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Combate a la brecha digital indispensable para la mejora de vida de todos: CMT

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Carlos Villalobos 

La desigualdad de acceso a dispositivos inteligentes, así como a la red, es la Brecha Digital y este fenómeno no discrimina por edad, aún cuando se piense que las nuevas generaciones nacieron con el internet.

La brecha digital en México, no solamente es alimentada por la desigualdad que continúa permeando a comunidades mexicanas en pleno siglo XXI, además de claro la infraestructura deficiente e insuficiente para poder llevar acceso a internet a todos y cada uno de los rincones del país, a todo esto habría que sumarle la actual crisis de chipsets a nivel mundial, lo cual provocará un aumento en los precios de dispositivos inteligentes generalizado, provocando el encarecimiento de la tecnología que de por sí era difícil de acceder.

Esta falta de acceso, o de la menos contar con dispositivos que den acceso a internet, no solo provocan desconexión de una realidad cada día más interconectada, provocan también la pérdida de oportunidades de trabajo o simplemente no poder acceder a información para tomar decisiones tan rutinarias como el precio de los productos de la canasta básica, por ejemplo.

Ante este panorama poco esclarecedor, Congregación Mariana Trinitaria, por sus siglas CMT, ha implementado el Programa de Tecnología y Conectividad, con el cual busca que todas y todos puedan acceder a la red, así como a dispositivos inteligentes y de esta forma contar con mejoras en su vida, desde lo económico, hasta lo personal.

Dicho programa plantea que CMT brindará hasta el 80% del costo total de planes de datos y telefonía móvil de todos los beneficiarios, así como la dotación de un subsidio de hasta el 30% para la adquisición de dispositivos inteligentes. 

Experiencias de senderismo

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Carlos R. Aguilar Jiménez

Domingo 10 de octubre 2021, caminando con sus botas amarillas desgastadas por millones de pasos y cientos de kilómetros recorridos, a 40 minutos de la ciudad y tres mil 100 metros sobre el nivel del mar,  donde únicamente se puede acceder caminando tras una ruta desconocida de dos horas y media o 150 mil pasos en una montaña inversa sobre las costillas de la cordillera norte, todo sucede según el plan. Repentinamente alguien dice que explorara el fondo de la barranca. Yo y mi amigo de millones de pasos decidimos esperar con el costoso equipo de fotografía mientras tomamos un respiro del inefable aire de las alturas impregnado de aroma de poleo y lavanda silvestre.

Transcurre el tiempo y no pasa nada. Diez minutos más y lo mismo, otros diez minutos… ¿Qué habrá ocurrido? Intrigado comienzo a bajar, cien pasos al noreste. Regreso 50 pasos solo para darme cuenta que es el mismo paisaje, otros 20 pasos al sur solo para constatar que no se trata del mismo lugar pero es lo mismo, lo que significa que no es el mismo lugar. Y de nevo otra vez otros pasos, ahora 200 para comprobar que el otro paisaje es igual… de nuevo otros pasos, ahora al norte, únicamente para revisitar el mismo paisaje. Realmente no hay duda, todo el entorno es igual y no hay referencia respecto dónde estamos. No hay duda, todo es igual. Lo más probable es que estemos perdidos. ¿cómo es que nos hemos perdido? no obstante nuestra experiencia en vivencias, senderismo y barranquismo.

Para comprender lo que sucedió basta con reflexionar acerca de los senderos y caminos de la vida. Así sucede en realidad, todo depende de las decisiones que tomemos. Nos equivocamos al creer que con nuestra experiencia era imposible nos extraviáramos, pero así son los caminos de la vida. Uno se cree que lo sabe todo olvidándose que se es humano imperfecto en evolución. Intuiciones, sospechas, creencias, dogmas, sentimientos convicciones. Un senderista que se quiera reconocer como tal, debe renunciar a creerse experto, asumiendo siempre que en cada caminata aprenderá algo nuevo. Esa es la idea, nunca se está seguro de nada, siempre habrá incertidumbre. La repetición de los paisajes es armonía, la repetición de las experiencias es sabiduría… Al final, luego de dos horas de búsqueda, ensayo y error, apareció en el mismo paisaje repetitivo el sendero, luego las costosas cámaras fotográficas y al final: reencuentro con uno mismo, con el ego maltrecho. Nada especial que comentar, pero si la pregunta ¿puede la experiencia servir de alimento al ego? En la vida, los senderos y en las montañas, de las decisiones dependen los resultados.

 El senderismo, en consecuencia, trata siempre, como la vida, en primer o último lugar, de la condición humana, de de la irreversibilidad de lo que decidimos, Por todo ello la identidad entre vida y senderismo promete ser una de las experiencias que permiten entrar en territorios prohibidos a los que gustan vivir una vida dentro de su nicho de comodidad, por lo que la experiencia más importante de la vida y el senderismo, está en la intención de convivir con amigos o una pareja que te acompañe siempre a las montañas, ¡porque a la playa todas van!

