+ ¿Clero endurece su posición, para “doblar” a GCM?
Hoy, cuando una discusión tan barroca como la de los matrimonios entre personas del mismo sexo parece tan lejana a Oaxaca, la jerarquía católica ha corroborado su apoyo irrestricto a una de las posiciones más conservadoramente radicales de que se tenga memoria. Dijeron respaldar al cardenal de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez, respecto de los señalamientos fuertemente discriminatorios y ofensivos que lanzó en contra de los homosexuales que hoy tienen la posibilidad, en la capital del país, de contraer matrimonio y adoptar menores. Aunque parece un tema irrelevante, esa posición de severidad de la Iglesia Católica no parece ser sino una repetición de la estrategia con la cual, hace casi un año, logró que en Oaxaca se vedara constitucionalmente cualquier posibilidad de legalizar los abortos.
En efecto, a principios de año, cuando la alianza entre partidos de oposición estaba en francas vías de trabarse en Oaxaca, para buscar la gubernatura, las alcaldías y las diputaciones locales, algunos medios de información cuestionaron al dirigente nacional del Partido de la Revolución Democrática, Jesús Ortega Martínez, que si los partidos de derecha e izquierda tenían posiciones radicalmente opuestas en temas como el de la legalización del aborto, o el de los matrimonios entre personas del mismo sexo, cómo harían para conjuntar esas visiones de ganar el gobierno y el Congreso de una entidad federativa como Oaxaca.
La respuesta salomónica del Líder nacional perredista, fue que como esos temas no se incluían en la plataforma conjunta de gobierno que habían creado y aprobado tanto ellos, como el Partido Acción Nacional, Convergencia y el Partido del Trabajo, entonces eran asuntos que no se habrían de contemplar, y que tampoco estarían a discusión al seno de una coalición que, de sí, se aparecía como aquel lugar común “del agua y el aceite”.
Con esa seguridad —que en realidad no estaba comprada ni garantizada—, todos los opositores de izquierda y derecha, fueron juntos a encabezar un proyecto político que, hoy que tiene formalmente el poder estatal en las manos, seguramente dentro de algún tiempo se verá orillado, por presiones aviesas, a discutir y, potencialmente, aprobar ese tema que originalmente se dijo que no sería abordado.
¿Por qué asegurar lo anterior? Porque, en primer término, es claro que el nuevo gobierno tendrá que buscar la porción de legitimidad que le hace falta. Aunque su victoria electoral fue clara y difícilmente cuestionable, es evidente que el bloque de ciudadanos que no votaron por esa opción es igualmente numeroso y, en términos sencillos, superior a quienes los prefirieron.
En ese sentido, parece claro que ese es, para la Iglesia Católica, el escenario perfecto para conseguir ciertos fines que, ni legal ni políticamente, han podido frenar los integrantes de la derecha nacional, a través de procesos legislativos o acciones de inconstitucionalidad presentadas ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
¿Por qué esas son dos razones que se combinan? Porque para cualquier régimen de gobierno, es nada despreciable la posibilidad de conseguir cierta porción de la legitimidad que les hace falta, a través de una institución que, nos guste o no, tiene una influencia determinante sobre la sociedad, como lo es la Iglesia Católica. Ésta, por su parte, siempre ha aprovechado los momentos de debilidad de los regímenes de gobierno, para conseguir sus fines. ¿Cómo? Valiéndose de la crítica agria y sistemática, hasta conseguir un margen de negociación a través del cual conseguir algo, a cambio de disminuir la intensidad de sus señalamientos.
MONEDAS DE CAMBIO
Todo ciudadano interesado en los asuntos públicos, se habrá dado cuenta que a partir de septiembre del año pasado, la jerarquía católica oaxaqueña prácticamente cesó cualquier señalamiento importante en contra del gobierno; también habrá notado que antes de ello, sus posiciones parecían ser de una dureza innecesaria en contra de la administración estatal, que de por sí cargaba con fuertes y recurrentes crisis de legitimidad por los incontables señalamientos que los involucraban y responsabilizaban.
Y, aunque no se aceptó —porque era obvio que fue un pacto de naturaleza inconfesable—, fue evidente que el interés mostrado por los diputados locales priistas y panistas por lograr la aprobación de la reforma al artículo 12 de la Constitución Estatal —que “consolidaba” el derecho a la vida desde el momento de la concepción, y por tanto cerraba la puerta a cualquier posibilidad de legislar, bajo el esquema constitucional actual, cualquier reforma que autorizara la práctica de abortos por voluntad—, fue directamente proporcional al cese de las críticas y señalamientos que la jerarquía católica lanzaba en contra del gobierno de Oaxaca.
¿No podría ocurrir lo mismo en este caso? Si el gobierno de Gabino Cué Monteagudo encuentra sus márgenes de legitimidad por otras vías, y si logra conservar la inmunidad frente a la acidez de la Iglesia, entonces nada de esto ocurrirá. Pero si los señalamientos comienzan a hacer mella, y éstos ceden en los intentos derecho-panistas de emprender reformas para cerrar cualquier posibilidad de aprobación de matrimonios entre personas del mismo sexo, entonces pronto veremos a los diputados locales por lo menos discutiendo tal reforma.
El mismo conservadurismo y tradicionalismo de nuestra sociedad, hace lejana la “bienvenida” a una discusión de esa naturaleza. Sin embargo, aquí ni siquiera se había discutido el tema de la legalización del aborto, y de todos modos hubo reformas para cancelarlo.
¿Cómo lograr dicho objetivo? Fácil: estableciendo en el mismo, y controversial, artículo 12, octavo párrafo de la Constitución del Estado, que la familia está integrada en base al matrimonio celebrado entre un solo hombre y una sola mujer. De hacer eso, lograrían sus fines morales, atávicos y falsamente divinos, al menos en el ámbito estatal. Y doblarían al Congreso. Aún cuando los diputados tanto del PAN, como del PRD y las fuerzas de izquierda, aseguraran que temas como ese no serían discutidos en las dos siguientes Legislaturas locales.
¿TRICOLORES LAICOS?
Disimuladamente los priistas guardan silencio a todas estas discusiones. No son temas suyos, dicen. ¿Qué nadie se acuerda que, al menos en Oaxaca, ellos, los laicos defensores de la Revolución, fueron los que le hicieron la chamba a la Iglesia con el tema del aborto?
Al cesar lo del cesar y adios lo que es de dios, creo que la iglesia en este caso catolica es libre de dar su opinion sobre este tema de las bodas gey,pero…no les dara veguenza por su escandolo de pedofilia que se cargan caray en oaxaca hay cosas que no cambian,si no los quieren casar por la iglesia,que se casen por lo civil y ya tenemos asuntos mas importantes que resolver en oaxaca como la generacion de empleos bueno este es mi libre y humilde opinion que la revolucion me dejo.
seme olvidava comentar que que bueno que la iglesia ya aprobo el uso del preservativo con esta medida se combatiran las enfermedades venereas.