Oaxaca de Juárez, el desastre hecho gobierno

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+ Fraguas se vigilará solo en el Congreso local

El estado en que se encuentra actualmente el gobierno municipal de Oaxaca de Juárez, representa de cuerpo entero el fracaso de una gestión que inició con altas expectativas, pero que siempre demostró ir de más a menos. Hoy, cuando esa administración vegeta únicamente a la espera de su propio momento para el llamado cambio de poderes, su titular constitucional aguarda sigilosamente desde una discreta curul en el Congreso del Estado. ¿Por qué José Antonio Hernández Fraguas sigue prefiriendo la mesura, la disciplina a su partido, e incluso el bajo perfil?

Sin duda, el Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez fue quien pagó una de las facturas más elevadas por las colisiones y los atropellados procesos internos que hubo en el priismo oaxaqueño a lo largo del último año. Desde el inicio de su gestión como presidente Municipal de la capital oaxaqueña, en enero de 2008, Hernández Fraguas se asumió como un inminente aspirante a la candidatura a Gobernador por el PRI.

Ello parecía natural por la posición y el momento político que implicaba el ser el segundo Edil Citadino del sexenio, por la imagen favorable que se construía desde esa posición, y porque en aquellos momentos el PRI parecía no tener adversario suficiente, pero sí una importante competencia electoral, en la que la dirigencia y el Jefe Político tendrían que decidir por la postulación del priista más aceptado por el electorado, y quien tuviera mejores rangos de competitividad electoral frente a la oposición.

Parecía obvio que si Hernández Fraguas había sido postulado verticalmente por el priismo como candidato a Munícipe, era porque éste se encontraba “en el ánimo” del gobernador Ulises Ruiz para figurar como uno de sus posibles sucesores. A partir de ello, y de la posición municipal que obtuvo holgadamente en los comicios de octubre de 2007, el ahora Diputado local por el PRI asumió que podría librar todas las batallas posibles por conseguir la candidatura a Gobernador.

Y así lo hizo. Desde el último trimestre de 2009 —cuando comenzaba a “calentarse” la anticipada y hasta entonces fáctica contienda interna por la candidatura a Gobernador en el PRI, a causa de la inclusión forzada de Eviel Pérez Magaña como aspirante— Hernández Fraguas dijo abiertamente que él buscaría ser el candidato porque tenía los méritos, el trabajo y la ascendencia suficiente para serlo. Amagó en diversas ocasiones con no levantar la mano a un candidato impuesto por el PRI, e incluso dijo que denunciaría cualquier posible acto antidemocrático en su partido.

Ello lo llevó a aparentar una franca imagen de rebeldía, que sólo fue plegada cuando comprendió que aún frente a sus amagues, la decisión sobre la candidatura a Gobernador ya estaba tomada, y que no le era favorable. Negoció la Presidencia del Congreso, para luego ser descalificado a través de una guerra interna en su contra, y luego defenestrado de la posición legislativa que aún no asumía.

Mientras todo eso pasaba, desde el Gobierno del Estado se asumió una actitud no sólo de abandono, sino también de hostigamiento hacia la administración municipal. Cualquier decisión correcta tomada hasta entonces, fue suplida por el “jineteo” de los recursos económicos pertenecientes a las arcas citadinas; los errores internos cometidos en la administración municipal, comenzaron a ser utilizados como herramienta de negociación política y chantaje.

Y el abandono físico de sus funciones, junto con el fracaso de las aventuras electorales del Presidente Municipal, agudizó aquella idea entre los funcionarios municipales, de que seis meses antes del fin de la administración, e independientemente de la gestión buena o mala realizada hasta entonces, todo había terminado. Sin recursos económicos, sin el respaldo de la administración estatal, y sin la atención y los bríos aplicados al inicio de la gestión, Oaxaca de Juárez y su gobierno quedaron a la deriva. Los servicios públicos y la ciudadanía, terminamos pagando las consecuencias de esas disputas priistas por la gubernatura, que —valga decirlo— también terminaron en medio de un rotundo fracaso.

BAJO PERFIL

A pesar del acuerdo inicial, al ahora diputado Hernández Fraguas no se le permitió ser el coordinador de su bancada en la LXI Legislatura; a pesar de ser un priista connotado, la peor guerra de descalificaciones y humillaciones que públicamente le han propinado, vino de sus propios “compañeros” de partido; aún cuando en algún momento se sintió “cercano” al grupo gobernante, nadie le hizo tanto daño como éste mismo a sus legítimas aspiraciones electorales.

Se esperaba, ante todo eso, que Fraguas renunciara al PRI cuando ocurrieron los primeros signos claros sobre la cuestionable “democracia” con la que se eligió a su Candidato a Gobernador. Luego se previó su inconformidad pública cuando no se le permitió coordinar y encabezar al priismo. Nunca se defendió cuando sus compañeros de partido le orquestaron una degradante campaña de desprestigio. Incluso, hasta ahora ha tratado de mantenerse disciplinado, mientras parece que cambió una posición de primer nivel —la Presidencia Municipal de la capital oaxaqueña—, por una curul que, ante las circunstancias, lo dejan en la posición de “un diputado más”, aparentemente sin ninguna relevancia.

En esas condiciones, quizá lo que Hernández Fraguas decidió el bajo perfil para operar con libertad una posición que seguramente le garantizará tranquilidad en el mediano plazo: sin mayores aspavientos, fue designado nada menos que como presidente de la Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación.

De acuerdo con el Reglamento Interior del Congreso del Estado, esa Comisión tiene la facultad de recibir del Pleno o de la Diputación Permanente los informes de avance de gestión financiera y las Cuentas Públicas, para turnarlos a la ASE, así como dictaminar las respectivas Cuentas Públicas.

 

VIGILANTE, ¿VIGILADO?

Eso no tendría nada de trascendente, si no fuera porque Hernández Fraguas tiene también obligación, como parte de la gestión municipal, de entregar las cuentas de su ejercicio como munícipe. Según se ve, en el Ayuntamiento no quedó dinero ni para lápices. Y, casualidades que tiene la vida, resulta que el encargado de revisar las cuentas del Municipio citadino, será el mismo personaje que lo encabezó y que es parte de los cuestionamientos que pesan sobre esa administración. Raras coincidencias, ¿no?

2 COMMENTS

  1. Y eso que todavía(¿se acentúa todavía?) no sabías lo del bloqueo de hoy…las causas sociales se han desfigurado y vuelto caóticas y las garantías individuales están desvirtuadas.Vaya futuroque nos espera…saludos.

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