30 años del icono feminista en el cine

Ismael Ortiz Romero Cuevas

Ver “Thelma y Louise” ha sido a lo largo de la historia, una experiencia apasionante a nivel personal y en el séptimo arte. La película ha resultado para mí, una indiscutible representante de la lucha de las mujeres en ámbitos tan importantes como la independencia, las aspiraciones, el carácter y la libertad en todo sentido. Recuerdo que la primera vez que la vi, ya habían pasado algunos años de su estreno y fue quizá en 1995, cuando la alquilé en el video club de moda en esos años en el formato VHS; desde entonces, la historia de estas mujeres ha sido para mi un referente obligado en varios géneros cinematográficos. 

“Thelma y Louise” tiene una trama que se va transformando en un verdadero grito de libertad y nos da muestra de cómo una película puede ser contrastante dentro de su mismo desarrollo. La historia que comienza disimulando ser una comedia, va evolucionando hasta adentrarnos en poderosos y complicados acontecimientos que, sin duda, son la delicia de todo espectador. Y es que, el verdadero propósito de la película se va revelando conforme esta avanza y es cómo dos mujeres, en su esencia débiles de carácter y comunes como cualquiera de esos años, luchan y terminan con las barreras impuestas por el machismo a lo largo de años de tradición y educación. Evoluciona en una ‘road movie’ y en un drama que se convierte en un grito de autonomía y con el que muchas mujeres se identificaron.   

Pero el mensaje, no termina en solo la libertad de las mujeres, sino que esconde un tema importante: la sororidad. En ese año, quizá este término no estaba arraigado en el lenguaje cotidiano como hoy, pero la vemos presente esa amistad solidaria de los personajes principales que se aventuran a la carretera, siendo perseguidas, señaladas, acosadas, abusadas y temidas y que aún con ello, ninguna deja caer a la otra, mostrando además que la necesidad de contar con alguien es sumamente importante en el sentido que ambas tienen vidas personales que se derrumban. Por eso, el cambio psicológico de las dos protagonistas resulta ser algo natural dentro de la trama, pues al inicio parecen ser opuestas una de la otra y hacia el final, Thelma (Gena Davis), que era más sumisa y temerosa muestra su fortaleza interna y Louise (Susan Sarandon) que pareciera tener un carácter más desenfadado, se franquea más sensible. Y eso, aderezado con la partitura creada por Hans Zimmer da sin lugar a duda, un resultado magistral. 

Pero el estreno de “Thelma y Louise”, hace 30 años fue algo controversial en las salas de cine de principios de los noventa. Primero, porque denuncia de manera abierta, certera y directa, el comportamiento machista de la sociedad en la mayoría de los casos, cosa que hace tres décadas, aún era muy común. Y la segunda razón tiene qué ver justamente con esta temática, pues el proyecto de rodar esta hoy, entrañable cinta, data de mediados de la década de los ochenta, cuando se presentó el guion a varias compañías productoras y estudios cinematográficos, quienes rechazaron la cinta por el temor de ir en contra de las “buenas costumbres” y de lo que la sociedad imponía como reglas para llevar una vida feliz en familia. Dos mujeres adultas jóvenes, no podían rebelarse a las reglas tradicionales del norteamericano promedio. 

La lucha por la autonomía y la independencia es uno de los temas torales que encierra este magnífico filme dirigido por Ridley Scott y justamente, el inesperado y electrizante final de esta película, lo retrata de manera magistral. Sin duda, “Thelma y Louise” siempre será una experiencia para el espectador, cuantas veces la hayamos visto y hacerlo de nuevo para celebrar su trigésimo aniversario, será algo casi obligatorio para los amantes del séptimo arte y de esta historia atemporal. “Thelma y Louise” está disponible en la plataforma de MGM Channel y se puede acceder a través de Amazon Prime Video. 

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18 cosas

Mariano Estrada Martínez

Nos das dos millones en efectivo o te entregamos la cabeza de tu esposa en una charola.

– Tranquilo hombre soy gente de bien, yo no manejo esa cantidad en efectivo.

–  Más respeto, soy el “comandante Pedro”, no hablé para negociar idiota. Mañana a las ocho de la noche debajo del puente peatonal de Ixcotel hay una caseta de periódicos y junto hay un bote grande de basura, ahí pones el dinero en una bolsa blanca con papeles periódicos arriba, ya sabes, nada de policías pues sabemos dónde vives, te estamos viendo fuera de su casa, te envío una foto de este momento.

– Pero, no me es posible hacer eso que me pide…

– ¿No entiendes verdad? No es negociable pendejo, no estamos jugando, te mando fotos de su negocio. Y colgó.

Las fotos son recientes, no cabe duda. Ni idea que eran del Instagram de su mujer y la llamada era de la cárcel y sólo era un chantaje que no podía llegar a término, pero el hombre no lo sabía, no frecuentaba las redes de su esposa. 

Aquel hombre había usado media vida y sus ahorros en sacar adelante el pequeño hotel con un restaurante – terraza, era un negocio próspero. Le aterró la maldita voz del “comandante Pedro”. Después de la llamada reflexionó en que su vida no había sido más que trabajo y sacrificio, con algunas escasas compensaciones familiares.

