+ Rebeliones internas, un factor poco calculado
Algunos integrantes de la cúpula priista, están más preocupados por ver cómo se repartirán las postulaciones en la elección federal de 2012, que por lo pase en los próximos meses en Oaxaca. Con sentido de suficiencia, los legisladores locales y federales del PRI, se asumen hoy como los sobrevivientes de una hecatombe política al interior de su partido, que no tiene precedentes. Y como tales, se consideran como los seguros beneficiarios de ciertas candidaturas y cargos políticos en la próxima elección federal que, ante el triunfo priista que ellos esperan en la Presidencia de la República, los catapultaría a buscar la gubernatura del Estado, en 2016, con grandes posibilidades de triunfo.
¿De qué hablamos? De que hoy, particularmente entre los diputados federales del PRI por Oaxaca, existe una suerte de competencia interna, atroz pero hasta ahora reprimida, por ver quién, o quiénes, se quedan con las dos candidaturas de la fórmula que disputará los escaños en el Senado de la República, que representan a la entidad. Ante un potencial triunfo priista en los comicios federales de 2012, Oaxaca tendría de nuevo dos senadores tricolores; en su lógica, ganen o pierdan, quien encabece esa fórmula de todos modos tendrá un sitio seguro en la Cámara alta, así como altas posibilidades de conseguir la candidatura al gobierno estatal.
La principal herramienta que tienen —y conservarán hasta 2012— los diputados federales, y el grupo político al que pertenecen, para tratar de continuar teniendo presencia en el ámbito político estatal, es a través de la negociación del presupuesto público que le será asignado a Oaxaca desde la Cámara baja del Congreso de la Unión. Esa es la razón por la que, hasta ahora, la diputación federal priista se ha mostrado poco renuente a colaborar con el gobierno opositor de Gabino Cué Monteagudo, y por la que han manifestado —en una actitud demócrata poco creíble— que independientemente de los partidos, lo que ellos desean es el progreso de la entidad, y que por eso harán gestiones de mayores recursos aún no siendo su partido quien gobierne Oaxaca.
Sin embargo, eso mismo es lo que comienza a ser motivo de disputas. Hace apenas unos días, dentro de la diputación federal tricolor ocurrió una controversia por la disposición mostrada por el priista Manuel García Corpus a entablar diálogo y concertación con el nuevo gobierno, y por la casi inmediata negativa de su coordinador de bancada estatal, Héctor Pablo Ramírez Leyva, al asegurar que ellos no tienen prisa, ni están buscando acercamientos con el gobierno electo, y que el único que puede emitir posicionamientos de la diputación federal del tricolor es él.
¿Disputa por qué? Porque esa disposición de uno, y resistencia del otro, lo que deja ver es la bifurcación de intereses y visiones de la política entre dos personajes que comúnmente actúan en base a la institucionalidad, al dictado de su jefe político, y a la disciplina. Es decir, que mientras unos se sostienen en sus resistencias naturales de partido opositor, los otros están buscando ciertos respaldos, aún de sus contrarios, para “crecer” políticamente dentro de su partido, y reposicionarse de cara a las aspiraciones del futuro.
Ninguno de los dos está errado del todo: finalmente, ambos —y varios otros— desean llegar al mismo puerto, que es la candidatura a Senador, con miras al 2016. Sólo que por dos caminos distintos. Uno a través del sostenimiento de las posiciones y ventajas propias de su partido; y el otro, quizá, previendo que aún dentro de dos años, el gobierno de Oaxaca podría ser un factor externo que balanceará los equilibrios dentro del priismo. Lo interesante es que unos y otros, tendrán como punto de inicio la negociación del presupuesto. Esa podría ser su gloria. Pero también su infierno.
LIDERAZGOS REALES
Sin embargo, los priistas deben comenzar a aterrizar sus ideas. Existe cierta expectativa respecto a que al iniciar el año próximo, también se desatará una primera rebelión interna dentro del priismo. ¿Por qué? Porque será entonces, cuando ya no tendrán un jefe político definido e investido formalmente con el poder público. Tendrán que comenzar a gobernarse en base a reglas distintas. Y eso es lo que, justamente, a más de uno incomoda y anima a la insurrección.
Lo acepten o no, y lo convaliden o no sus mismos compañeros legisladores, el diputado federal que por obvias razones consiguió construir una presencia política más efectiva que todos en la entidad, es Eviel Pérez Magaña. Él es quien, por el momento, encabeza las posibilidades de acceder al Senado de la República, a través de la fórmula priista por Oaxaca. Si los resultados se combinan a favor de la causa tricolor, en 2012 Enrique Peña Nieto se convertiría en Presidente, creando un efecto electoral favorable para los demás candidatos priistas, para que en entidades como Oaxaca éstos ganaran las posiciones legislativas también en disputa.
Este escenario, sin embargo, no gusta a más de un diputado federal del PRI. Rememoran ciertos episodios en los que el diputado Pérez Magaña fue favorecido por su partido, a través de “métodos democráticos” inexplicables; e incluso dicen que es inmerecida su presencia en la dirigencia priista. Si esta lógica se continúa aplicando, el objetivo de la rebelión sería el tratar de someter al Líder estatal del tricolor —que formalmente sería el jefe político de los priistas oaxaqueños—, para reavivar las posibilidades de que cualquiera de los diputados federales, pudiera llegar a encabezar la fórmula por el Senado.
El objetivo de fondo, como se apuntaba en líneas anteriores, es esperar a que los resultados les sean favorables en la elección presidencial de 2012, y que el gobierno federal priista impulsara al Senador priista que encabezara la fórmula, para ir en pos de la gubernatura.
GUERRA, GUERRA
Por eso, como su arma decorosa de presencia política, utilizarán las negociaciones y aplicaciones presupuestales, interactuando con el gobierno de Cué. Pero también, es posible que libren una guerra interna, sin tregua, por apaciguar entre ellos mismos a sus compañeros aventajados, por crecer los que hoy no tienen presencia, y por sostenerse los que se sienten con ascendencia, simpatías o abolengo, dentro de su partido —aunque quién sabe en el ánimo del electorado. Son, de nuevo, los mismos futurismos por los que tantos daños, de consecuencias funestas, se han provocado.