+ Conflictos contaminados, pero constatables
No se necesita ser clarividente para entender por qué el Gobierno del Estado se resiste a despedir a Alberto Esteva Salinas. No lo hace porque, al igual que en el largo conflicto del DIF estatal, y de la Corporación Oaxaqueña de Radio y Televisión, asume que en realidad la crisis es una fabricación de empleados inconformes. Lo que el gobierno no alcanza a ver es que detrás de esas protestas, que sí pueden tener una inducción concreta, se encuentran otros problemas que son igualmente graves y que quedan sin solución. Vale la pena hacer un repaso breve para entenderlo.
En efecto, es necesario preguntarse por qué se amotinaron los elementos de la Policía Estatal desde el fin de semana, y anteayer se les unieron los de la Policía Auxiliar, Bancaria y Comercial. Éstos lo hicieron exigiendo el pago de salarios y la dotación de insumos básicos para la realización de sus labores operativas. Los empleados y elementos inconformes han venido manifestando las insuficiencias que padecen y la incorrección del secretario Esteva para abordar esos problemas. Pero el gobierno lo ha tomado, al parecer, como un conflicto prefabricado.
En este sentido, es claro que hay dos problemas centrales que son paralelos, pero que corren por cuerda separada. Uno de ellos se centra en la falta de prestaciones y salarios suficientes, y a tiempo, para el personal operativo y los elementos de la SSP. Y el segundo de esos problemas se ubica en la incapacidad de Alberto Esteva Salinas para sostener con hechos su presunción de que la de Oaxaca es “la mejor policía de México”.
Pues resulta que en estos días de protestas, los elementos de la SSP han hecho un largo recuento de la carencia de salarios, equipos, armamento, alimentación y viáticos suficientes para la realización de su trabajo. Y esto choca de frente con la insistencia de Esteva de que la Policía Estatal de Oaxaca es la mejor del país. ¿Hay posibilidades de presumir supuestos adelantos, cuando en realidad no se tiene ni para lo básico?
Y lo grave no es sólo eso, sino que una vez que estalló la crisis en seguridad pública, de inmediato trataron de encontrar responsables en los alrededores. Señalaron a ex funcionarios de la dependencia, a la delincuencia organizada, y a un afán por denostar a Esteva. Pero en esa búsqueda de responsables —y es probable que sí los haya— lo que dejaron de ver es que al margen de la posible motivación política, sí existe un problema de fondo que no está siendo atendido. Ese problema es la falta de atención a las necesidades básicas de una policía que seguramente sí puede llegar a ser la mejor del país, pero que para serlo necesita lo que se presume que se da, pero que en los hechos se regatea.
Sin embargo, ahí es donde se encuentra el quid de este asunto: en que el gobierno prefiere ver sólo el tema político detrás de la crisis, pero al hacerlo desprecia las causas de fondo que sí están ahí, y que sí deben ser motivo de atención desde el más alto nivel para remediar de fondo estas pequeñas grandes crisis, que sólo son administradas en la medida de lo posible pero que no se resuelven de fondo.
Por eso el lunes el gobernador Gabino Cué dijo que la renuncia de Esteva Salinas no está a discusión. No les va a dar el gusto a los elementos inconformes de correr a uno de sus secretarios nada más por su beligerancia. Pero en medio de eso quién sabe si alcance a distinguir que también hay una cuestión seria que debe atender al margen de que Esteva continúe o no al frente de la Secretaría de Seguridad Pública.
PATRÓN REITERADO
Si observamos este asunto en perspectiva, nos daremos cuenta que es exactamente lo mismo que ocurrió en las respectivas inconformidades existentes en la Corporación Oaxaqueña de Radio y Televisión y el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia. En lo político, el gobierno dejó de ver lo de fondo. Y por eso decidió sostener indefinidamente a los funcionarios señalados sin entender que el problema no sólo son ellos sino la falta de atención a los problemas reales.
En el primero de los casos, es clarísimo que la Cortv atraviesa por una crisis desde hace años. Esa crisis tiene que ver con la desatención a sus contenidos, a la falta de inversión en nuevos equipos, señales y programación propia, y en el desinterés del gobierno por entrar a revisar lo que ocurre en realidad en esa corporación. Esto ha venido constatándose cada que el gobierno nombra a un nuevo titular que no tiene ningún interés, o capacidad de maniobra, para rescatar las señales y dotar —a la Corporación, y a sus trabajadores— de un mínimo de dignidad para llevar a cabo su trabajo en condiciones de decoro.
Por eso, puede ser entendible que los empleados de esa dependencia hayan salido a protestar. Empero, el gobierno lo que vio fue un conflicto fabricado por otros intereses. Y por eso tardó más de la mitad de Rubén Ortega Cajigas, en tomar la decisión de cesarlo, y sólo lo hizo cuando se corroboraron algunos de los abusos que cometía pero no frente a los señalamientos de los empleados inconformes. Y hoy, al no poder resolver esos mismos problemas —y quizá incluso evitando prácticas abusivas para no confrontarse con los trabajadores—, Emilio de Leo sólo debe estar contando los días para que le estallen problemas similares a los de su antecesor.
¿Otro ejemplo más? Ahí está el del DIF estatal con María de Fátima García León, a quien, es cierto, un grupo de trabajadores le creó una crisis ondeando una bandera legítima: la de las abominables condiciones en que se encuentran los menores internados en las dos casas hogar que administra el DIF. ¿Qué hizo el gobierno? Una vez más, responsabilizar de todo a los temas políticos para poder sostener a García León y no darle gusto a los empleados inconformes, pero dejando en medio el gravísimo problema de las condiciones inhumanas en que viven docenas de bebés, niños y adolescentes en los albergues del DIF, que a pesar de lo que se diga, siguen en el más terrible de los abandonos.
CRISIS ANUNCIADA
Por cierto, desde hace más de una semana, a través de las redes sociales, empleados de la SSP venían denunciando la falta de pagos, apoyos y respaldo de la dependencia hacia ellos. Por eso la crisis de estos días fue anunciada pero nunca hubo reacción de Alberto Esteva, que parece que sólo está, o quiere estar, donde luce bien o donde le conviene, pero no en la demostración de sensibilidad y solidaridad —“campaña de valores”— que sus compañeros le exigen. Lamentable.