Se sentó un momento frente al edificio de fachada rústica, una vieja casona de sus abuelos y que él a lo largo de muchos años lo había convertido en un sitio agradable y un destino obligado de vino y buena música de trova en las noches. 

Sintió un hueco en el cuerpo, pensó en sus dos hijos pequeños, en su esposa, en la herencia de sus abuelos, en él mismo y en la espantosa voz del Comandante Pedro.

Nadie pudo entender la repentina decisión de aquel hombre cuya vida aparentemente perfecta, lo dejó todo para irse a vivir a una pequeña cabaña en la montaña.  No hizo ningún movimiento extra. Sólo cerró de la noche a la mañana, procurando dejar todo en orden con sus empleados.

Se llevó a su esposa y dos hijos, tomó para sí y para ellos 18 cosas, ninguna de las cuales era celular, televisión, radio, computadora ni medio de comunicación posible.

–       Estás loco… ¿nada más 18 cosas?, ¿de dónde sacas ese número? ¿por qué tan solos? ¡Nada bueno trae la soledad! Preguntaba extremadamente su esposa.

–       Es lo que necesitamos. Contestaba parcamente el hombre.

–       Los niños son pequeños, necesitan cosas.

–       Precisamente es lo que aprenderemos, las cosas que son importantes.

Un par de colchones, cobijas, estufa, trastes, ropa, libros y el suficiente dinero para medio año o quizás menos.

Su refugio apartado en las montañas le cortó el contacto con el resto de la humanidad. Muy posiblemente en el fondo sabía en el laberinto de emociones de la repentina soledad, sin embargo, no era total ni definitiva pues estaba con ellos. 

Pasaron los años en completa soledad, manteniendo siempre la consigna de no pasar nunca de las 18 cosas como pertenencia. Bajaban al pueblo, no eran necesariamente ermitaños con un voto de silencio, encargaban libros que le llegaban en la oficina postal, también acuarelas y un par de instrumentos musicales.

Pasaron los años en completo aislamiento, tan solo ellos cuatro; su esposa y él se encargaron de educar muy bien a sus hijos, ella dominaba el inglés y el con algo de todo les inició por el camino de las artes el resto lo hizo el silencio de la montaña y el tiempo de sobra, se llenaron de conocimientos y se volvieron hábiles con los instrumentos y en las artes. Los niños nunca extrañaron nada del mundo exterior ya que no habían estado sometidos a él.  Por mera pedagogía paterna aprendieron a vivir con sólo 18 cosas materiales, si de verdad deseaban algo distinto, aprendieron a prescindir de algo para darle cabida a lo nuevo sin pasar nunca de 18 cosas.

Al principio fue difícil, una lucha mental enorme pues tenían muchas posesiones. Él había tenido que trabajar mucho para conseguir lo que tenía y aquel día el Comandante Pedro le puso en perspectiva lo más importante. Ella había vivido siempre en las facilidades que le daban ambos padres doctores, sin embargo, no echó de menos su gran armario, pero sí sus amigas y familia. Aprendieron que la buena vida humana es buena vida entre ellos, la naturaleza y los libros y por el contrario lo que vivían anteriormente era vida, pero no ni tan buena ni tan humana.

Los niños crecieron con la dicha de unos padres tan distintos a la narrada en los libros con infancias desdichadas y paupérrimas con legítimos alardes de tragedia. Crecieron en el campo de la realidad: chayotes, hortalizas y caminos de verdad, música de verdad, silencio y frío de verdad y padres muy presentes de verdad. 

18 años después volvieron al viejo hotel en ruinas… ¿Qué sucedió? Cada quien coloque SU FINAL y compártalo. 

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Un K-drama retratando lo peor de la humanidad

Ismael Ortiz Romero Cuevas

Hace unas semanas que vi por primera vez “El juego del calamar”, la serie de Netflix que es la fusión de “Los juegos del hambre” con los ahora tan de moda “doramas” coreanos o mejor conocidos como K-dramas (por aquello que, en inglés, Corea se escribe con K) y créanme, no pude dejar de pensar en la serie que me atrapó desde el primer minuto. Con decirles que ya voy en la segunda vuelta. 

Y es que la serie de manufactura surcoreana está llena de simbolismos y de detalles que créanme, se van notando cuando la vemos por más de una vez y que no voy a enlistar aquí, por si alguien no la ha visto (que lo dudo) o está en proceso de hacerlo. Y en efecto, “El juego del calamar” no es una historia que se distinga por su sencillez, al contrario, de entrada, nos plantea personajes que son complejos en su estructura y con emociones similares a las de cualquier persona común y corriente; hasta que aparece un extraño ser que recluta a personas con ciertas características para entrar en un concurso de juegos infantiles que terminan siendo competencias de vida o muerte.

Lo interesante en “El juego del calamar”, es la forma en cómo evolucionan los personajes y lo que nos hacen sentir. Desde el primer vistazo de Seong Gi-hun (Lee Jung-jae), el personaje principal, apreciamos poca empatía por él, por abusar económicamente de su madre, apostar el dinero y hacer únicamente lo mínimo necesario para estar con su hija. Hasta que poco a poco, comienza a convertirse en el héroe de la historia, aún cuando sabemos que quizá lo merece poco. Y los giros argumentales con los demás personajes, sigue al por mayor, pues con quienes nos encariñamos, resultan ser los grandes villanos y a quienes creíamos nobles, nos muestran su lado más oscuro. 

