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Cuatro años de historia gemebunda

Carlos R. Aguilar Jiménez

Se puede calificar o descalificar al gobierno actual de la autollamada 4T de diferentes formas, levantándolo hasta las nubes por entregar dádivas o, descalificándolo por populista, resentido social o lo que sea nos guste o si, sin embargo y al margen de  juicios de cada quien, lo cierto es que se trata de un gobierno con retrospectiva histórica gemebunda, preocupado por el pasado, por lo que sucedió, lo que pudo haber sido y no fue, de la misma forma que historiadores, paleontólogos o arqueólogos quienes según sus investigaciones del pasado relacionan sus descubrimientos con el presente, pero sin culpar con juicios retrospectivos a la historia y sus protagonistas.

A diferencia de otros tiempos según sabemos históricamente, nunca como ahora se había culpado de todo al pasado, porque la perspectiva de gobernantes y líderes era hacia el futuro, al porvenir, buscando mejorar las circunstancias y condiciones de vida de los gobernados, sin culpar ni achacar responsabilidades a antepasados o predecesores, que si para bien o mal fueron responsables o no se sus actos, lo importantes es lo que está por ocurrir, que se puede remediar, mejorar, optimizar o corregir, dejando la historia a historiadores, porque la historia si bien sirve idealmente para no repetir errores, no es útil para mejorar condiciones y circunstancias de individuos, familias o países, porque se puede culpar a la historia de condiciones actuales, pero como experiencia con perspectiva de futuro y, si en el pasado sucedieron cosas u ocurrieron eventos que mejoraron nuestro presente o no, lo que vale es actuar hacia adelante tratado de resolver los problemas o necesidades del presente, con proyectos, planes, intenciones o propósitos dejando la historia, porque ese debe ser el plan de vida de individuos y las naciones, el porvenir, futuro y lo que este por hacerse, porque lo que ya fue es historia que compete a investigadores, excepto si se trata del gobierno actual que de todo culpa al pasado, pero nunca a su propia historia gemebunda, los cuatro años de este gobierno, que tiene en este momento más historia que futuro y, que pasará a la historia como un gobierno historiador, que culpó a todos y todo; lo que hayan hecho o no, respecto del pasado, desde el neolítico, la conquista, independencia, revolución hasta el neoliberalismo, escarbando como paleontólogo, desenterrando como arqueólogo, hurgando como historiador o desempolvando errores, porque es fácil culpar a los demás, los signos zodiacales, familia, pobreza, falta de intelecto, la historia, el pasado o gobiernos anteriores, antes que asumir responsabilidad por el presente. El pasado ya no existe y si algo vale es asunto de historiadores y arqueólogos, no de gobernantes cuya responsabilidad y compromiso es mirar y gobernar con perspectiva e interés por futuro y expectativas optimas del porvenir. La historia y las culpas son asunto de historiadores, gobernar debiera ser de estadistas, no de gemebundos.   

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Ahora inhabilitar el calendario

Carlos R. Aguilar Jiménez

Como todas las vicisitudes, acciones, política, ideología o doctrinas que no le gustan al presidente, como el avión presidencial, aeropuerto, libertad de pensamiento, energías renovables o que los ciudadanos tengan aspiraciones para mejorar su calidad de vida y, quisiera eliminarlas por decreto autoritario, así el Horario de Verano al que calificó de nocivo o venenoso porque hace daño a la salud, inútil en cuanto ahorro de electricidad y además descalificó por ser horario o tiempo de países imperiales que imponen al pueblo bueno y sabio sus costumbres, enviando a diputados su despótica orden para que a partir de este año se elimine, debiera ser también una determinación que con la misma lógica e ideología, aplicará al calendario gregoriano que utilizamos desde que nos lo impusieron los conquistadores europeos.

El tiempo en sí es una abstracción, una percepción que únicamente existe en función de convencionalismos, costumbres o rutinas adecuadas a determinados usos o aplicaciones, como el día y la noche o el año, de tal forma que nuestras horas se cuentan en función de maitines en conventos, siendo de 60 minutos según la numeración sexagesimal de los babilonios y no la decimal que utilizamos en todo lo demás, de la misma forma que los meses y semanas según las fases lunares y los días de acuerdo a los planetas que se pueden ver a simple vista; no hay día de Urano ni Neptuno, de tal forma que afirmar el horario anterior al de verano era de Dios o natural, es afirmar que ese horario occidental, capitalista, burgués impuesto por los españoles es de Dios, sí pero del europeo no de los mexicanos. El horario, tiempo y calendario que usamos fue adoptado en México del Imperio británico que estableció el meridiano de Greenwich como cero fijando los husos horarios y el Tiempo Universal Coordinado UTC, para un funcionamiento coordinado en tiempo de todo el planeta, de tal forma que no es ningún horario de Dios, ni natural, es un horario inglés, emanado del imperio británico que se impuso a todo el mundo; los ingleses, por cierto, son anglicanos, no católicos y, si en realidad hubiera un horario de Dios y un calendario originario, este, en el México de las imposturas de transformación, debería ser el tiempo prehispánico, el del Calendario Azteca o Piedra del Dios, de Tonatiuh, no el de Jehová, de judíos y europeos en general. Si se abolió el horario de verano por neoliberal y nocivo, en justa correspondencia también debiera el presidente derogar el calendario con meses con nombres de emperadores europeos como Julio o Augusto, un calendario incorrecto, indicando septiembre: séptimo, octubre: octavo y así diciembre, que no corresponden, de la misma forma que el inicio de año se cambió a enero cuando asumían sus cargos los políticos romanos y que igual ahora, a capricho y despotismo presidencial cambian lo que no les gusta para quedar bien con el pueblo sabio que ni idea tiene qué es el tiempo, cronologías, interregnos o sucesiones temporales. 

