“Pulpo” camionero y gobierno se arreglan. ¿Y la sociedad?

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+ Resistencias internas… rasgo de priismo cambiante

Un aspecto que no debería quedar fuera de la discusión sobre el transporte público, es el de la opinión y postura que tiene el usuario. Al menos en Oaxaca, es imposible que las personas que todos los días utilizan los autobuses urbanos, puedan hacer una queja efectiva, y una recriminación real al pésimo y peligroso servicio que reciben. No pueden porque el sector está sujetado hegemónicamente a un duopolio, en el que el común denominador se localiza en las arbitrariedades y el mal servicio; porque el gobierno es totalmente omiso e insensible al sentir ciudadano; pero también porque nosotros mismos, los ciudadanos, hemos construido poca conciencia, poca cultura, y pocos caminos para poder quejarnos adecuadamente.

El asunto no es menor, si se observa desde las trincheras ciudadanas. En esta ocasión, como en casi todas, el tema de la discusión sobre el transporte público, se centró en las necesidades económicas que argumentaron los concesionarios que controlan las líneas camioneras, y las “resistencias” que débilmente puso el gobierno estatal, para tratar de ejercer sendas presiones, y lograr un acuerdo respecto al establecimiento de una nueva tarifa. Nadie tomó en cuenta, cualquier cosa que tuviera que decir quienes finalmente son quienes utilizan, quienes pagan, y quienes padecen el servicio de transporte urbano que reciben. Es decir, el sentir de los usuarios.

Ese es, en realidad, uno de los aspectos más graves de la deslegitimación que hoy pesa sobre el incremento a la tarifa del transporte público. En un momento dado, pudiera considerarse como válido aquel argumento que señala que los costos del combustible, de las refacciones, y de los insumos de las unidades, se ha elevado tanto como para hacer necesario un incremento al precio del pasaje, que rebasa el 20 por ciento respecto a su importe anterior.

Podría también comprenderse que, como lo dice la autoridad, estos incrementos fueran sólo una recatada correspondencia al aumento anual de la inflación, y a la contención de las tarifas —para no incrementarse anualmente en relación al aumento del costo de la vida— decretadas por disposición oficial. La autoridad dice, como argumento de defensa, que de todos modos las tarifas tienen que ajustarse a la realidad económica, y que por eso era necesario este incremento.

Sí. Esa y cualquier otra razón podría asumirse totalmente como válida, siempre que unos y otros —es decir, el gobierno y los concesionarios— honraran medianamente su palabra y sus promesas. Si a partir de diciembre de 2007, hubiera ocurrido un mejoramiento visible en la calidad del servicio que prestan, en la renovación de unidades, en la contratación del seguro del usuario, y en la disminución en las estadísticas de accidentes, lesionados y muertos en los que estuvieran relacionados autobuses de servicio urbano, entonces, de entrada, no habría problema alguno para legitimar este incremento al costo del pasaje.

Pero si esto —que son las meras razones objetivas— no ocurrió, mucho menos hubo sensibilidad para comprender que como no son ellos —camioneros y gobierno— quienes pagan los costos de sus decisiones, entonces cuando menos tendría que ser necesario escuchar al usuario, y que éste legitimara los incrementos base a su propia experiencia en la utilización del servicio.

Nadie voltea a ver al ciudadano que todos los días utiliza el transporte urbano, porque esto equivaldría a tener un choque artero con la realidad. A diferencia de otras ciudades, en las que el transporte público se usa como opción y no como una necesidad irremediable, nadie en Oaxaca utiliza el transporte público como una alternativa: todo aquel que puede, se compra un automóvil, para dejar de padecer al “pulpo”. Esto, de entrada, tendría que ser al revés, y así se evitarían congestionamientos, contaminación y cientos de percances viales cada año.

Sin embargo, lo que queda claro es que en la entidad, el grueso de los usuarios no tiene ni la idea de exigir un transporte público más eficiente, y mucho menos la de poder castigar enérgicamente a quien no cumple con las expectativas. Por una parte no puede hacerlo, porque no existen opciones. Pero por el otro, y también queda claro, es un asunto que no le provoca mayor interés.

OPOSICIÓN PRIISTA

Sin embargo, frente a toda esta aparente estela de desencuentros, habría que comenzar a considerar algunos destellos importantes, nada menos que entre las fuerzas partidistas involucradas en el asunto. Uno de esos destellos, fue la propia oposición que presentó al Cabildo, el bloque de concejales priistas en el Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez.

Fueron éstos, a través del regidor Rodrigo González Illescas, y no los partidos de oposición, quienes presentaron un punto de acuerdo en el que solicitaban al Gobierno del Estado, y al Congreso local, que no autorizara incrementos a la tarifa del transporte público, por la difícil situación económica por la que atraviesa el país, y por el incumplimiento de los acuerdos por parte del llamado “pulpo camionero”.

Aunque se ha soslayado dicha acción por quienes desearían una oposición ruidosa pero poco efectiva, es evidente que esta resulta ser una primera demostración de oposición interna, planteada con responsabilidad y mesura, al seno de un priismo que está acostumbrado a actuar siempre en bloque, convalidando las decisiones que se toman desde los órganos superiores del partido o del gobierno, sin siquiera considerar si la medida tiene o no impacto negativo para sus propios intereses, para su imagen como fuerza política cercana a la ciudadanía, o para la misma población que es quien enfrenta las consecuencias.

¿Ese sería uno de los posibles caminos que podría seguir el priismo de ahora en adelante? No sabemos si eso se encuentre entre sus planes, o entre sus márgenes de tolerancia. Pero, sin duda, tendría que ser una primera demostración de algo que ellos prácticamente no conocen, y que se llama autocrítica tolerante.

VER FANTASMAS

Ha sido común, en los días recientes, que la reacción virulenta de los concesionarios, y la respuesta condescendiente del gobierno estatal, haya sido tratada de explicar por un choque entre grupos políticos. Es decir, entre opositores y priistas. Si eso hubiera sido, entonces los camioneros no se habrían conformado con el incremento de un peso a la tarifa. Es más, se habrían empecinado con los 7 pesos. No. Este no es un asunto partidista. Es un tema de fuertes intereses económicos.

2 COMMENTS

  1. COMO YA LO COMENTE URGE que el gobierno ponga a funcionar su propio sistema de transporte “metro verde ante quera” para dejar aun lado el “chantaje y robo” que cometen los dueños del transporte de oaxaca,al fin y al cabo el beneficiado por el metro”verde ante quera” sera el pueblo.

  2. Efecticamente son fuertes intereses económicos, pero no sólo eso. Son también políticos y que por obvias razones implican hechos de corrupción. Los manejos abusivos y poco claros de los dineros públicos, es algo que está en la mente de la mayoría de gente y de los usuarios. Los ilusos políticos y empresarios corruptos menosprecian la inteligencia del pueblo

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