+ Celibato y voto de castidad: ¿Una institución económica?
Ante el escándalo generado por las acusaciones de pederastia en contra de ministros religiosos, la Iglesia Católica en todas sus jerarquías se ha pronunciado por una aplicación irrestricta de la ley en contra de quienes resulten responsables, pero también ha incurrido en excesos y acusaciones notablemente desorbitadas. Han comparado los señalamientos con una posible incitación de odio equiparable al antisemitismo; han dicho que todo es consecuencia de una campaña de desprestigio; y hasta se han encargado de defender la legitimidad del celibato, cuando tal parece que ese es el origen de muchos de sus problemas con el comportamiento sexual de sus representantes.
Pero vayamos por partes. En una entrevista concedida a TIEMPO, el ministro de la religión católica Wilfrido Mayrén Peláez, aseguró que no debe existir ningún tipo de fueros ni a favor de la Iglesia ni del Ejército ni de nadie. Dijo que la ley debe aplicarse sin distingos; y defendió la figura del celibato que existe entre los ministros de la religión católica, pues dijo que ésta corresponde a reglas más duraderas que temporales, argumentando que la mayoría de los curas la cumplen, y señalando que quienes no lo hacen, deben renunciar a su ministerio. ¿Será?
Aún cuando nada de lo dicho por el sacerdote Mayrén Peláez tiene desperdicio, vayamos primero al tema de los fueros. Éstos, en nuestro país, son tan antiguos como la nación misma. De hecho, la palabra fuero, en este sentido, tiene un significado excluyente que necesariamente apunta a que los favorecidos por los “fueros” se encuentran, justamente, fuera o excluidos del orden que sujeta al común de las personas.
Históricamente, en los primeros años de México como nación independiente, los grupos identificados como el conservadurismo fueron la Iglesia Católica y, curiosamente, el Ejército. Ambos bloques, desde el triunfo del federalismo y de las ideas de igualdad e imperio de la ley, se negaron a reconocer que el Estado era el único ente capaz de crear leyes, de juzgar a los habitantes, de reconocer y garantizar las libertades fundamentales, y de someter a todos a su potestad soberana.
Así, las primeras luchas del conservadurismo en contra del liberalismo, tuvieron como lema “Religión y fueros”. ¿Por qué? Porque ciertos grupos del Ejército y de la Iglesia Católica querían conservar sus fueros. Es decir, los privilegios jurídicos que los excluían de la aplicación de la ley para el común de las personas. Eran, en términos sencillos, la preservación del fuero militar y el fuero eclesiástico, con el que soldados y curas eran juzgados por sus propios tribunales y bajo sus propias normas; y no mediante las leyes aplicables a los civiles. Lo relativo a la religión, era porque el catolicismo luchó, y lo logró hasta antes de 1857, que prevaleciera el principio de que sólo esa religión tenía el reconocimiento y la exclusividad constitucional en el territorio mexicano.
El fuero religioso desapareció cuando el Santo Oficio dejó de tener reconocimiento como tribunal, y fue el Estado quien se encargó de juzgar a quienes cometían delitos. El fuero de guerra subsistió, aunque hoy ampliamente acotado y sujeto a discusión, por la necesidad de que sean los mismos tribunales los que juzguen a civiles y militares, y no sean éstos quienes se juzguen, en casa y entre ellos, a sí mismos.
Sin embargo, materialmente continúan subsistiendo ambos. ¿No han intentado los jerarcas católicos resolver los asuntos de pederastia a través de las indemnizaciones y los castigos disciplinarios, tratando a toda costa de evitar que los asuntos lleguen a los tribunales del Estado? ¿No fue esa la razón que llevó anticipadamente al retiro al padre Marcial Maciel, como una condena religiosa; pero nunca ante un juez para ser juzgado por los delitos cometidos? Su fuero subsiste. Ellos nunca han dejado de pugnar por “lavar su ropa sucia en casa”. Eso de la aplicación estricta de la ley, para ellos, debería ser mucho más que un discurso.
¿Y EL CELIBATO, QUÉ?
Una de las fundamentaciones bíblicas del celibato, de acuerdo con lo que se estudia en términos no dogmáticos de ese Texto Religioso Fundamental, se encuentra en el Nuevo Testamento, en el capítulo 14 del libro de La revelación de Cristo a Juan, o Apocalipsis. Éste señala lo siguiente:
“Y miré, y he aquí el Cordero de pie sobre el monte Sion, y con él estaban los 144,000 que tenían su nombre y el nombre de su Padre escrito en sus frentes. Oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas y como la voz de un gran trueno. Y la voz que escuché era como de arpistas cuando tocan sus arpas. Ellos cantan un himno nuevo delante del trono y en presencia de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Nadie podía aprender el himno, sino sólo los 144,000, quienes habían sido redimidos de la tierra. Estos son los que nunca se mancharon con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que vaya. Estos fueron redimidos de entre los hombres, primicias para Dios y para el Cordero. Y en sus bocas no se halló engaño; son sin mancha.”
Este pasaje bíblico bien puede ser una de las fundamentaciones del celibato. Sin embargo, ¿es así? Tal parece que no. Porque en los fundamentos de la Iglesia Católica no se encuentra establecida la exigencia de que sus ministros hubieran sido, desde su fundación, célibes. Esto, más bien, podría tener una connotación distinta que más bien se encontraría en la preservación del patrimonio de Dios en manos de sus representantes terrenales. ¿De qué hablamos?
De que fue mucho tiempo después de instituida la religión católica, que se determinó el celibato para sus representantes. Esto porque la Iglesia, desde que inició su predominio, se convirtió en un cúmulo importante de riquezas materiales que estuvieron siempre en manos “de Dios” y no de sus representantes.
RAZÓN ECONÓMICA
¿Para qué instituir el celibato? Para evitar que sus ministros tuvieran descendencia a quien heredar o familias en quién desviar el patrimonio de Dios, y que debía prevalecer, más allá de las personas, en el patrimonio divino. Ha funcionado, aunque no por ello la mayoría de los curas se han abstenido de tener relaciones sexuales, mujeres y familias. Como dijera Facundo Cabral: El cura es un señor a quien todos le dicen padre, excepto sus hijos que le dicen tío. Ni hablar.
almargenoaxaca.wordpress.com
Al amigo que escribió este artículo solo quiero decirle algo… no juzguez a la Iglesia, simplemente no tienes ningún derecho porque según leo eres muy ignorante en cuanto a la historia verdadera de la Iglesia… así que por favor con caridad te pido que no juzgues con ignorancia…
gracias
no hay peor ciego que el que no quiere ver las cosas se miden por los hechos la practica termina siendo mas coherente que tus excusas sobre la verdadera historia usos o costumbres de una iglesia podrida desde la entrañas son el maldito demonio, ni lucifer con todos sus ángeles caídos hacen tanto daño y sufrimiento como lo ha hecho la iglesia apostólica romana desde que se fundo EL VERDADERO PROPÓSITO DE LA IGLESIA SIEMPRE HA SIDO EL DINERO Y EL MALDITO PODER por eso su obscena riqueza y opulencia obtenida de los bastardos que le sirven como borregos sin un ápice de razón.