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¿Ahora sí vamos a hacer algo por la ciberseguridad?

Pongamos todo en perspectiva con:

Carlos Villalobos

En menos de una semana, México ha sido noticia a nivel internacional por temas relacionados con la ciberseguridad interna. A pesar de que se niegue o se minimice, es importante tomar cartas en el asunto, desde el presidente hasta quien escribe estas líneas, estamos expuestos en el internet.

Es ocioso culpar, denostar y señalar lo obvio, ya se había anunciado que algo así podría suceder, sin embargo, nunca estuvo presupuestado que fuera de esta magnitud. Es tanta la información filtrada, que hacen falta casi tres días para descargar los seis terabytes de información.

El daño está hecho, no se va a poder reparar ni esconder lo que sucede, sin embargo, estamos en un momento ideal: gran parte de los medios de comunicación están acudiendo a expertos en el tema, se está tratando en las altas esferas y de acuerdo con un par de charlas con personas fuera del ciberespacio, mostraron real preocupación acerca de este tipo de temas.

En primer lugar, urge que, desde la federación hasta el municipio más pequeño del país se aumente el presupuesto destinado a la prevención y atención en temas de ciberseguridad. Además, es necesaria la creación de instituciones que de forma preventiva empiecen a promover la ciberseguridad y el cuidado de datos personales. 

Urge empujar desde los congresos locales y el congreso federal se impulse una ley de ciberseguridad. 

No me malentiendan, el contar con reglas y normas en este ámbito posibilita ver nacer a las instituciones necesarias para salvaguardar nuestros datos en línea, provocando un efecto de dos bandas: la protección de los ciudadanos frente al estado, así como el establecimiento de fronteras de actuación de las autoridades. Con esto, podremos tener certeza que las autoridades no actuarán más de la cuenta y garantizar que los ciudadanos gocemos del derecho que es navegar en internet de forma segura.

El par de puntos anteriores parecerían disparates, sin embargo, forman parte del Entendimiento Bicentenario entre México y Estados Unidos, el cual hace especial énfasis en la cooperación binacional en materia de ciberseguridad. El mismísimo Antony Blinken, secretario de estado de Estado Unidos, ha insistido en que México ponga el dedo en el renglón.

Este pasaje puede ser un aprendizaje, en esta ocasión fueron hacktivistas cuyo objetivo es que “la verdad salga a luz” (lo que sea que eso signifique), sin embargo, la próxima vez el país no podría correr la misma suerte, ya que pudieron haber sido terroristas o gobiernos extranjeros y en ese escenario, así como dicen en mi pueblo “que Dios padre nos agarre confesados”.

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30 años del “error” de Sinéad O’Connor

Ismael Ortiz Romero Cuevas 

Era un 03 de octubre de 1992, cuando uno de los ‘late night’ más exitosos de los Estados Unidos tenía como invitada a la talentosa cantautora irlandesa, Sinéad O’Connor, que iba a presentar su laureado tercer álbum llamado “Am I Not Your Girl?” y que había tenido un éxito tremendo dos años antes con la canción “Nothing Compares 2 U”, cóver del también cantautor estadounidense Prince, pero además, porque promovía desde su imagen alternativa, la paz, la protesta contra los abusos, los derechos humanos y el feminismo. 

Todo transcurría con normalidad en el programa, hasta llegada la parte final, donde la cantante decidió y eso sí, con la aprobación de la producción y los escritores, interpretar a ‘capella’ y con algunas modificaciones en la letra, el tema “War” original de Bob Marley que, dicho sea de paso, no formaba parte del disco que iba a promocionar y con la que O’Connor tenía preparada una sorpresa. En la parte final de la canción, cuando menciona la frase: “And we know we shall win, as we are confident in the victory of good over evil” (Tenemos la confianza de la victoria del bien sobre el mal) y específicamente cuando pronuncia la palabra “evil”, saca y muestra a la cámara una fotografía del entonces papa Juan Pablo II y la rompe para terminar con la frase: “Fight the real enemy” (lucha contra el verdadero enemigo), en protesta por los abusos sexuales a niños de los que El Vaticano era cómplice. Su actuación culminó con un incómodo silencio y no mereció ningún aplauso de los asistentes.

El programa regresaba para despedirse y Sinéad ya no estaba en esa parte de la emisión. Justo después de esa actuación, la cadena NBC, donde aún es transmitido “Saturday Night Live” (SNL) en lo que llaman su “novena era”, recibió cientos de llamados de la audiencia comentando que se sentían ofendidos por lo que O’Connor acababa de hacer, pero lo que realmente detonó que la NBC ofreciera disculpas de manera pública e iniciara una campaña de mala publicidad hacia Sinéad, fue porque se dice, hubo amenazas por parte de la cúpula de la iglesia católica y los grupos conservadores poderosos que presionaron a la cadena con que si eso no ocurría, sacarían del aire al canal. Por ello, a la siguiente semana el actor Joe Pesci, que presentó el monólogo de apertura, mostró la misma foto del papa diciendo que la había “pegado con cinta adhesiva” y que, si ese acto hubiera sido durante su presentación, “la (a O’Connor) habría abofeteado”. 