Y es justamente esa crítica certera al comportamiento humano, lo que hace a “El juego del calamar” un K-drama tan estremecedor. Los participantes en los mortíferos juegos son capaces de mostrar su lado más salvaje y animal no tanto por no perder la vida, sino por ganar la jugosa bolsa de dinero a la que se hará acreedor el vencedor. Nos muestran que es el interés el que determina la mayoría de las veces el comportamiento humano, sea cual sea el ámbito en el que alguien se desenvuelva. Ese interés que nos representará ganancias y conveniencias con el mínimo esfuerzo, aunque eso signifique el sacrificio de valores trascendentales y de sentimientos personales; y ya ni hablamos de la amistad ni de lo que podamos perder en el proceso por satisfacer la conveniencia. 

https://www.youtube.com/watch?v=aqpoE_W_wGo

La serie ha sido enmarcada por el éxito, justamente porque retrata las sombras que todos los seres humanos poseemos y las pone de manifiesto en una metáfora que, aunque ocurre en una ficción disparatada, muestra de lo que muchas veces puede ser capaz de hacer el ser humano por obtener un provecho. Y eso, la ha convertido en la serie más exitosa en la historia de Netflix, superando a grandes éxitos como “Stranger Things”; “La corona”; “Dark” y “Bridgerton” por nombrar a algunas; asimismo, puso de manifiesto que la moda de los ‘doramas’ ha traspasado ya la barrera de los amantes de la cultura e imagen coreana y del K-pop, para estremecernos con una historia en donde los simbolismos disfrazan un drama emocional, en una crítica al comportamiento errante de los humanos, sea cual sea su nacionalidad. 

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Cuentas claras, bienestar para todos

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Carlos Villalobos

Para quienes conocen la labor que ha llevado a cabo Congregación Mariana Trinitaria (CMT) durante casi 25 años, saben que, desde su fundación, su principal objetivo es elevar las condiciones de vida de todas y todos aquellos que lo necesiten, a través de donaciones, coinversiones y participaciones con autoridades de los tres órdenes de gobierno, pero principalmente con la ciudadanía.

La Alianza Felicidad, desarrollada en conjunto por CMT y el gobierno de Puebla, fue un esfuerzo titánico que necesitó de la disposición, tanto del gobierno estatal y toda su estructura, así como de la organización no gubernamental oaxaqueña. Dicho esfuerzo, incluso sin haber tomado posesión como gobernador Miguel Barbosa, generó bastantes resultados reflejados en entregas de apoyos y recursos a comunidades de muy alta marginación en Puebla.

Tal fue el esfuerzo que, dicha alianza contempló también a un buen número de municipios sin importar la filiación partidista, dejando en claro que el único objetivo que se perseguía era el de mejorar y elevar los niveles de bienestar de las y los poblanos.

Sin embargo, por parte de algunos órganos del gobierno del Estado de Puebla se empezó a descuidar y a perder el rumbo de inicio, por lo cual CMT, a pesar de buscar con la mejor disposición posible y por todos los métodos que había a la mano, tuvo que dar por terminada la Alianza Felicidad. Dicho cierre se vería reflejado en una carta finiquito entregada por la misma Secretaría del Bienestar, encabezada por Lizeth Sánchez, su titular.

Al mismo tiempo, de acuerdo a diversos reportes, se detectó que desde la propia Secretaría del Bienestar empezaron a existir malos manejos y a exigir aportar para apoyos a autoridades municipales, mismos que nunca llegaron y que provocarían que el nombre de CMT se viera envuelto en polémicas que no le competían.

Por ello, el pasado lunes 3 de octubre a través de una carta a la opinión pública, de forma muy clara, la asociación oaxaqueña dejó en claro que ya no forma parte de esta alianza y que cualquiera que promueva supuestos apoyos a nombre de CMT estaría mintiendo. 

CMT reitera que su único fin es el de apoyar a todos los que lo necesiten sin importar su filiación partidista, religioso ideológico, en un entorno de transparencia y de participación ciudadana.

¿El triunfo del reguetón?

Carlo D. Aguilar Chiñas

Al abrir la plataforma de Spotify hoy 06 de octubre de 2021, aparece en los nuevos lanzamientos: Lo Siento BB:/ (whit Bad Bunny y Julieta Venegas), esto seguramente porque el algoritmo conoce que este género de música no me es intrascendente, y de vez en cuando es necesario un “perreo para llegar al subsuelo”. Lo que llamó mi atención fue que se me hizo extraña esta colaboración, si regresamos en el tiempo los inicios de Julieta Venegas con el disco “Aquí” lanzado el 25 de marzo de 1997 (Recordando que Julieta tiene 50 años), con su canción “De mis pasos” que la empezó a posicionar el mundo musical del pop latino.

