+ Unir a todas las fuerzas puede ser efecto búmeran
El gobernador electo de Oaxaca, Gabino Cué Monteagudo, está utilizando a sus anchas el bono democrático que los electores le dieron el pasado 4 de julio. En las semanas previas a su toma de posesión como Gobernador Constitucional del Estado, se ha dado el lujo de firmar un convenio de colaboración con el Gobierno del Distrito Federal, de acudir a la Cámara de Diputados arropado por los diputados federales priistas a exigir más presupuesto, e incluso a reiterar su cercanía y aprecio por el ex candidato presidencial del PRD, PT y PC, Andrés Manuel López Obrador. Aunque hoy tiene todas las posibilidades de su lado, el nuevo Gobernante pronto deberá comenzar a considerar hasta qué punto es prudente y necesario, el tratar de hacer confluir a las más importantes fuerzas políticas del país a su alrededor.
Independientemente de que haya quien esté de acuerdo o no con esta afirmación, es evidente que hoy Gabino Cué Monteagudo resulta ser un modelo político para diversas entidades de la República, y para no pocos partidos de oposición que buscan fórmulas relativamente novedosas para acceder al poder. Oaxaca era una de las entidades federativas que aparentaban tener un mayor arraigo priista, y que en el ámbito de lo electoral, sus estructuras parecían ser las más funcionales y, por tanto, las más complicadas de vencer.
El hoy gobernador electo Cué pudo hacerlo, pero sólo en base a una amalgama de factores que le permitieron derrotar a una maquinaria priista que, en efecto, había demostrado su poder y la capacidad de hacer triunfar al partido, independientemente de quién fuera el candidato.
En el aspecto positivo, hoy el Gobernador Electo de Oaxaca, para muchos se aparece como un modelo democrático que tiene la capacidad de remontar sus derrotas y vencer a quienes inicialmente lo doblegaron. En la contraparte, es decir, en el aspecto negativo, hay muchos otros que aseguran que no fue una firme vocación y voluntad democrática lo que lo llevó al poder, sino una suma de operaciones, recursos y artificios electorales similares a la ingeniería electoral del priismo, pero puestos en marcha con mayor eficacia.
En ese sentido, la realidad indica que independientemente de cómo haya sido su arribo al poder, nada de esto podría haber ocurrido si no sólo a través de la conjunción de las voluntades de la derecha —a través del panismo—, y de la izquierda —a través del PRD, PT, PC y la anuencia lopezobradorista—, y que por esa razón, hoy el gobernador Cué tiene la posibilidad de moverse a sus anchas, contando incluso con el apoyo condicionado de los tricolores.
¿Cómo poder hacer eso? Evidentemente, todo encuentra su explicación en el llamado “bono democrático” con el que hoy cuenta el gobernador Cué. Es decir, que el gobernante oaxaqueño hoy tiene por completo a su favor esa calidad hasta hoy inmaculada, rentable y políticamente correcta, que indica que ningún opositor al PRI que se diga demócrata, puede darle la espalda o negarle el apoyo a quien fue capaz de derrotar a una maquinaria que se había mantenido firme por casi ochenta años. De ahí que hoy Cué sea algo así como una “figura de moda” entre los políticos, gobernantes, legisladores y aspirantes a cargos de elección popular de los partidos que lo llevaron al poder, al que todos desean capitalizar, y al que nadie puede dejar de prestarle respaldo o apoyo político directo.
Incluso, aunque en el pasado casi siempre los diputados de oposición le dan la espalda a los del PRI cuando se trata de gestionar recursos, ahora pareciera que los mismos legisladores priistas de Oaxaca se vieron en la necesidad de respaldar a Cué en la búsqueda de más presupuesto, porque para ellos mismos sería de un altísimo costo político, hoy, abrir un frente de batalla en el que quedaran como los traidores a la causa de Oaxaca, y no el gobernante, que fácilmente podría acusarlos de no hacer lo suficiente en la gestión de recursos para el combate a la pobreza y el desarrollo de la entidad.
EFECTO BÚMERAN
Hoy, y durante un tiempo más, ese aparente gran poder de convocatoria será utilizado plenamente por el gobernador Cué. Y si eso sirve para convocar a diálogo y acuerdos que permitan la gobernabilidad y la solución de conflictos, evidentemente, todos los avances serán bienvenidos. Pero necesariamente tendrá que haber un límite en las relaciones, porque por la propia naturaleza de los actores y grupos que hoy apoyan al inminente Gobernante oaxaqueño, éstos, todos, son adversarios y llegado el momento, tendrán que dejar atrás las alianzas y los romanticismos sobre la democracia, para volver al ejercicio implacable de la política partidista, electoral y de grupo.
Ese será el momento en el que el gobierno oaxaqueño de Cué comenzará a moverse en una auténtica cuerda floja. Por ejemplo, pasó absolutamente nada en relación al PAN y el gobierno federal, la semana pasada que el Gobierno Electo de Oaxaca anunció la firma de un acuerdo para la creación de una comisión mixta que ponga aquí en marcha, algunos programas sociales y de desarrollo que han probado su eficacia en la capital de la República, que es gobernada por el perredista Marcelo Ebrard Casaubón.
Habría que preguntarse cómo será tomado ese acuerdo por parte del tradicionalmente revanchista panismo del presidente Felipe Calderón, una vez que el perredista Ebrard termine de develarse como un potencial y respaldado candidato presidencial, y busque enfrentar a quien resulte el candidato de las fuerzas de la derecha.
Aunque ahora no hubo protesta alguna, llegará el momento en que esa relación incomode a varios de los que ahora son aliados de Cué. Y el anterior es sólo un ejemplo. ¿O qué dirá el priismo, en su momento, cuando un gobernante les pida respaldo político, pero manifieste apoyo franco a candidatos o partidos que son sus adversarios? ¿Y qué pasará cuando el Gobierno del DF le exija a Cué su definición sobre el apoyo a manifestar para el abanderado de la izquierda en los comicios presidenciales?
¿NO ES FERIA?
Por razones como las anteriores, el gobierno de Gabino Cué debe fundamentar y cimentar muy bien los apoyos que busque, y las afinidades que manifieste. Su bono democrático hoy parece un cheque en blanco. Pero ni la ciudadanía, ni mucho menos las fuerzas políticas, tendrán la misma disposición y tolerancia, una vez que se desaten de nuevo los tiempos electorales. El tiempo dirá qué tan conveniente fue poner “todos los huevos en la misma canasta”.