Sinéad entonces fue presa que insultos por parte de diversos medios de comunicación estadounidenses; la imagen le dio la vuelta al mundo cuando el internet aún no era masivo, pues se repartieron copias del video a diversas cadenas televisoras del mundo y donde no era transmitido SNL, con la consigna de criticar de manera negativa lo que O’Connor había hecho al aire, varias estaciones de radio se negaron a tocar su música y se organizaban en los Estados Unidos, quema masiva de sus discos y casetes. Esa mala publicidad, ser tildada de “loca”, ser señalada por diversas cadenas de atentar contra los valores cristianos, contra la familia y demás “buenas costumbres”, terminaron por hundir y acabar con la carrera en descomunal ascenso de Sinéad O’Connor que, por cierto, había recibido comentarios halagadores sobre ese nuevo disco que rescataba grandes clásicos de la música en versión ‘jazz’ y que presentó en esa fatídica emisión.

La carrera de Sinéad estaba terminada sobre todo en los Estados Unidos y el resto de nuestro continente por esta acción. El reconocimiento ganado por su anterior álbum, “I Do Not Want What I Haven’t Got”, y las excelentes reseñas que recibió en ese nuevo trabajo “I Am Not Your Girl?”, de nada le sirvieron para levantar las ventas de ese material discográfico, tampoco el Grammy ganado y sobre todo, el reconocimiento de especialistas que siempre había tenido a lo largo de su entonces corta carrera. Todo se fue por la borda, la triunfante carrera de la irlandesa había acabado en esta parte del mundo. 

Aún con eso, siempre hubo una parte de su público que la apoyó y siguió consumiendo su música y sus creaciones. Hubo gente que aplaudió la valentía de la cantautora para rebelarse ante una institución tan poderosa como la iglesia católica y a una empresa televisora de las más influyentes del planeta. Años más tarde se conocería la historia de la cantante, donde se cuenta que ella misma fue una víctima de abuso por parte de integrantes de la iglesia. 

En 1992, los tiempos eran otros y lo que decía y mostraba la televisión era prácticamente la realidad que mucha gente, (porque mucha no), aceptaba; la censura era una acción cotidiana si se atentaba contra los intereses monetarios de las empresas y la violencia contra las mujeres se exponía sin ningún tapujo; algo que afortunadamente se está acabando gracias a las redes sociales. Sin embargo, el daño hecho a Sinéad fue irreparable. Años más tarde, ella se disculpó por el acto y le ofreció esas salvedades también al Papa, argumentando que ahora ella también era una mujer de fe, sin embargo, tampoco pudo levantarse. Ahora, O’Connor sigue siendo una artista con un moderado éxito en Europa y prácticamente inaudible en América, sin embargo, su valiente acto pudo generar mucha conciencia en los jóvenes de aquellos años y que no fue reconocido hasta años más tarde por todos y sobre todo, por gran parte de su público, hoy señores cuarentones o cincuentones que, hace tres décadas, vitorearon en silencio el arrojo de una chica que defendió sus ideales a costa de su carrera.

Mi Twitter: 

@iorcuevas

“Yo le avisé mi lic.”

Carlos Morales

Al medio día de aquel día de marzo de 2003, en mi bella oficina de defensor federal adscrito al juzgado octavo de Distrito atendí a Renata. Piel clara, estatura regular, porte distinguido. Usaba una chamarra azul deslavada que realzaba su porte digno y triste. Hablaba con mucha dignidad. No pasaría de los 30 años. Miraba tristemente y la tristeza ocultaba sus rasgos finos. Su segundo apellido me permitía advertir su pertenencia a la vallistocracia, es decir, a las familias del rancio abolengo oaxaqueño. De la mano llevaba dos niñas que interrumpían la conversación.

Me explicó que Ulises era su marido. Yo acababa de asistir a Ulises en su declaración preparatoria por portar un arma larga de fuego de uso exclusivo del ejército. Ulises era moreno intenso, color mugre como yo y la señora era como lo digo sin que suene feo, pues, diferente.

“Lo conocí en Plaza del Valle, en los juegos electrónicos y nos enamoramos –dijo al ver mi sorpresa– dejé la prepa y me fui a vivir con él. Mis padres no lo quisieron, suspendieron toda ayuda. Vivimos en Xoxo con las niñas, no estamos bien económicamente. Siempre sospeché que él hacía cosas malas. Creo que se dedica a robar casas. Y ahora esto”, dijo refiriéndose al proceso de arma de fuego.

Expliqué con seriedad pero con mucho tacto la gravedad del problema. Ulises había confesado ante la Fiscalía haber portado el arma de fuego. Al finalizar el proceso recibiría diez años de prisión. Y que de esa pena debería por lo menos cumplir seis en la penitenciaría de Ixcotel.

El proceso siguió con su inexorabilidad. Ofrecí todas las pruebas posibles: argumenté el error de tipo, la violación al derecho humano a la autoincriminación, violaciones al debido proceso. Lo visitaba cada 15 días en la peni. Conversábamos. La sentencia llegó sin sorpresas. Interpuse la apelación y después el amparo directo. El amparo fue denegado. La pena de diez años de prisión quedó intacta.

A la señora Renata la veía con relativa frecuencia haciendo fila para ingresar al reclusorio. Regularmente acudía a mi oficina para ver cómo iba el asunto de su marido. Comunique a la señora la pena impuesta. Le recordé que debido a los beneficios preliberacionales una pena de diez años se cumplía en seis. Y que estuviera atenta cuando cumpliera cinco años para tramitar la remisión parcial y la preliberación. Su rostro no reflejó tristeza ni alegría. No volví a saber de ella. Las redes sociales no existían y los teléfonos celulares eran artículos de lujo.