Algunas de las colaboraciones musicales de Julieta son con: Los de abajo interpretando SKA, Cartel de Santa con Hip-hop/rap, La Sonora Santanera y la música tropical mexicana, Bronco cantando música regional mexicana grupera, Andrés Calamaro, Mercedes Sosa, El Buki y Miguel Bosé.

Al recordar con quien ha cantado “Chulieta me Niegas” como le decían en un programa de Telehit y de Exa FM donde el hijo del “Caballo Rojas”, Beto, era coconductor, vino a mi mente uno de los momentos cúspides de la época de mi prepa, los premios “MTV LA 2006”, la primera gala de estos reconocimientos que se celebraba  fuera de Estados unidos.

La ceremonia fue presentada por Molotov y Ana de la Reguera, la participación musical principal estuvo a cargo de Shakira interpretando “No”, inmediatamente cambiaron de escenario entrelazando las canciones y continuaron Kinky y Julieta cantando a dueto “A dónde van los muertos” y “Me voy”, se les unió haciendo una entrada sorpresa el Big Boos, Dady Yankee,  fue mi primer recuerdo de Julieta cantando reguetón. De eso ya pasaron 15 años.

El primer sencillo de Dady Yankee que lo catapultó a la fama fue “Gasolina”, escrita en 2001, grabada en 2002 y publicada en 2004, logró ser la primer canción urbana nominada a los Premios Grammy, este año 2021 la revista Rolling Stone ubicó esta canción en el número 50 de su lista de las 500 mejores canciones de todos los tiempos. 

Hace 10 años en junio de 2011 el canal 22 con su programa “Esquizofrenia” en su capítulo Hipstertitlan y otras comarcas, describe el fenómeno del reguetón como la antítesis del ‘hipster’, mencionando que el reguetón proviene de los barrios marginados o populares, pero que empieza a existir un reguetón fresa, es decir en la colonia Condesa y la Roma ya se podía ir a bailar reguetón en los cirulos sociales mejor posicionados.

El reguetón cumple 20 años y sigue posicionado con sus variantes y sub variantes, pero continúa lanzando nuevos éxitos, lo cual nos lleva a la pregunta inicial, es este el Triunfo del reguetón si en sus filas han caído grandes intérpretes de otros géneros que nunca hubiéramos pensado como:

•          Madonna, Maluma – Medellín.

•          Shakira, Maluma – Clandestino.

•          Alejandro Sanz, Nicky Jam – Back In The City.

•          Luis Fonsi – Despacito ft. Daddy Yankee.        

•          Sebastián Yatra – Runaway ft. Jonas Brothers.         

•          Maná & Nicky Jam – De pies a Cabeza.          

•          BAD BUNNY x DRAKE – MÍA.

•          Ricky Martin – Vente Pa’ Ca ft. Maluma.

•          Banda el Recodo, Las Fresas ft. Wisin.

Abur…

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Media vida en las redes sociales

Ismael Ortiz Romero Cuevas

Nos sentimos maniatados y completamente incomunicados. Ayer aproximadamente a las 11:00 de la mañana, el WhatsApp (WA), Facebook (FB) e Instagram (IG) registraron una caída de varias horas, dejando a los más jóvenes, con el sentimiento de sentirse que su teléfono celular no servía para absolutamente nada, solo para hacer llamadas, pero en este tiempo, ¿quien hace eso?, eso es muy ‘vintage’. La interacción social es una situación que muchos estábamos olvidando y los más chavos, ni siquiera han desarrollado esa habilidad con mucha destreza que digamos. A ellos, hablar por teléfono con alguien, les produce una especie de ansiedad.

Uno de los grandes escapes en este tiempo pandemia y de encierro necesario, es justamente el internet, que ha servido como una ventana al mundo y de sentir que no estamos tan solos, aún cuando sea lo contrario. Sentimos que, a través de nuestro teléfono, tableta o computadora, podemos ver y estar al pendiente de lo que sucede con nuestros seres queridos, con nuestros amigos, ver noticias y de seguir paso a paso lo que publican nuestros contactos en esas redes sociales que son publicaciones que van desde ventas de algo, una foto antigua o reciente y hasta qué es lo que van a comer. Criticamos eso, pero estamos al pendiente. 

Pero el WhatsApp se ha convertido más que en una red social y de envío de mensajes instantáneos, es una herramienta de trabajo, donde nos podemos enviar archivos, donde está el grupo de la oficina (con todo y el jefe), el grupo de la escuela y contactos y asuntos de diversa índole. Casi, esta aplicación se ha convertido en la segunda más importante de nuestro dispositivo móvil y ayer, simplemente no funcionó. Y quienes pasamos de vivir una niñez y juventud analógica, no nos costó demasiado trabajo comenzar a enviar SMS, como cuando compramos nuestro primer teléfono celular y eso, era novedoso. Sin embargo, muchos descubrieron esa función apenas ayer. Redescubrimos el correo electrónico y muchos, que veían a Twitter como una red solo de distribución de noticias y que solo usamos los señores, encontraron que era la única ventana de internet que siguió funcionando; asimismo, muchos de edades más maduras, descubrieron lo entretenido que es TikTok. Así, gran número de personas comenzaron a bajar la red del pajarito azul apenas ayer y además, hicieron que colapsara Telegram, al migrar para allá ante la falla de WA. 

