+ La derrota, por la suma de errores y quebrantos internos
En las pocas declaraciones dadas hasta ahora por líderes y dirigentes del Partido Revolucionario Institucional en Oaxaca, existe un dejo de “satisfacción” por el alto margen de votación que, dicen, obtuvieron en los comicios del pasado 4 de julio. Más allá de sus automedicaciones discursivas, parece claro que en el recuento implacable de los daños, se tendría hacer una revisión no sólo de los errores cometidos en la recta final del trabajo proselitista, sino de lo mal que inició el proceso sucesorio dentro del tricolor.
Bien dice el refranero, que lo que mal comienza, mal termina. Al hacer un ejercicio de retrospectiva, podremos darnos cuenta que desde el inicio, en el tricolor se dejó ver un ánimo implacable por el avasallamiento y por las decisiones tomadas no bajo esquemas democráticos, sino por verticalismos. Más allá de que hubiera quien justificara todas esas prácticas por ser parte de una “tradición priista” poco comprensible, lo que dicho proceso dejaba ver era un ánimo oculto de resentimiento y confrontación que, además, no era inédito en dicho partido, y que finalmente se vino a combinar con los errores que se cometieron en los meses posteriores.
Veamos. El 6 de noviembre de 2009 se realizó una comida en la que la cúpula tricolor presentó a quienes figurarían como sus seis prospectos para convertirse en candidato a Gobernador. En aquella reunión participaron José Antonio Estefan Garfias, José Antonio Hernández Fraguas, Adolfo Toledo Infanzón, Eviel Pérez Magaña, Jorge Franco Vargas y Martín Vásquez Villanueva. Se dijo entonces que a partir de ese momento se daba el banderazo de inicio a una especie de “contienda interna fáctica” en la que todos competirían con reglas claras y en condiciones de equidad. Se dijo que ganaría la candidatura aquel que demostrara un mejor desempeño y mayor aceptación por parte del electorado.
Nada de eso ocurrió. La contienda interna no fue más que un intento de legitimación de quien, desde el primer momento, se vio como el inminente candidato a gobernador. Los cinco personajes restantes, sin embargo, fueron orillados a abandonar sus cargos, y a servir de legitimadores de la causa que ya para entonces visiblemente favorecía al diputado federal Eviel Pérez Magaña.
Sorprendentemente, los dos precandidatos priistas con mejores índices de aceptación por parte del electorado —Hernández Fraguas y Toledo Infanzón—, fueron quienes finalmente dejaron ver una actitud de mayor sumisión que los demás competidores. Sin asumir la importancia como aspirantes sólidos que en sí mismos revestían, ambos se doblegaron ante el primer amague del grupo que impulsaba a Pérez Magaña.
Sólo que en el camino, ellos y todos los participantes fueron cuestionados, descalificados, soslayados y literalmente insultados por sus mismos compañeros priistas que, en el intento de lograr el objetivo de la candidatura, minaron las bases sobre las cuales descansarían después sus posibilidades de triunfo.
CONFRONTACIÓN INTERNA
Hace ocho meses, el 9 de diciembre de 2009, en este espacio hicimos un ejercicio de retrospectiva, en el que comparábamos aquel proceso interno, entonces en ciernes, para la designación del candidato a Gobernador por el PRI, con el proceso que tres años antes había vivido el priismo nacional de cara a la designación de su Abanderado presidencial.
Eran abundantes las similitudes habidas entre ambos ejemplos, fundamentalmente por la soberbia y el ánimo avasallador con que éstos se habían llevado a cabo. En el caso del 2006, Roberto Madrazo Pintado se convirtió en candidato presidencial del tricolor, pero luego de un proceso ríspido, que desgastó desde sus bases a la organización interna del priismo, que generó confrontaciones insalvables, y que finalmente eso fue lo que llevó a todos a un proceso profundo de división y traiciones, que desembocó en la peor derrota priista de la historia.
En aquel momento apuntamos que “Roberto Madrazo hizo una campaña presidencial basada en el avasallamiento. Al final, la mayoría de los gobernadores y factores de poder en el priismo, le negaron su apoyo por una razón elemental: no le darían la posibilidad de llegar a la Presidencia de la República, a un hombre que los coaccionó, que trató de pasarles por encima, y que provocó conflictos irreconciliables.
“Esto porque lejos de ponderar cualquier beneficio político o económico por tener un presidente priista, darle ese poder a Roberto Madrazo habría significado empoderarlo, consolidar la validez de sus manotazos, y darle las pautas para la repetición del avasallamiento y prácticas duras que les aplicó en la lucha interna de 2005 y 2006. Por eso todo, prácticamente todo el priismo del norte del país le dio la espalda a Madrazo, y éste perdió los comicios estrepitosamente.”
Y terminábamos asegurando que “eso lo deberían saber todos los que impulsan, hoy, una precandidatura —la del diputado federal Eviel Pérez Magaña— que rompe con todas las reglas del proceso interno en el priismo de Oaxaca. Se equivocan los que piensan que pueden pasar por encima de todo y de todos, y que luego la ‘institucionalidad’ de los priistas hará su trabajo mágico para que los avasallados se sumen. Al contrario: con eso generarán traidores y enemigos que sobrevivirán. Aún a costa de ellos.”
Hoy, ante la derrota, el priismo oaxaqueño tendría que comenzar su evaluación y autocrítica interna, si es que cabe en sus posibilidades, preguntándose si no fueron ellos mismos quienes inicialmente se provocaron las heridas que les resultaron mortales. Hubo soberbia y aplastamiento desde el inicio; después se cometieron errores abominables en la designación de candidatos, en la definición de liderazgos, en la manipulación de su propia corrupción y cooptación interna, y en el desgaste y menosprecio de sus figuras importantes (como Hernández Fraguas y Toledo Infanzón) que, además, no supieron estar a la altura del momento —y de su momento como políticos—, que el PRI y la entidad requerían.
RECOMPONER AL PRI
El priismo sigue siendo una fuerza política determinante en Oaxaca. Eso no debemos pasarlo por alto. Sin embargo, tampoco se debe dejar de ver que la votación del 4 de julio, no superó la que hace seis años hizo llegar a al poder a éste grupo aún gobernante. La estructura de dirección del PRI se tendrá que recomponer con los activos que aún tiene. Pero, ¿podrá depurar sus procesos y a sus integrantes que están viciados de origen?
Twitter: @aortizromero
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