La mañana del cinco noviembre del 2003, amaneció nublado y chispeaba. En el mercado de la Colonia Reforma aún olía a flores amarillas. El olor a “muertos” todavía no se dispersaba. En el comedor Rosita desayuné enchiladas verdes. Al final me acerqué al puesto de revistas La palma: El Universal cabeceaba la nota: “Congreso reduce penas a delitos de portación de armas”. 

Compré el periódico. El Universal relataba toda la historia:

En el 99, el Congreso Federal a instancias de Zedillo, para frenar el uso de armas de fuego en todo el país, endureció las penas de manera excesiva: a la portación de una pistola nueve mm. le fijó prisión de cinco a diez años y a la de una carabina 30-30 o un R-15, de diez a quince. Ni más ni menos. Tenía más pena que el delito de violación.

Toda reforma que combate las consecuencias pero no las causas está condenada a fracasar. Los reclusorios del país alojaron a campesinos por portar viejas escopetas y carabinas heredadas de abuelos revolucionarios. Queriendo reprimir delincuentes terminaron encarcelando ejidatarios y comuneros. Ahora, para remediar eso, Vicente Fox, había presentado una contra reforma que el Legislativo había aprobado.

Conseguí el Diario Oficial en la hemeroteca Néstor Sánchez. Me puse feliz. Los años de pena de prisión se redujeron: las de diez pasaron a tener cuatro y las de cinco a tres. La reforma permitía que las personas sentenciadas a diez años podrían obtener su libertad si la pena era reajustada a cuatro. Retorné en chinga, es decir, rápidamente a la oficina. Con Albis Franco, revisamos los expedientes de portación de arma de fuego de uso exclusivo.

El primer expediente que saltó a la vista fue el de Ulises. El viento de la rosa de Guadalupe le golpeó la cara. El delito por el que fue juzgado, que tenía como pena mínima diez años ahora tenía cuatro, es decir, ahora no rebasaba la línea negra. Haciendo el ajuste reductorio podría obtener un beneficio sustitutivo o la condena condicional y salir de la prisión.

Pero había un problema. Recuerden que aún estábamos en la obscura noche del medioevo y las reglas del proceso eran las de viejo sistema escrito e inquisitorial.

En el caso de Ulises ya habíamos agotado todo el proceso, la apelación y el amparo directo. No teníamos un mecanismo para hacer valer la reducción de pena. Puse de cabeza el Código Penal Federal. El artículo 56 apareció luminoso: la aplicación de la ley más favorable. Y me dije “de aquí soy”.

Promoví un incidente no especificado de aplicación de la ley más favorable y solicité la sustitución de la pena por tratamiento en libertad. 20 días después, el juez, sin que le temblara la mano, con valentía y generosidad, declaró procedente el incidente y otorgó el sustitutivo de libertad. El primer beneficiado en el país por la reforma foxiana fue Ulises. Fue el primer incidente de aplicación de la ley favorable en todo el país. Después la SCJN inventó el incidente de traslación de tipo.

Con la resolución encaminé mis pasos a la penitenciaría. Ulises brincaba de gusto. No podía creer que saldría de la cárcel. Se había hecho a la idea de permanecer seis años en prisión y aun no cumplía ni un año. Me dio las gracias y abandoné el residencial Ixcotel. Marqué a la señora Renata: “el número que usted marcó ha sido cambiado”.

El tiempo pasó.

Me olvidé del asunto como lo ordena el mandamiento laico de San Eduardo Couture. La vida siguió. Los feligreses de Simón de Cirene estábamos dispersos en todo el país y las redes aún no se inventaban. Envíe el incidente y la resolución a la superioridad para su difusión. En aquellos años previos a la guerra contra el narcotráfico, el trabajo de un defensor federal se constreñía a defender a portadores de arma de fuego y poseedores de marihuana y de vez en cuando algún servidor público por abuso de autoridad. Aun no se desencadenaba la violencia que hoy vive todo el país.

Pasaron tres años. En marzo del 2006 acudí a la penitenciaría y pedí al boquetero que llamara a las personas de la lista de visita. El boquetero empezó a mencionar los nombres. Lo vi bien. Se me hizo conocido. Abrí los ojos. Lo observé con detenimiento. Estaba flaco y pelón pero si era. Era Ulises. Si. Estaba en el interior de la penitenciaría.

—¿Qué haces aquí? Cuestioné.

Abrió los ojos. Apenado me respondió: Yo le avisé mi lic. Yo le avisé.

—No te entiendo, cuéntame, porque sigues aquí, porqué estás aquí de nuevo.

Ulises jaló aire. No le veía muchas ganas de contarme. Pero insistí. Entonces empezó a decirme:

—Cuando llegó el oficio de mi libertad marqué a Renata. Ella estaba en nuestra casa. Le dije que ya iba saliendo de la cárcel. Que ya me habían dado mi oficio. Me dijo “Estas loco. Saldrás dentro de cinco años. Eso me informó el licenciado Dobleclick.” No me creyó. Firmé el papeleo. Salí de la peni. Caminé respirando el aire frío de la libertad hasta la zona militar. Y desde el teléfono público le marqué de nuevo. A la tarjeta Ladatel, le quedaban 26 pesos.

—Continúa por favor. Le dije intrigado.

—Me contestó Renata. Le dije que escuchara el ruido de los carros, que estaba afuera de la cárcel. Que ya iba para la casa. Ella empezó a reír: “no seas mentiroso, me estás mintiendo”. Fui caminando, despacio, haciendo tiempo. Llegué al estadio de beisbol, volví a marcarle. Ella volvió a decirme que me tranquilizara, que no bromeara con eso. Avisé que llegaría en dos horas. Pero no me hacía caso. Seguí caminando y en la gasolinería Universidad volví a marcar: “ya voy a llegar, estoy por CU”. Escuché que estaba cocinando.