La caída de esas redes sociales ayer, puso de manifiesto algo, la modernidad nos ha alcanzado y ahora, dependemos para muchas cosas, del funcionamiento de la internet y de las redes sociales que ya son parte de nuestra vida cotidiana. No solo en el sentido de poder estar en contacto con nuestro círculo cercano de amigos y familiares, sino que han traspasado la barrera del mero entretenimiento para convertirse en una herramienta de trabajo y que muchas situaciones dependan de su óptimo funcionamiento, desde las ventas o el envío en tiempo y forma de algún trabajo escolar o de la oficina, hasta resultados de análisis clínicos que han encontrado en el WA, una vía rápida de entrega de resultados y optimización de sus servicios u otros de vital importancia. Nos hemos vuelto dependientes de la tecnología y tenemos media vida, en nuestro teléfono celular y en las redes. Ah sí, y también nos dimos cuenta de que los ‘influencers’, no son tan necesarios en realidad.

Lo que vale la pena pensar, es que también nos ayudó a recordar aquellos tiempos cuando para encontrar a alguien, le tenías que llamar para el motivo que sea y nos obligaba a desarrollar esas habilidades sociales de la comunicación verbal y la convivencia con otra persona, que, a decir verdad, ya nos está costando más trabajo. Y aunque extrañamos las historias de IG de nuestros contactos ‘millennials’, también vale la pena que un día, alcemos la mirada para ver que la vida transcurre mejor, fuera de nuestro celular. 

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¡Qué perro susto!

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Mariano Estrada Martínez

Pedaleaba por anónima calle de la Colonia Antiguo Aeropuerto paseando con mi vieja Benotto, sin nada, nadita  de prisa, tranquilo, en paz;  o como dicen los filósofos alemanes: andaba yo baboseando. En esos menesteres taciturnos y de inmensa armonía recorría una de las calles  de esta maltrecha ciudad oaxaqueña, cuando una atractiva desconocida de buen ver, cuyo rostro no recordaría por culpa de sus entalladísimos pantalones rotos de mezclilla  y altos tacones, eso sí, tomada de la mano de un mequetrefe que más bien parecía iba a conducir un mototaxi que el BMW que se aprestaba a subir. Bueno, andaba yo en tan sumisas y santas cavilaciones, cuando de pronto al costado contrario de donde mi mirada se había extraviado inexplicablemente, un maldito ladrido de intensidades poco cívicas y llevadas demasiado cerca de mis entrañas, constituían uno de los mayores sustos de mi vida. 

El maldito can, más escurridizo que aguinaldo de obrero y más bravo que político sin hueso, arremetió contra mi pie izquierdo atorándose su quijada entre mis tenis y el pedal, no exagero si digo que escuché el colmillar del criminal canino chocando contra los fierros del pedal, bueno, en verdad si estoy exagerando, pero, bueno… ¡Déjenme ser, estaba yo espantado! 

¿Qué hacer ante el singular ataque canino? ¿Marcar al 911?  ¿A  la gendarmería francesa versión tenochca? ¿Al VAR de Brizio Carter? ¿Tirarme como Neymar y engañar al terrible depredador?  Estaba sólo y mi estremecida y acongojada  alma. Perro y hombre, hombre y perro. 

Como pude me solté con todo y tenis que el cuadrúpedo tuvo la gentileza de tomarlo por la suela, me escudé del otro lado de la virula y empecé a emitir  sonidos onomatopéyicos y guturales de toda magnitud, idioma y prosapia. El corazón late a razón de 400 latidos por minuto y una extraña sensación te recorre el abdomen y sintetiza en las piernas volviéndolas gelatina. Gracias a Dios, una moto pasó en ese momento y el “Asesino de la Antiguo Aeropuerto” se fue detrás de él. 

Desde  entonces ya no me distraigo en el camino, opté por ponerme una mascarilla estilo caballo de hipódromo y sigo mi camino en línea recta. Ya no volteo a ver nada que se parezca a las chicas que dan el clima.  Cada que veo un perro freno un poco, trato de verlo  pero  sin hacer contacto visual directo, lo miro desde lejos, de cerca y de reojo, porque hay algunos malnacidos que mustiamente esperan a que cantes victoria y luego saltan hacia ti por la retaguardia insultándote  a ladridos,  que gracias al cielo no entiendo. 

Soy amigo de los perros, pero de que te meten cada susto… y estoicamente he aguantado ese trauma por años y he sufrido en silencio ese mal que me aqueja desde siempre. Tengo una vecina que adora a los perros callejeros y les da de comer. Ya hay unos seis o siete fuera de su casa, evidentemente desde hace años tengo que dar tremenda vuelta porque es imposible pasar por mi calle en bici. Los condenados ya me ven desde lejos y se avientan todos juntos  sin darme tregua. 

Pedalazo final: A mí los perros me caen bien y pienso que las razones por la que los perros atacan, es por su natural instinto de cazar o porque invadimos su territorio,…masiosare un extraño enemigo, pedalear por tu calles… y  porque muchos de ellos tienen dueños que irresponsablemente los echan a la calle sabiendo que son bravos y atacan. 

