Alianza PAN-PRD-PT: una tragedia más para las ideologías

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+ Alianza sin agenda; agenda sin incentivos para ser respetada


¿Qué razón justifica la aceptación del dirigente estatal del PAN, Juan Mendoza Reyes, de que su partido está buscando construir una alianza legislativa nada menos que con el PRD y el Partido del Trabajo? Del amplio abanico de posibilidades que existe frente a un tema como este, vale la pena reflexionar sobre algunas de las taras demagógicas posibles con las que se estaría intentando justificar esta coalición.

En efecto, por medio de un comunicado, Mendoza Reyes reconoció que el partido político que encabeza, “construye una gran alianza en la próxima legislatura, para hacer frente a las reformas aprobadas por los actuales congresistas, que atentan contra las minorías”; dijo además que se encuentran en pláticas con los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y del Trabajo (PT), para que en cuanto se instale el primer periodo ordinario de sesiones, se promuevan iniciativas democráticas.

Mendoza Reyes dijo que el PAN construye una agenda “sustentada en las necesidades de la sociedad oaxaqueña”, con la cual trabajará de la mano en materia de gestión y atención, y justificó la búsqueda de una alianza con dos de los partidos de izquierda a partir de que la modificación al artículo 55 de la Ley Orgánica del Poder Legislativo, que incrementa de dos a cinco los miembros de un mismo partido político para que éstos puedan conformar una bancada, es claramente una regresión que lesiona a los representados.

¿De verdad es viable una alianza entre las fuerzas —dizque— progresistas con el partido que ha defendido los intereses conservadores en Oaxaca, y en México? Dicha alianza tendría que verse a partir de un crisol de factores. Aunque algunos de ellos son francamente contradictorios, ridículos y hasta inaceptables. Veamos si no.

En una primera posibilidad, el PAN estaría buscando una alianza con el PRD y el PT para empujar —como dice Mendoza Reyes— “iniciativas democráticas”. ¿Cuáles serían esas iniciativas? Queda claro que hoy en Oaxaca ya nadie que busque argumentos medianamente serios de su clase política, aceptaría que esas “iniciativas democráticas” tuvieran que ver con temas fracasados e inútiles como el plebiscito, el referéndum, la revocación de mandato y todo el contenido de las “iniciativas democráticas” impulsadas en este sexenio, que no sirvieron para nada.

De hecho, Mendoza Reyes y los demás legisladores de las tres fuerzas políticas antes mencionadas tendrían que estar buscando otros temas, y otros argumentos, que justificaran la existencia de “iniciativas democráticas” que no fueran las impulsadas por el gobierno saliente. ¿La razón? Que a todos nos quedó claro que ninguna de las “iniciativas democráticas” de este sexenio fueron útiles, benéficas para la democracia o cuando menos alcanzables, y que por ende tampoco incidieron en las tareas de gobierno.

Al final, Gabino Cué está dejando el gobierno en medio de señalamientos muy similares —casi idénticos— a los que enfrentó su antecesor cuando dejó la gubernatura. Ninguna de las “iniciativas democráticas” sirvió para detener las decisiones arbitrarias, los actos de corrupción de innumerables funcionarios, o los excesos cometidos en nombre del interés público y de haber ganado una elección.

Queda claro, entonces, que las “iniciativas democráticas” de una posible alianza PAN-PRD-PT tendrían que ir en un sentido mucho más apegado a lo que la ciudadanía espera y demanda hoy de la clase política.

ALIANZA, ¿DE QUÉ?

Una posibilidad sería una alianza fáctica para votar en un mismo sentido ciertas decisiones legislativas, en una alianza “temática”; otra posibilidad sería la conformación formal de una bancada; una tercera opción sería el establecimiento de una agenda común cuyo contenido fueran las “iniciativas democráticas” de las que hablaba Juan Mendoza Reyes. ¿Alguna de esas opciones les conviene? Veamos.

Una alianza temática o selectiva sería muy difícil de sobrellevar, porque de fondo el PAN y las fuerzas de izquierda tienen contenidos ideológicos y principios políticos muy distintos entre sí. Pensar en que algunas iniciativas podrán ser votadas en un mismo sentido, y otras no, es tanto como dejarle al azar, o a la suerte, o al propio contenido de las iniciativas, el sentido de las votaciones. En tal caso, dicha alianza temática serviría básicamente para nada.

La segunda opción sería la conformación de una bancada formal. La razón sería eminentemente económica: en sus condiciones actuales sólo el PRD tiene bancada, la cual tendrá —sola— una participación mucho más modesta por menguado número de legisladores.

El verdadero reto —y de ahí surgiría un auténtico líder— sería en lograr convencer a los diputados de las dos bancadas —PAN y PT— a que renunciaran a sus respectivas militancias y representaciones partidistas para sumarse a la bancada del PRD. Ello no garantizaría ni homogeneidad ni disciplina en las decisiones. Más bien, sería un amasijo de intereses combinados que quizá en algunos momentos podrían ponerse de acuerdo —como ocurre hoy— para defender sus intereses, y no lo que necesita Oaxaca.

¿ALIANZA DE AGENDA?

Una última posibilidad sería la alianza surgida por una agenda común. ¿El PAN estaría dispuesto a respaldar “iniciativas democráticas” como algunas de las que debe impulsar la izquierda, si es que desea mantener un poco de dignidad frente a los cuestionamientos por sus desviaciones ideológicas y su carencias de sustento político? ¿O la izquierda tendría que plegarse a las iniciativas reaccionarias del PAN? La agenda lo diría todo. Pero de entrada no parece algo muy congruente si lo que desean es que las reformas le sirvan a Oaxaca.

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