—Ajá y que más. Inquirí.

—Caminaba despacio. Haciendo tiempo. Quería llegar a casa y no quería llegar. Cuando estaba en El tequio volví a marcar. Estoy cerca, le dije. Llegaré en media hora. Molesta colgó el teléfono. Seguí caminando. La libertad me daba angustia y dolor de cabeza. Volví a llamarle: estoy a una cuadra de la casa. Ella me contestó: “deja de estar soñando. Saldrás en cinco años. No estés chingando”.

Ulises tenía un nudo en la garganta. Continúo el relato:

—Quité el alambre que sujetaba la puerta de lámina de Tecate. Y entré a la casa.

—Si, y que pasó. Pregunté compungido. Mientras a Ulises los ojos se humedecían.

—Ahí estaba él. Dijo Ulises —sentado en la cabecera del comedor que yo había comprado, Renata le servía la comida y las niñas jugaban de un lado al otro de la pieza. Era una escena familiar hermosa. Se respiraba la paz del hogar. Renata me miró con sorpresa, luego desprecio y finalmente con terror. El don me miró a los ojos. Yo ya lo sabía mi lic. No hay nada de lo que uno no se entere en este pinche lugar. Yo hasta conocía sus datos generales. Hasta me caía bien ese cabrón. Yo sabía que él las cuidaba, que las procuraba. Yo lo supe lic. Y nunca le dije nada a Renata, no se la hice de jamón. Me mordía uno y me apachurraba el otro. Yo prefería que solamente anduviera con él a que anduviera sola o a que anduviera con varios. Por eso cuando salí de la peni le avisé mi lic para darle tiempo al don que agarrara sus cosas y se fuera. Por eso caminé despacio para darle tiempo a que se fuera. Pero Renata no me creyó. Yo le avisé mi lic.

—Y que pasó, después, pregunté preocupado.

—El señor me pidió que me fuera. Que esa casa ya no era mi casa, que mi mujer ya no era mi mujer y que mi familia ya no era mi familia. De repente me quedé sin nada. Me emperré. Y al ver que yo me enchilaba tomó una pala y me pegó en la espalda, pero yo soy perro viejo mi licenciado. Y le dí a guardar la lezna en el estómago una y otra vez. Con esa lezna costuraba balón. Lo vi como chillaba de dolor y luego se quedó quietecito bien muerto. Se armó un desmadre. Renata gritaba y lloraba y abrazaba al difunto. Me miraba con odio infinito y a él con amor desmesurado. Salí corriendo por la calle Independencia, le pedí a un mototaxista sus servicios, pero me apañó la municipal y me trajeron de nuevo. Solo duré medio día afuera. La vida no es fácil. De Renata no he sabido nada, alguien me dijo que se fue a Chicago.

Tomó mi lista y en el boquete, con la voz quebrada, lo escuché decir:

“Daniel Aguilar Santiago, pasar al locutorio.

José Luis Figueroa, pasar al locutorio.

Yo le avisé mi lic.”

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@carlomorales

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Realidad ¿qué es?

Enrique Domville

Las veces que en nuestros pensamientos dudamos de lo escuchado y ahora dudamos a veces de lo visto, que es presentado por el método preferido de algunos, alterar la realidad y enviarla por los medios electrónicos como lo son las noticias falsas, pero desde siempre, cada uno es quien vive su interpretación de los hechos, sujetos a interpretación, que dependen del estado emocional, el tiempo y la circunstancia; en la historia todo lo escrito, nos da la idea de la realidad del autor, cada uno define de acuerdo a su interés, o preocupación el tema que es relevante y lo escribe, esto se aplica, también a todo lo hecho por el ser humano y la motivación existe en cada momento de ejecutar (un algo) lo que primero es idea y luego un hecho, por lo que la realidad de cada persona se ve reflejada en su creación, se ven los fines de cada acto, que el ser humano realiza, su motivación, realidad y beneficio del hecho (político, económico, social, altruista, o egoísta, los motivos religiosos, o las creencias de las costumbres lo ideal es que fueran de auto-perfección).

Por lo que cada uno en su interpretación asociado a su interés, deseo, tendrá su verdad, Henri Bergson (1859- 1941) filósofo y escritor ganador de un premio Nobel en Literatura con su obra “La evolución creadora”, nos dice que nuestra inteligencia nos da todo lo necesario para explicar no solo el universo físico, sino también las fuerzas ocultas que lo configuran. Este autor nos recuerda en su obra a Hannah Arendt (1906-1976) quien sobre la vida humana escribió: “Nuestra personalidad surge, crece y madura sin cesar. Cada uno de sus momentos es algo nuevo que se suma a lo había antes. Podemos ir aún más lejos: no solo es algo nuevo, sino imprevisible”.

Cuando hablamos de estados de ánimo, nuestra percepción es diferente, dependiendo de esto, demostrado esta por las diferentes facetas que autores como Miguel de Cervantes o William Shakespeare les dan a sus personajes basados en la voluntad y la apreciación personal, características y comportamientos según lo que el autor plasmó sobre lo que el personaje considera su verdad.