¿Qué he aprendido? A disminuir mi velocidad si veo un firulais, bajarme de la bici desde antes,  no andar de mirón, no intentar escapar, y si puedo no demostrar desasosiego  y temor porque asegún decía mi madre: “los perros huelen el miedo”. 

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Hoy, los dueños de marcas de mezcal se pelean por los químicos: Ulises Torrentera

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Renato Galicia Miguel 

“Los palenques están en extinción, los procesos para hacer mezcales ya son más bien como recetas, y si antes los dueños de marcas se peleaban a los maestros mezcalilleros, ahora se disputan a los químicos”, sentencia en entrevista el mezcólatra Ulises Torrentera.

Es más profético aún: “por desgracia, los mezcales tradicionales, ancestrales, son apreciados más en otros países, principalmente en Estados Unidos, pero ahora se los quieren apropiar, se creen sus descubridores”.

Esta charla con Ulises Torrentera se da en tiempos en que confluyen tres hechos afortunados para una lucha cuyo objetivo es la pervivencia de  los mezcales tradicionales: la mezcalería In Situ que fundó con su socia Sandra Ortiz Brena estrena nueva sede –Guerrero 413, Centro, Oaxaca de Juárez–, el proyecto se amplió con In Situ Bodega –Reforma 703, Centro—y cumplió 20 años de aparición Mezcalaria/ Cultura del mezcal, un libro que constituye un hito en la reivindicación o reconocimiento de la bebida.

–¿Hay suficientes lectores de Mezcalaria

–En impreso, tuvo cinco reimpresiones, claro, con ediciones muy pequeñas: la última fue de dos mil. Pero eso se acabó, y ahora solamente está en versión digital en Amazon, pues publicar en papel un libro y tenerlo detenido representa un capital con el que no contamos.

Además, aclara, hay que recordar que Mezcalaria no es de lectura fácil, aunque tampoco difícil, pero “sí requiere tener un diccionario a lado para entender el sentido lato de lo que quiero decir. Para un lector mediano, es accesible”.

El libro no solo se refiere “al mundo del mezcal, sino también está relacionado con la literatura y aspectos diversos que aparentemente no encajarían con la historia de una bebida alcohólica, lo cual se debe a que, precisamente, más que ser eso, el mezcal es un producto cultural.

“El mezcal le ha dado identidad al ser mexicano, aunque ahora sean los mexicanos quienes menos lo consuman, lo cual es triste, ya que, si no entiendes esta bebida, no vas a entender lo que tú eres, tu ser interior mexicano”, explica.

–En el año 2000 aparece Mezcalaria. Lo interesante es que, en un momento en que todavía lo tomaba gente ruda, se estaba conformando un pequeño grupo de conocedores—se le comenta.

–Empezaba a conocerse. Éramos pocos los mezcólatras. Aunque, por supuesto, no hay que olvidar que en las comunidades productoras siempre se ha consumido mezcal. 

“De hecho, por los maestros mezcaleros de las diferentes regiones de Oaxaca y del país que han mantenido su producción tal y como se elaborada hace 500 años, tenemos todavía el privilegio de tomar mezcal”.

–En la década de los noventa, a principios del año 2000, en la ciudad de Oaxaca, ni siquiera había dónde tomarlo, salvo ciertos espacios excepcionales y en tendajones—se le plantea a Torrentera.

–Éramos un pequeño grupo de amantes del mezcal. Precisamente, es cuando acuñé el término de  mezcólatra. Pero, finalmente, el relanzamiento del mezcal se volvió colectivo, de una u otra manera alguien contribuyó con algo aquí y otro allá, y poco a poco fuimos convirtiendo al mezcal en un referente. 

Ahora, más que ver quién contribuyó a esa reivindicación, hoy el fin deber ser “luchar porque el mezcal que consumamos sea cien por ciento auténtico. Tenemos que dar esta batalla para que el mezcal no muera, no se convierta en lo que se convirtió el tequila”.

Para Ulises Torrentera, los pequeños productores de mezcal se han visto obligados a degradar la bebida para satisfacer la alta demanda en el mercado.

Además que también existen los que amañan bebidas y las llaman “mezcal”. Esto ocurre, “pero como tantas veces he dicho, cada quien toma el mezcal, o lo que cree que es mezcal, que se merece”.

Regresa al punto: quienes de verdad apreciamos los mezcales tradicionales conformamos un pequeño grupo y “debemos luchar para conservar esta riqueza cultural que todavía pervive a pesar del consumismo y del mercantilismo que rodea a la industria”.

Desde su perspectiva,  “desgraciadamente, es en otros países donde aprecian más a los mezcales ancestrales. Sobre todo en Estados Unidos, pero ahora ya se lo quieren apropiar, creen que son los descubridores de la bebida para el mundo, y creo que no es así”.

