+ Aversiones y ataques, constante en su actuar
Caben sólo dos posibles escenarios en la remoción de Ángel Benjamín Robles Montoya de la Jefatura de la Oficina de la Gubernatura. El primero apuntaría a una abierta degradación derivada de su desempeño en estos primeros dos meses de gobierno; y el segundo, no improbable, que el gobernador Gabino Cué Monteagudo decidiera protegerlo frente a diversos cuestionamientos que ya le pesan a su administración. En cualquiera de los dos escenarios, de todos modos el saldo político no es del todo alentador.
Es conocida por todos en Oaxaca, la historia de cómo a mediados de los años noventas Robles transitó por los principales círculos del poder con el gobernador priista Víctor Manuel Tinoco Rubí, y cómo ahí tejió una historia negra basada en las acusaciones de espionaje, hostigamiento e investigación tanto a los opositores políticos de aquella entidad (incluido el ahora presidente Felipe Calderón), como a líderes sociales, e incluso a periodistas.
Sin embargo, y contrario a lo que muchos piensan, la importante ascendencia que hoy tiene en el gobierno de Gabino Cué también es perfectamente explicable en la actuación que desplegó para defender su causa opositora, mas no en posibles cuestiones morales o éticas del ejercicio del poder y los partidos políticos.
Pocos hombres le fueron profundamente leales al ahora Gobernante en los tiempos en los que ellos representaban una oposición repudiada, perseguida y señalada por los grupos gobernantes, incluso cuando, desde el poder, se les trató de generar algo que bien podría calificarse como una campaña de odio frente a la ciudadanía. Uno de esos personajes leales a Cué, que fueron fundamentales para su proyecto político, fue Robles.
¿Por qué decir que su cercanía con Cué debe entenderse lejos de cualquier razón ética o moral? Porque así como suele ocurrir con todos los hombres de poder, éstos siempre deben estar rodeados de personas de todos tipos, incluso de quienes estén dispuestos a hacer todo, frente a cualquier escenario, por defender las causas que enarbolan. Eso último es lo que ha sido Robles para Cué.
¿No se recuerda que hace más de seis años, fue Robles quien construyó la organización civil que respaldó a Cué en sus primeras aspiraciones por ser Gobernador, y que incluso, esa misma organización (Ciudadanos Unidos por Oaxaca) fue la que le dio el matiz “anti-político” con el que incrustó la idea de que su gobierno municipal era el primero “ciudadano” que había en Oaxaca?
Luego, Robles fue uno de los pocos que continuaron instalados en la corriente opositora al entonces gobernador Ulises Ruiz, a pesar de que éste, de nueva cuenta, instruyó la puesta en marcha de una implacable campaña de persecución en su contra, en la que no precisamente fueron los límites morales o éticos los que prevalecieron para respetarlos como en política se supone que debería ser.
Pocos se sostuvieron en esa corriente en los peores momentos. Y si uno fue Robles Montoya, otros fueron Alberto Esteva Salinas, Mario Mendoza Flores, Víctor Hugo Alejo, Margarita García y sólo algunos más, que bien pueden contarse con los dedos de las manos.
De ahí que las lealtades políticas habidas entre esos personajes, hoy parezcan ser mucho más fuertes que las primeras coyunturas o sinsabores de este nuevo gobierno. Por eso, habría que tomar con mucha mesura la posibilidad de que verdaderamente Robles haya sido degradado apenas a dos meses de haber iniciado la administración.
TODO ES RELATIVO
El otrora poderoso Jefe de la Oficina de la Gubernatura, ha cometido errores imperdonables para un hombre que aspira a detentar el poder, ejercerlo y acrecentarlo. Uno de ellos, inicial y fundamental, radica en su nada mesurada pretensión de tratar de hacerse una imagen de potencial candidato “a algo”.
Era innecesario —además de una torpeza, y hasta un sinsentido— para él, aparecer con “cara de guapo”, de la noche a la mañana después de ganada la elección de julio pasado, en las portadas de ciertas publicaciones, en las que aseguraba que a él “le encantaría ser” el segundo personaje en Oaxaca (porque el primero fue el ahora gobernador Cué) en conocer los 570 municipios de la entidad, y su problemática.
Esas maniobras, burdas y carentes de todo alcance político real, lejos de ayudarlo lo metieron en un brete frente a todos los demás integrantes del naciente grupo gobernante, e incluso ante el nuevo Gobernador del Estado. ¿Por qué?
Porque la lógica del poder apunta que todos los que rodean a un gobernante, en una República, lo hacen no sólo por el “espíritu de servicio”, sino porque aspiran crecer políticamente, para algún día ocupar el máximo cargo para todo hombre de poder. En esa lógica, el escenario que Robles se construyó fue el peor frente a todos sus compañeros, que también son sus adversarios.
Otro de sus errores, reciente, tiene que ver con las disputas que emprendió con los más importantes hombres y mujeres del gobierno, para tratar de “cuidar” el coto de poder que le fue conferido. En una operación de sumas y restas, es claro que Robles descontó mucho más del capital político, de todo aquello que en algún momento pudo sumar. La imagen de implacable, de intolerante, y de impositivo, siempre es dañina para alguien que apenas se encuentra en la ruta de construir su camino al verdadero ejercicio del poder.
Sin embargo, a pesar de sus inocultables aspiraciones personales anticipadas y torpes, e incluso de las aversiones que aceleradamente generó entre sus mismos compañeros en el incipiente gobierno, bien podría haber ocurrido que su sustitución de en la Oficina de la Gubernatura, fuera para mantenerlo a salvo.
¿RED PROTECTORA?
Robles Montoya es uno de los personajes que no puede acreditar los estudios profesionales que dice haber cursado. Si el gobernador Cué ha reiterado su voluntad por no modificar ese requisito en la Ley Orgánica respectiva, entonces él y los demás que no han presentado la documentación correspondiente, corren el riesgo de ser separados de sus respectivos cargos. El de Secretario Particular del Gobernador, sin embargo, es un cargo para el que no se requiere calidad profesional alguna. Y es que Robles continúa encabezando eventos y reuniones, como si ocupara el cargo que formalmente dejó el sábado pasado. ¿Pesarán más que todo las lealtades entre Cué y Robles? ¿O de verdad le estarán tratando de dar una salida digna a quien en sólo dos meses logró unificar a todo el gabinete, pero en su contra?