Arthur Schopenhauer (1788- 1860) siempre escribió desde la melancolía, pesimismo diciendo que al final la verdad es dolorosa. Todos y cada uno cada momento de nuestra vida pasamos por diferentes etapas y de todas siempre nos queda el conocimiento, acompañado de felicidad o tristeza y esto se debe al momento en el evento recordado sucedido en nuestro conocimiento y apreciación, con estado de verdad al hecho recordado. La verdad cambia en lo que creemos mas no en lo que es un hecho consumado como lo es la noche y el día o el frio y el calor. Cambia en nuestra manera de apreciar y ver y sobre todo entender los comportamientos, las actitudes y cambia con el conocimiento de la función o sitio dentro del universo y nuestra vida.

El peligro se encuentra en la creencia en los que no sabemos su real motivación ni sus deseos, hacer mía una verdad de otro sin análisis real sin emociones de las ideas o hechos, esto recordado por Nassim Nicholas Taleb en su obra, El cisne negro, dice que una pequeña cantidad de cisnes negros derrotó a la verdad de que solo existían cisnes blancos.

Nuestra vida está determinada por lo inesperado, o aquello que consideramos nuestra verdad hasta que un evento o hecho nos demuestra lo contrario. Difícil es la vida y las circunstancias, por lo que cuando requerimos ponernos de acuerdo se vuelve complicado a menos, que antes de discutir, pensemos en un objetivo para el bien de lo que estamos tratando de llevar a cabo y busquemos

soluciones para todos, no para beneficio personal del ego de unos cuantos. Bertrand Russell dijo la siguiente frase aún vigente en nuestros días “Lo único que redimirá a la humanidad es la cooperación”.

Todos somos iguales, todos merecemos respeto, cada uno es único y diferente, sus apreciaciones, sus emociones y conocimientos cada uno con una verdad que puede cambiar con las circunstancias, los cambios dependen de nuestra mente, con nuestra actitud con la vida y el futuro; la esperanza es una arma poderosa, si conlleva respeto para mí y para otros, con análisis, conocimiento y entendido el mundo como lo que es y no como lo que queremos sea.

enriquedomville@gmail.com

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Examen profesional

Carlos Morales 

Había  lloviznado y las piedras verdes estaban humedecidas pero el sol había reaparecido rápidamente dejando entrever el diáfano azul del cielo de la Verde Antequera. El año había pasado muy rápido y ya estábamos finalizando septiembre. Habían pasado dos años desde que en el mismo lugar habíamos quemado en una ceremonia atávica los gordos libros de Burgoa al ritmo de los Caciques. 

Entré por la puerta principal del bellísimo edificio de la Universidad que aún lucía las imágenes biseladas de Porfirio Díaz y Benito Juárez a cada lado de la puerta.  Con el cabello brilloso por el Wildroot y traje azul de rayitas comprado a crédito en Plaza Antequera acudí a la cita con el destino.

No eran días fáciles para la Universidad. Dos días antes, en la explanada de C. U., manos criminales habían dado muerte a un líder sindical dejando una estela de incertidumbre y miedo entre los estudiantes asombrados por el inusitado nivel de violencia. La nota roja de aquellos años no era lo que es hoy. Bastaba media hoja de El Imparcial para narrar nuestras sencillas historias de horror.

A los pies del metálico Benito, un grupo pequeño de estudiantes vociferaban consignas exigiendo la investigación de los hechos y la presentación de los culpables. Amenazaban con tomar el edificio central y ponerse en huelga. Eran los protestadores de siempre. Lo mismo protestaban por el alza en las inscripciones, por el aumento en el precio del pasaje o por la carestía de la vida. 

Junto a la puerta del Manuel Palacios y Silva, impecable y grave, de pie, el presidente de mi jurado. Había sido mi maestro de Derecho Constitucional y de Amparo. Me hizo memorizar el antiquísimo concepto de autoridad para efectos del juicio de amparo hoy desfasado por el drittwirkung der grundrechte.

El maestro David Rodríguez me asustó: “hay protestas, no tardará en que se apoderen del edificio, no puedo poner en riesgo a los integrantes del jurado, lo mejor es posponer tu examen”.

Sudé caliente yo que ya andaba sudando frío por el temor propio del examen. La aseveración del maestro David significaba alargar el suplicio pero lo que más me preocupaba era haber pagado anticipadamente la cena de celebración para 50 personas en el restaurante “Las quince letras” de doña Celia Florian. 

Me dirigí al líder, que por cierto era mi paisano, le dije que me dieran chance, que era mi examen profesional. “El interés colectivo de pedir justicia deberá prevalecer sobre el bien individual y tu examen puede esperar”. Me dijeron. De pronto uno de ellos, fue más pragmático: “Hemos protestado todo el día y no hemos comido ¿qué puedes hacer por nosotros?” Saqué un billete de doscientos y se fueron gritando consignas al “Titos” por las de choriqueso.

El escenario estaba listo. En el hermoso salón de exámenes profesionales el jurado estaba completo. Heriberto Antonio y Hermógenes García flanqueaban a don David. Empezó el examen. 

El presidente me preguntó si me gustaba la poesía y respondí que sí. “¿Qué significa la frase ‘era la media noche del 15 de septiembre de 1810 y el sol reverberaba en el cielo’?” cuestionó: “la noche era una referencia a la nocturnidad pero la mención al sol era el brillante llamado de Hidalgo a la libertad para la América Mejicana”. Le respondí. “El método de interpretación de la poesía es el mismo método para interpretar el derecho.” Me dijo. 

Mi tesis profesional: el Ombudsman de la Democracia. El maestro David me cuestionó sobre si no teníamos una inflación de instituciones, “muchos elefantes blancos y tú, me dijo, quieres crear el ombudsman de la democracia”.  No. Repliqué. Los derechos políticos en México no tienen protección: el amparo y el sistema no jurisdiccional no pueden remediar la violación a los derechos políticos electorales. Aun no existía el sistema de medios de impugnación que ahora conocemos.

