+ Cambios en subprocuradurías: nada bueno puede esperarse
Uno de los más grandes fracasos de la presente administración estatal, es el de la procuración de justicia. A pesar de que en los últimos años la institución ministerial ha sido objeto de modificaciones legales para tratar de fortalecer sus tareas y alcances, la incapacidad y la falta de compromiso de quienes la han tenido a su cargo, ha ocasionado que el ciudadano común la perciba más como un ente inoperante, que como órgano garante de la persecución de los delitos, que debería ser y no es.
¿De qué hablamos? De que, por lo menos en los últimos tres años, la Procuraduría General de Justicia del Estado, ha sido una de las dependencias estatales más cuestionadas por su falta de resultados. El problema, sin embargo, no sólo radica en todo lo deficiente y simuladora que fue la actuación de Evencio Nicolás Martínez Ramírez como Procurador, sino que más allá de él, existen hoy poquísimas posibilidades de que, en esa institución, la situación mejore.
¿Por qué? Porque tal parece que Evencio Martínez se fue, pero no se fue de la Procuraduría. Esto porque fue su influencia directa la que determinó su relevo en el órgano de procuración de justicia. El ahora ex Procurador, nunca ocultó la estrecha relación fraternal hacia la entonces subprocuradora de Justicia para Adolescentes, María de la Luz Candelaria Chiñas, a quien trata con la calidad de “comadre” en actividades privadas y públicas. Y desde hace 20 días, ésta despacha como Procuradora, gracias a la intercesión y los buenos oficios de su compadre Martínez Ramírez.
Esto significa, en términos sencillos, que ahí todo parece haberse movido para quedar igual. Más allá de la rotación formal de nombres y cargos, el problema de fondo es que ninguno de estos relevos es garantía de que la actuación de la Procuraduría tendrá cambios positivos, y que ahora sí la ciudadanía podrá sentirse protegida y tutelada por el Ministerio Público del Estado.
María de la Luz Candelaria Chiñas, por la evidente maniobra de influyentismo y compadrazgo por la que accedió a su actual cargo, tiene ya sobre sí fuertes cuestionamientos. Lo previsible —ojalá estemos equivocados—, es que actúe bajo la misma dinámica de desgano, autoengaño y simulación en la que se ha mantenido esa institución, que ha sido manejada con más mortificaciones que determinación por hacer la labor que le corresponde.
¿Cómo pensar en cambios positivos? Podría suponerse, en un primer momento, que el arribo de una nueva titular podría generar actitudes más determinadas. Poco es, sin embargo, lo que en realidad se ha visto al respecto. Del mismo modo, podría suponerse que la Procuradora se habría de rodear de mejores elementos que los que secundaron en sus funciones a Martínez Ramírez. Para no variar, es prácticamente nada lo que se puede decir al respecto.
DE MAL EN PEOR
Apenas unos días después de la emigración de Evencio Martínez de la Procuraduría de Justicia a la Secretaría de Gobierno, el subprocurador de Justicia Restaurativa, Pedro Celestino Guzmán Rodríguez, presentó la renuncia a su cargo. Habría de ser nombrado, días después, y en el total sigilo, como coordinador de asesores de la General de Gobierno. Este fue un movimiento que provocó perjuicios en varios frentes.
Primero, porque el nombramiento de Martínez Ramírez, y el posterior de Guzmán Rodríguez, vinieron a romper equilibrios ciertamente delicados que ya se habían logrado en la Secretaría de Gobierno para el desempeño de sus funciones. El arribo de ambos funcionarios generó una tensión particular entre los servidores públicos de la dependencia, que de inmediato provocó efectos negativos en la atención a conflictos que, hasta entonces, no habían dado mayores problemas.
Ambos, Martínez y Rodríguez, llegaron tratando de imponer un nuevo orden, a una dependencia que ni conocían ni mucho menos entendían. El primero, por creer que en la Secretaría de Gobierno las cosas podían resolverse —o sobrellevarse— a través de la simulación. Y el segundo, por considerar que la dependencia encargada de la gobernabilidad estatal, es un despacho jurídico, una mera oficina burocrática, o parte de sus posesiones particulares.
Algunos detalles, que sin ningún problema se pueden corroborar, pintan de cuerpo entero a quienes tienen en sus manos el manejo oficial de la gobernabilidad del Estado. Guzmán Rodríguez abandonó su cargo en la Procuraduría de Justicia dejando, literalmente, nada a su relevo. Fuentes de la dependencia, aseguran que éste continúa ocupando los enseres, vehículos, teléfonos celulares y hasta artículos de oficina que se ha resistido a devolver a la institución a la que desde hace semanas dejó de pertenecer.
¿Y quién ocupa hoy el cargo ministerial al que renunció Guzmán Rodríguez? Una funcionaria de nombre Edna Liliana Sánchez Cortés. De acuerdo al comunicado oficial emitido por dependencia al anunciar su designación, ésta tiene como únicas referencias el haberse desempeñado como abogada postulante y ex diputada local, “entre otros cargos” que no se detallan.
Existen, por lo menos, tres cuestionamientos importantes sobre esta funcionaria. El primero de ellos, es su total inexperiencia en la nada sencilla labor de la justicia restaurativa. Lo que hasta hoy ha dicho a la prensa sobre su nueva encomienda, lejos de beneficiarla deja ver su amplio desconocimiento del tema. El segundo, es que en el Juzgado Segundo Penal se le sigue un proceso judicial, por haber atacado a golpes y lesionado, en julio de 2009, a una mujer en un cine de la capital oaxaqueña.
Un tercer cuestionamiento, no menos grave, es el marcado activismo electoral que trata de hacer a través de su cargo. Hace no más de diez días que arribó a la PGJE, y Sánchez Cortés ha pretendido que los servidores públicos a su cargo asistan, en horas de trabajo, a actos proselitistas del Partido Revolucionario Institucional.
¿CUÁL CAMBIO?
Con esos funcionarios, ¿qué eficiencia podemos esperar de la Procuraduría? Es alarmante que en esa institución siga reinando la improvisación, la prepotencia y la simulación. Así, ¿cómo quieren “no fallarle” a los ciudadanos? Qué desgracia.
almargenoaxaca.wordpress.com
Me parece bien su comentario. solo que le falto que es egresada de la urse por cierto de una de las peores generaciones que han egresado y que es hija del notario poco conocido Habacuc sanchez heras