores de la educación en Oaxaca, para equipararlos a los de otras zonas económicas del país, en donde los maestros ganaban más por hacer el mismo trabajo que hacían los de la entidad.
En apariencia la iniciativa era noble, pues buscaba un beneficio para los mentores y sus familias, e incluso parecía un acto de justicia salarial para ellos. Junto con ese argumento —el de la “justicia salarial”—, construyeron otro relacionado con el hecho de que una mejora en su situación económica personal, multiplicada por setenta mil, traería aparejados beneficios para toda la población.
Decían que si un maestro ganaba más, entonces tenía mayor poder de compra y de consumo; que, por tanto, tendría más para ir a gastar en ropa, en restaurantes, en servicios, y en enseres, que estimularían a la economía creando más empleos, mejor pagados y con mayores prestaciones, así como más riqueza para quienes invertían creando y sosteniendo empresas que, con ese beneficio económico, tendrían también una mejor situación financiera.
Por todo eso, decían, su lucha era justa; y por esa razón, entre otras, el “pueblo de Oaxaca” estaba obligado a respaldarlos, y a exigir en conjunto al gobierno que les otorgaran los beneficios económicos que finalmente sí consiguieron, aunque a un costo social elevadísimo, del que no se han hecho responsables.
Y es que el costo de que ellos sí consiguieran su rezonificación, fue el conflicto magisterial que, social y económicamente, devastó a la entidad y generó pérdidas y quebrantos de los que aún no se recuperan los sectores económicos locales. El problema es que los maestros consiguieron su rezonificación, pero nunca se ocuparon de ver quién pagaría los daños, quién resarciría a quienes lo perdieron todo; y quién daría las condiciones para que se recuperaran los empleos perdidos —entre muchos otros rubros que quedaron pendientes.
NADIE PAGA
“Un día sin maestros” demostró que, como lo dicen los líderes empresariales, los maestros no son determinantes para la economía local. Lo que no dicen, pero todos vemos, es que su supuesta medida contra el capitalismo, en realidad reveló también su doble moral: la Venta Nocturna de Fábricas de Francia, el viernes, estuvo a reventar.