A medio examen, ordenó: “Salga a dar una vuelta al segundo patio, respire, jale aire y regrese”. Fui al segundo patio, respiré, jalé aire y volví. Regresé para contestar puntualmente las preguntas del maestro Heriberto Antonio con quien desde entonces me une una amistad. Hermógenes me preguntó sobre temas laborales que sorteé citando algunas ideas robadas a Cavazos y Nestor de Buen.

Me aprobaron en el teórico. Ya había anochecido. Sólo faltaba el examen práctico. El maestro David me pidió que elaborara una demanda de amparo contra la determinación del juez de ordenar la práctica de la ficha signaléctica. De memoria escribí mi demanda en la que cité la jurisprudencia de la SCJN e hice control de convencionalidad. Entregué mi examen. Y el jurado me sacó del salón para deliberar.

Volví para la toma de protesta. El Wildroot había perdido fuerza y los cabellos habían tomado su rígido camino. El maestro hoy finado David Rodríguez, emocionado hasta las lágrimas dirigió unas palabras que jamás voy a olvidar. Habló de la lamentable situación de la Universidad y de las virtudes de los abogados y de las buenas personas: “Si la universidad se va a salvar será por gente como tu, Carlitos”. Con esas palabras empecé a caminar de la búsqueda de la justicia. Recibí mi título de obrero del derecho, de artesano de la justicia. Y aquí sigo. 

De eso ya pasaron algunos años y si hoy lo cuento es porque hace unos días finalizó septiembre, porque a media tarde lloviznó pero el sol salió de nuevo, porque andaba por el centro histórico, compré un esquite al elotero exitoso, y aproveché para entrar al edificio central y me dio mucha tristeza ver el estado en que se encuentra. Nuestro edificio no volvió a ser el mismo desde que fue quemado el Paraninfo y es necesario recuperar, neta que si, como dijo el Maestro David, el prestigio de la Universidad. Es ahora.

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Mediante intervención de SAPAO, empresa indemniza a familiares de trabajador fallecido

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Oaxaca de Juárez, Oax., 30 de septiembre de 2022.- Los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado de Oaxaca (SAPAO), lamentan lo ocurrido en la obra de rehabilitación de drenaje en avenida Símbolos Patrios, donde perdió la vida Alejandro Azael V. G., trabajador de la empresa “Constructora México de Proyectos Inteligentes de la Nueva Generación S.A de C.V.”, contratada por este organismo para ejecutar la obra.

Los hechos se registraron este jueves en el transcurso de la mañana, en el margen derecho de la avenida Símbolos Patrios, entre prolongación de Xicoténcatl y Fiallo, cuando el trabajador se encontraba laborando en la zanja, donde desafortunadamente un alud de tierra le cayó encima y le provocó la muerte.

Ante este hecho, el Gobierno del Estado instruyó a la dependencia hacer presencia en el lugar para realizar labores de ayuda y brindar el apoyo necesario a la familia.

Asimismo, en coordinación con la SEGEGO, el director general de SAPAO, Reynaldo Hernández Cuevas, se trasladó a las instalaciones de la Fiscalía General del Estado de Oaxaca (FGEO), para encabezar las pláticas y acompañamiento a la familia de Alejandro Azael V. G., con la finalidad de constatar el cumplimiento de las obligaciones legales por parte de la empresa ejecutora de la obra, a través de su representante legal ante este lamentable suceso. 

Cabe señalar que en todo momento los deudos fueron asistidos por sus abogados defensores.

De igual manera, SAPAO acompañó a la familia hasta que se dio total cumplimiento con la reparación del daño conforme a la ley y reitera su más sentido pésame a familiares y amigos.

Les olvidé decir adiós, Austin TV

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Pongamos todo en perspectiva con:

Carlos Villalobos

Para muchos como yo, el regreso de la banda mexicana de post-rock, Austin TV, es un abrazo para el alma luego de más de nueve años fuera de los escenarios y de la esfera pública como grupo. Quienes crecimos escuchando su música, crecimos en un ecosistema en donde el Myspace y el Metroflog, eran el símil de TikTok e Instagram en la actualidad. 

Con su lema de mil batallas “Tú cara importa, importas tú”, revelaban que el proyecto iba a versar acerca de las sensaciones, la música y como los silencios y las melodías se podían bailar y no necesitar de una voz cantante, voz que ocasionalmente se convertía en gritos o fragmentos de películas, y que a su vez sólo servirán de acompañamiento mientras las hojas caen.

Como músico, que intentó pertenecer a la ola musical independiente, fueron un modelo a seguir; no tenían un sello discográfico, grandes detrás y el internet fue su mejor difusor y lograron llegar a sitios en donde jamás se hubiera pensado ver a un proyecto independiente mexicano.

El misticismo que rodea(ba) a la banda siempre fue parte de su encanto, cada escenario que pisaban, lo convirtieron en suyo; algunas veces con máscaras de conejo, otras disfrazados de árboles, siempre respetando la regla principal: lo que importa eres tú.

Austin TV representa todo por lo que una generación luchó: ser uno mismo, trabajar en equipo, construir juntos, respeto, paz y armonía, lamentablemente, el tiempo no nos perdonó y como la gran mayoría, nos tocó crecer. Sin embargo, siempre había espacio para voltear atrás y recordar ese momento de libertad, muchos sentimos que olvidaron decirnos adiós.

