Transición en Oaxaca: una oportunidad real

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+ Capital político: útil y valioso, ahora o nunca

Una vez investido el cargo de gobernador Constitucional del Estado, Gabino Cué Monteagudo tiene una oportunidad única en México para generar una auténtica ruta de la alternancia de partidos en el poder, a la transición a la democracia. Los primeros signos de su gobierno, así como las condiciones políticas de la entidad en las que se enmarca el cambio de gobierno, apuntan a una enorme posibilidad que debe ser conducida con prudencia y firmeza, para dejar en claro que sí tienen viabilidad y utilidad práctica las tan cuestionadas alianzas electorales.

Por principio de cuentas, necesariamente debemos preguntarnos qué entendemos por transición a la democracia; y por qué aseguramos que el gobernador Cué Monteagudo tiene una oportunidad única ahora en Oaxaca. De la respuesta a esos dos cuestionamientos, podremos entender bien esta posibilidad de transición democrática que no debe ser desaprovechada tanto por el nuevo gobierno estatal, como por los partidos que tienen representación en el Congreso del Estado. Por ello, es necesario ir por partes.

En un primer momento, y aunque parece un tema agotado, tenemos que preguntarnos con seriedad qué entendemos hoy por transición a la democracia. Aunque en México ese asunto lleva por lo menos una década en discusión (el mismo tiempo que el PRI ha estado fuera del poder presidencial), es evidente que bien a bien, todavía hoy no tenemos una idea precisa de qué es, y cómo debe delinearse esa transición a la democracia.

En ese sentido, a lo más que hemos llegado en el país, es a construir algunas propuestas que, sin embargo, no se han podido materializar por la polarización política, por la debilidad y las imprudencias presidenciales, y por la ingobernabilidad y la falta de acuerdos que ha prevalecido en las recientes legislaturas federales.

Así, la idea más reciente y cercana que tenemos sobre una propuesta de transición a la democracia —           que, evidentemente, no es ni la única, ni la mejor, y mucho menos un planteamiento de reforma total o de fondo—, es la que hace un año presentó el presidente Felipe Calderón Hinojosa al Congreso federal, para comenzar a democratizar y modernizar ciertas instituciones e instrumentos políticos y de gobierno que, por su obsolescencia, ineficacia o desuso, no permitían una construcción de acuerdos que diera como resultado el mejoramiento en la democracia o la calidad de vida de las personas.

Ese decálogo de propuestas de reforma política, sin embargo, hasta hoy continúa durmiendo el sueño de los justos. El gran problema al que se han enfrentado las dos administraciones del gobierno federal, en sus intentos por llevar a cabo cualquier tipo de reforma política de fondo, radica en que no han contado con mayoría suficiente en las dos Cámaras del Congreso de la Unión, en que los mismos Mandatarios se han encargado de golpear y atizar a sus enemigos, antes de conciliar y construir acuerdos con ellos en temas de fondo; y en que los partidos de oposición han preferido el golpeteo y las ganancias políticas de corto plazo, a la posibilidad de comenzar a construir una gran reforma política que replantee al Estado en cuanto a sus mecanismos democráticos y tareas de gobierno.

En razón de ello, en los últimos diez años tanto la administración del presidente Vicente Fox Quesada, como la actual del presidente Felipe Calderón Hinojosa, han sido incapaces de construir una verdadera agenda democrática, que tenga viabilidad gracias a posibles acuerdos políticos. Ese, sin embargo, no es el caso del gobernador Cué en Oaxaca. De ahí que frente a los ofrecimientos y anuncios de propuestas de reforma presentadas ayer mismo al Congreso, necesariamente deba demostrar que tiene mucho más que retórica bien construida, respecto a la necesidad de comenzar a reformar las estructuras del poder y el gobierno en Oaxaca.

 

REFORMAS POSIBLES

Ayer, en su primer mensaje a los oaxaqueños, el gobernador Cué hizo una serie de planteamientos importantísimos para la vida política y gubernamental de la entidad. Punto por punto, delineó una serie de propuestas de reforma para reorganizar tanto el Poder Ejecutivo y replantear por completo los esquemas de integración, funcionamiento y alcances del Poder Judicial; reiteró su voluntad por mantenerse ajeno a la vida democrática del Congreso; dijo que replanteará los mecanismos de acceso a la información, y que hará propuestas para llevar a la práctica los mecanismos de participación ciudadana directa, tales como el plebiscito y el referéndum, así como para que exista en Oaxaca la posibilidad de iniciativa preferente.

Estos planteamientos, entre varios otros que hizo el gobernador Cué en el mensaje que dirigió a los oaxaqueños desde el Palacio Legislativo de San Raymundo Jalpan, bien podrían ser la punta de lanza para una verdadera reforma política e institucional, que comience a dar visos de una auténtica transición a la democracia. Una vez hechos esos ofrecimientos, ahora lo que necesita quedar fehacientemente demostrado, es que tiene la suficiente fuerza, determinación y voluntad política para llevar a cabo esas reformas que, en general, comenzarían por limitar el poder que tiene él como Gobernador del Estado.

Es claro que difícilmente tendrá obstáculos legislativos. A diferencia de las Cámaras federales, el Gobernador de Oaxaca hoy tiene el apoyo expreso de la mayoría de las representaciones políticas en el Congreso local; con el PRI, incluso, ha dado señales iniciales de una relación serena y prudente. Y todo esto queda reforzado por el importante momento político por el que pasa, en el que su aceptación y legitimidad son lo suficientemente fuertes como para terminar de arropar y sustentar cualquier propuesta que haga al Poder Legislativo.

Si el gobernador Cué logra llegar a la meta de convertir en ley sus propuestas de reforma, entonces no sólo estará demostrando que el cambio prometido era mucho más que simple retórica: estará dejando pautas claras de que las alianzas electorales sí tienen una viabilidad práctica. Pero mientras, hacer o no la reforma, es un asunto de poder, que sólo se encuentra en sus manos.

 

RECONOCIMIENTO

La ratificación de Andrés Webster Henestrosa como secretario de Cultura del Gobierno del Estado, es un reconocimiento contundente a una labor discreta pero constante realizada en esa área durante los últimos años. Enhorabuena por esa distinción, que parece haber sido construida muy lejos de las grillas, y muy cerca del trabajo.

1 COMMENT

  1. me parece que apremian las propuestas de reforma para resinsertar al Estado en el desarroll del País, la coyubtura politica ahora en el poder debersa servir para el proyecto estatal no para afinidades partidistas. que esta administración gobierne con cordura, gente preparada y sobre todo con oportunidad a las personas con vocacion del servicio publico. Saludos Adrian

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