Aclara y enfatiza su planteamiento para rebatir esa falsa idea: “los productores de mezcal de los pueblos originarios son los verdaderos héroes de la pervivencia de la bebida. A pesar de todo, impuestos e infinidad de cosas que ocurren para comercializar la bebida, han preservado la tradición de sus ancestros. Gracias a ellos, el mezcal ha sobrevivido”. 

De hecho, visto desde la perspectiva histórica, “resulta insólito que el mezcal haya sobrevivido a toda la persecución, porque desde que se inventó, ha sido perseguido”.

Por eso, como mexicanos que vivimos en esta época, afirma Torrentera, “tenemos que rendir tributo a esos productores originarios”.

–¿Fuiste profético con Mezcalaria o se veía venir lo que está sucediendo hoy con el mezcal?

–Queríamos que la gente supiera que esta bebida es única, sui géneris, realmente muy sofisticada, pero jamás previmos que iba a suceder lo que hoy ocurre, aunque sí había la sospecha de que podía seguir el camino del tequila. Cuando se empezó a hablar del boom, ya se advertía que la presión sobre el mezcal era muy intensa y que eso iba a dividir los dos campos: los que quieren mantener los mezcales tradicionales y los que buscan la industrialización. Y en eso estamos: son dos visiones contrapuestas que están conviviendo en la actualidad.

Por desgracia, aclara, “a los productores originarios no se les apoya para que ellos mismos comercialicen su producto. No se les facilita el registro de marca, la certificación, todos esos pasos burocráticos muy laberínticos. Es imposible que logren realizar ese proceso comunidades indígenas y mestizas que ni siquiera cuentan con acceso a internet. Además, el pago de los impuestos es prohibitivo para esos productores. Desde luego, hay excepciones, pero nada más”.

Y esta situación ha provocado que muchas personas con posibilidades creen marcas y comercialicen el mezcal, acota.

“Estamos en un parteaguas en el que están en juego, por un lado, la preservación de la cultura del mezcal con sus técnicas ancestrales y tradicionales, y por otro, la producción masiva e industrial de la bebida”, señala el mezcólatra Ulises Torrentera.

ZONA LOWRYANA

Ulises Torrentera se encuentra solo frente a la Casa del Mezcal, la de la calle Miguel Cabrera, ubicada desde 1935 a cuadra y media del Zócalo de la ciudad de Oaxaca, es domingo en la mañana y las cortinas del histórico sitio están abajo.

No es que él sea en ese momento un crudo en apuros, sino que posa para la foto que ilustrará su primera entrevista por Mezcalaria/ Cultura del mezcal (Farolito Ediciones) para un periódico nacional, otorgada a este reportero para la sección cultural de El Financiero, que dirigía entonces el periodista Víctor Roura, allá por el año 2000.

Ahora, Ulises Torrentera atiende In Situ Bodega, un espacio elegante ubicado en el número 703 de la calle Reforma, en el centro de la capital oaxaqueña, donde hay de todo para el turismo y los mezcólatras, desde souvenirs hasta mezcales ancestrales, y otra vez posa para que le tome la foto el mismo reportero que lo entrevistó por primera vez para un periódico nacional por la publicación de su libro de marras, pero ahora para este sitio digital. 

Cuando este informador comenzó a convivir en la ciudad de Oaxaca con Ulises Torrentera por motivos etílicos, allá por el año 2004, lo ubicaba como un estudioso empedernido del Malcolm Lowry de Bajo el volcán y por su búsqueda obsesiva del sitio donde estuvo la mítica cantina El Farolito, que a la postre lo ubicó en un inmueble incierto de la calle Las Casas, la que va del mercado Benito Juárez a la llamada Central de Abasto de la ciudad de Oaxaca, pero más aún, a la conclusión de que en realidad ese nombre es un concepto que engloba todas las cantinas que el inglés más oaxaqueño vivió, de Cuernavaca a la pueblerina y bronca ciudad de Oaxaca de los años treinta del siglo XX, pasando desde luego por el Parián aledaño a San Juan Yucuita, ese paraje fantasmal a paso de vías del ferrocarril.

Es el año 2005, camino con Ulises Torrentera por el rumbo del Instituto Tecnológico de Oaxaca, en la zona poniente de la ciudad. Me conduce por vías del tren que pasan por ahí y que son, precisamente, las que vienen del Parián mixteco, donde aún se disuelve el tiempo, donde pareciera que estamos en un Oaxaca viejo, como el de los años treinta del siglo pasado.

A un lado hay unos tendajones armados con esa laminita que aquí llaman “tecate”, entramos a uno, nos acomodamos en una mesa con su mantel de plástico y motivos floreados, y Ulises pide dos mezcales blancos.

Una señora de edad indefinida va y regresa y nos pone sobre la mesa dos vasos de esos de veladora para altar de muertos, apenas suficientes para tomadores consuetudinarios como nosotros: han de caberles como cinco onzas o más de mezcal, no por nada estamos en zona lowryana.

–Vaya que eran otros tiempos, nada que ver con los actuales, cuando pareciera que el mezcal es víctima de su propio éxito y si no recompone su camino, su cultura va directo a la extinción– piensa este reportero al recordar ese pasaje, luego de realizar la presente entrevista a Ulises Torrentera.