+ Chambismo, signo de la última gestión priista
Ni Juan José Moreno Sada ni Alejandro Avilés creen en el PRI que encabezan. No es así, porque lejos de hacer un trabajo certero y puntual en la construcción del escenario de su partido para los comicios de julio próximo, sólo se dedicaron a administrar el desastre y a asegurar su futuro. Esto puede apreciarse en el contraste que existe en el escenario cuesta arriba de la mayoría de los candidatos del tricolor, y la seguridad de ellos, los dirigentes, en la lista de candidatos a diputado por la vía de representación proporcional. Y aunque este es más visible, no es el único signo.
En efecto, desde que se dio a conocer los resultados de la elección federal de 2012, el PRI de Oaxaca no tiene rumbo. Esto fue así porque desde entonces, y con la derrota a cuestas, el chihuahuense Jorge Esteban Sandoval Ochoa únicamente se dedicó a preparar su salida del tricolor en la entidad, sin tener ánimo de hacer algo más por ese partido. Aunque solicitó su relevo desde los días siguientes a la elección federal, ésta se prolongó hasta los primeros días de noviembre, cuando de espaldas a la militancia, el nayarita Salvador Sánchez fue enviado en su relevo, trayendo a Avilés como delegado con funciones de secretario General.
Noviembre era el mes perfecto para iniciar los trabajos de reconstrucción, y eso era lo que se esperaba. Sánchez llegó, según, con la encomienda de hacer lo necesario por unificar a las diferentes corrientes internas del partido que se encontraban en franca confrontación. Pero lejos de conseguirlo se dejó rebasar por las discordancias de los grupos. Mientras eso ocurría, Avilés dio rienda suelta a sus conocidas prácticas. Y luego de tres meses de caos, por no poder hallar el control del tricolor oaxaqueño, Sánchez dejó la dirigencia estatal peor que como la encontró, y se fue, literalmente, sin dar la cara y por la puerta de atrás.
Cuando llegó Moreno Sada a la dirigencia priista —el tercer relevo—, ya era tarde para las labores del partido. Éste encontró por lo menos enfilados a la mitad de los candidatos a las diputaciones locales, y con un caos en la gran mayoría de los municipios en los que debía elegirse candidato. La unidad seguía rota, los acuerdos internos eran nulos y las confrontaciones estaban a la orden del día. ¿Qué se supone que debía de hacer? Componer, lógicamente, el panorama. Pero además, construir las garantías de un partido competitivo y capaz de salir bien librado de la elección que está en puerta. De hecho, eso es lo que dijo que haría. Pero no.
¿Qué hizo Moreno Sada? Únicamente vino a hacerse de un cargo de elección popular, mientras administra el desastre. ¿Por qué? Porque en el PRI oaxaqueño la mayoría de las grandes decisiones las tomó Avilés de acuerdo a sus intereses, y porque en el margen que escapó al mañoso Secretario General del partido, lo único que cupo fueron las decisiones cupulares y los arreglos pactados desde la ciudad de México por los grupos que son dueños del PRI en Oaxaca, que si bien pueden garantizar los equilibrios entre esos Señores del PRI, no son ni garantía de competitividad ni certeza de triunfo el día de la jornada electoral.
Si esas fueron las dos grandes rutas de las decisiones del PRI en Oaxaca, ¿dónde quedó el trabajo institucional (el de conciliar, el de construir, el de avenir, el de tomar las decisiones correctas) de los delegados con funciones de Presidente y Secretario General del tricolor en la entidad? Quién sabe qué puedan decir al respecto, aunque lo único cierto es que ellos sí —y contrario a la inercia de derrota que lleva ese partido en estos momentos— aseguraron un lugar, para ellos, en la próxima Legislatura del Estado.
DERROTA, ¿POR QUÉ?
Cuando se insiste en que el escenario actual del PRI oaxaqueño es muy adverso, no es por un simple derrotismo o por querer seguir viendo a ese partido como tercera o cuarta fuerza política en la entidad. No. En realidad, hay datos certeros que indican que el PRI tiene en realidad pocas posibilidades de salir avante de esos comicios. Por eso, es una burda mentira la que abiertamente esgrimió Moreno Sada, cuando aseguró que aún siendo el primero de la lista de plurinominales no será diputado. La razón, dijo, es que el PRI se llevará el “carro completo” en esta elección, y por eso no llegará al Congreso ninguno de los diputados postulados por el principio de representación proporcional.
Y es que más allá de las poses democráticas, lo cierto es que el PRI tiene limitadas posibilidades de triunfo. De hecho, su mejor escenario se encuentra, paradójicamente, en la capital oaxaqueña, en donde el candidato del tricolor a la Alcaldía citadina, Javier Villacaña Jiménez, tiene amplias posibilidades de triunfo. Él, en el mejor de los escenarios, podrá sumarle votos a los dos candidatos priistas postulados por los distritos I y XXII (Joel Castillo y Martha Escamilla) para que, juntos, puedan sacar una elección favorable en el ámbito municipal y de las diputaciones locales, a pesar de que municipios como Xoxocotlán, o Santa Lucía del Camino, sean auténticas zonas de riesgo para el triunfo tricolor.
Ese escenario no se replica. No es así en la Sierra Juárez. No es así en el Istmo de Tehuantepec en ninguno de sus municipios importantes. Tampoco lo es en la región de la Costa, en la que los principales factores del tricolor están en el mejor de los casos disgregados y, en la mayoría de los casos, abiertamente confrontados. No hay buen escenario, real, en la Cuenca ni en la Sierra Sur, ni en la gran mayoría de los “semilleros” de votación que podrían asegurarle victorias al PRI en los comicios de diputados y de Presidentes Municipales.
Por eso ni Moreno Sada ni Avilés merecen las postulaciones que hoy ostentan. No es así porque lo único que hicieron fue “chambismo” administrando lo que había sin lograr, y tampoco procurar, una mejor situación para su partido. Y eso revela que como no creyeron en su propio trabajo, lo único que hicieron fue asegurar su lugar… y dejar que el desastre hiciera lo que ellos no pudieron impedir.
MUNICIPIOS DE RIESGO
Un rasgo más de su indolencia por el trabajo real del partido son las postulaciones en varios municipios importantes. Varios de ellos, algunos muy importantes como Xoxocotlán o Santa Lucía del Camino, entre varios otros, los resolvieron de última hora y sin la operación cicatriz que era necesaria. No es culpa de los aspirantes, sino de una dirigencia sin control, que nunca pudo avenirlos ni garantizar un proceso interno equitativo y justo.