Abrazados por rockeros y por emos, que en aquel momento era la principal lucha de castas, hoy en el país nos han dicho que tenemos que estar divididos entre chairos y fifís o whitexicans y morenos. Su regreso parece un respiro, no hace falta esperar a las flores sobre las piedras, hoy podemos reunirnos a su alrededor. 

Siempre estuvieron ahí, creciendo con nosotros, pero siempre expectantes. Crípticos como usualmente, o al menos como yo recuerdo, un día aparecieron posters en la capital del país con su icónica frase. De repente, un correo electrónico llegó a quienes escanearon el código del cartel y descubrimos lo que estaba pasando ¡Austin TV regresaba con un nuevo sencillo! el cual no desentona con la estética que los ha caracterizado.

Un cambio de portadas e imágenes de perfil en sus redes sociales y se oficializó. Era un hecho, soñamos años por este momento, sin embargo, no se sentía bien, se sentía como que nadie está aquí, no hay nadie aquí, nada hay aquí.

No todo fue celebración, y con esto espero no herir susceptibilidades. Primero, el regreso se da con “Wakks”, manager de proyectos que arrastra un par de acusaciones que no se han desestimado y que son bastante graves. Lo segundo, Mario Sánchez, miembro pilar del proyecto no regresaría por continuar su labor como Managing Director en Downtown Music México. Tercero, de un día a otro avisaron de un evento en el mítico Multiforo Alicia, el cual evidentemente no daría espacio a los miles de fans que reunirían. Cuarto y más importante, perderían esa esencia críptica que siempre los caracterizó, esa fina medición de los detalles para hacer cada experiencia única.

En el momento en que termino de redactar estas líneas, el Foro Indie-rocks ve el regreso de una de las bandas más importantes de la historia del rock mexicano, mientras muchos disfrutamos en silencio en nuestras casas imaginando esa emoción, deseando que no sea la última noche del mundo que los vea juntos en un escenario.

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“Dahmer”: desmembrando al monstruo

Ismael Ortiz Romero Cuevas 

Hay que ver “Dahmer-Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer” de Netflix por muchas razones y no solo porque está basada en terroríficos hechos reales, sino porque desde el primer episodio nos presenta una historia de un asesino serial, que nos deja impresionados por la maldad casi natural del personaje principal y que aunque posee elementos sumamente sugestivos, nos llena de sinsabores, miedo, enojo y tristeza.

Y no es que justifique al villano, sino lo interesante de esta serie es justamente que no se enfoca en realizar una especie de continuación de “American Crime Story”, por cierto, creada también por Ryan Murphy; sino que explora de manera esmerada la psique del asesino serial Jeff Dahmer “el carnicero de Milwaukee”, interpretado de manera grandiosa por Evan Peters, y que de alguna manera, argumenta el desequilibrio mental que lo llevó a realizar tan escalofriantes asesinatos, el rechazo a su persona y sobre todo, las vivencias que su mente no tolera para convertirse en un verdadero monstruo, tratando de controlar a toda costa a sus víctimas. 

Una de las situaciones que hay que agradecer a los guionistas y producción de “Dahmer-Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer”, es que crean una verdadera ‘crime story’ que se centra en la óptica de las víctimas y no en la historia biográfica o a la investigación que causó la detención del criminal en 1991, después de trece años de esquivar la cárcel. Ese simple cambio de visión en la narrativa hace que la historia resulte no solo refrescante, sino novedosa precisamente porque se aleja de lo que los estándares que la televisión marca en la realización de las series de este género, sobre todo por lo sobre explotada que ha sido la historia de Dahmer en otros dramas y documentales. 

Y ese estilo de narración lo podemos ver desde el primer episodio, que resulta cardiaco en su desarrollo y visualmente una belleza, donde somos testigos del ‘modus operandi’ de Dahmer, del cortejo a sus víctimas, de la elegancia y sofisticación de su comportamiento, mostrando con una actuación prodigiosa de Peters, cómo disfruta el enamorar a los chicos adolescentes que serán sus caídos, pero además, como somos testigos haciéndonos conscientes que el tiempo de su nuevo enamorado corre en contra. Los productores y directores saben la calidad histriónica de Evan Peter y aprovechan cada gesto, cada movimiento y cada caminar que el actor le otorga a su interpretación, haciendo de ese toque glamuroso del personaje, resulte esta vez aterrador; sin embargo no hace a Dahmer la estrella del ‘show’, al contrario, el guion nos lleva a los orígenes solo en momentos necesarios, para contextualizar el comportamiento errático del asesino para tratar sin piedad a las filias que el personaje creó por su dura infancia. 

https://www.youtube.com/watch?v=6Mwkqdy2hLA

Uno de los puntos más criticados de manera negativa de “Dahmer-Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer”, es que el creador, Ryan Murphy se ha quedado algo “contenido” con respecto a la forma de desarrollar sus historias, que generalmente concluyen de manera más explosiva y eufórica. Sin embargo, el tono de la serie y la fineza con que han retratado temas tan delicados como el tratamiento a la comunidad LGBTTTQ+, a los familiares de las víctimas y a la producción misma, justifica que la serie lleve un ritmo que no es típico en sus historias, lo que la hacen un documento digno de disfrutar, reflexionar y entender. 

Las emociones fuertes de hacen presentes con “Dahmer-Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer” que resulta una serie tan interesante como aterradora, además que es minuciosa con los detalles y que algunos en serio que nos vuelan la cabeza. Esta serie de diez episodios de aproximadamente 50 minutos de duración es protagonizada por: Evan Peters, Niecy Nash, Molly Ringwald, Michael Learned y Richard Jenkins y de verdad, vale mucho la pena. 

Mi Twitter: 

@iorcuevas