+ Premian abusos y corrupción contra los ciudadanos
Quizá desde el poder, se tiene la percepción de que el oaxaqueño común acepta y festeja el “cambio” sólo por la alternancia de partidos en el gobierno, o por la rotación de cierto personal en los cargos públicos.
Lamentablemente, la subsistencia de las prácticas de corrupción, los abusos cometidos en contra del ciudadano, e incluso la premiación de funcionarios acusados de cometer excesos y actos indebidos, son muestras contundentes de cómo un supuesto “cambio”, son muestra clara de la permanencia de todo aquello que, en realidad, es lo que la ciudadanía pretendía ver erradicado cuando votó por un partido distinto al que ejercía el poder.
Un ejemplo contundente de ello, lo encontramos en la Dirección de Tránsito del Estado. La historia de corrupción, abusos y complicidades, que quizá es tan añeja como lo es la misma corporación, no fue, ni ha sido remediada. En efecto, algo que quedó muy claro en la administración estatal anterior, fue que esa Dirección no estaría al mando de jefes policiacos, sino que ésta se encontraría bajo la potestad de quienes ejercían el poder. ¿De qué hablamos?
De que, antes y después de que se reformara el esquema de seguridad, para poner en práctica el modelo policiaco de mando único que aún rige en nuestra entidad, y que fue traído por el entonces secretario Javier Rueda Velázquez y sus mandos policiacos (Jorge Alberto Quezadas, Alan Peña y demás), la Dirección de Tránsito no estuvo bajo su potestad.
Su titular, José Guzmán, subsistió a la designación de mandos realizada por el Secretario de Seguridad, debido a que ésta posición en particular le era de interés a quienes ejercían el poder. Así, para efectos prácticos, Tránsito del Estado “se cocinaba aparte”. ¿Por qué? Porque esa es, y ha sido siempre, una auténtica Caja de Pandora de corrupción y negocios, que sólo les fue cedida por algunos meses a los mandos policiacos de Rueda —a través de Jaime Coello—, cuando ya el periodo de gobierno agonizaba.
La llegada de Coello a esa corporación no significó ninguna mejora. Aunque diferencia de Guzmán, que es un civil, éste sí provenía de fuerzas policiacas, ello no compuso los problemas de corrupción y la pésima imagen que el ciudadano tiene de los agentes de vialidad.
De hecho, sólo motivadas por diferencias personales, en algún momento salieron a relucir, por filtraciones de Coello a la prensa, algunas denuncias por la incontrolable venta de permisos provisionales para la circular, datos sobre la venta de plazas, y sobre las “cuotas” periódicas que debían pagar los delegados regionales, y aún los agentes para tener ciertos “beneficios” (como patrullas, motocicletas, o zonas importantes de vigilancia).
En realidad, nunca hubo resultados de esas supuestas “investigaciones”, porque en realidad lo único que ocurrió, fue que el negocio de la corrupción en esa corporación sólo cambió de manos. Y todos sus abusos fueron siempre en detrimento del ciudadano.
Así, en esas condiciones de rechazo y corrupción, fue entregada la corporación al llamado “gobierno de la transición”. Sólo que éste, a pesar de lo públicas y notorias que son sus deficiencias e ilegalidades, no sólo no ha comenzado a poner remedio a los males de esa corporación, y ni siquiera ha dado señales de querer dar certeza sobre el mando firme que ya debía haber ahí.
En realidad, lo que parece es que la autoridad en turno pretende reiterar los abusos del pasado, y consolidar la corrupción y los abusos que tanto repudian los ciudadanos.
BOTÓN DE MUESTRA
Aunque ya ha sido ventilado en otros espacios, los abusos cometidos por el encargado de la Dirección de Tránsito del Estado, Francisco Anaya Lozano en contra de la ciudadana Lourdes García Morales, son un botón de muestra perfecto de todo lo que subsiste en esa corporación, a pesar de los “cambios” y la erradicación de la corrupción prometida por el nuevo gobierno.
La ciudadana García Morales tuvo un percance automovilístico la tarde del 16 de diciembre pasado, en el que resultó involucrado un taxi foráneo proveniente de un municipio conurbado a la capital oaxaqueña. Fue citada al día siguiente y, luego de varias horas de espera, fue atendida por el encargado Anaya, quien lejos de ofrecer una solución, le dijo que según el peritaje, ella era la responsable del percance y que por tanto tendría que esperar varios días más para recuperar su vehículo.
El 20 de diciembre el funcionario citó nuevamente a la afectada en su oficina, y ahí le insinuó —según consta en la denuncia por escrito que la afectada presentó a la Secretaría de Seguridad Pública—, que “una mujer tan guapa podía resolver ese problema si lo acompañaba a desayunar”.
Al negarse a sus pretensiones, el trámite de recuperación de su vehículo fue entorpecido, y no pudo concluirlo sino hasta 23 días después y luego de haber pagado más de 10 mil pesos entre multas, trámites y “mordidas”. En ese lapso de tiempo, Anaya llamo varias veces a la afectada para “arreglar” su problema. Y cuando le dijo que ya lo había reportado por escrito ante el Secretario de Seguridad, le advirtió que “no sabía con quién se había metido”, pero que de todas maneras “no pasaba nada”.
Y es que, en efecto, por esas mismas fechas Lourdes García presentó una denuncia por escrito ante la Oficina de Atención Ciudadana del Gobierno del Estado.
Sin embargo, hasta el momento la respuesta a su escrito ha sido el silencio, lo cual confirma que, o al secretario Marco Tulio López Escamilla no le interesa cómo está manejando el “encargado” la corporación que más contacto tiene con la ciudadanía, o más bien ya decidió solapar esos abusos y, de algún modo, ser parte de las ilegalidades que recurrentemente se señalan de los elementos y mandos de Tránsito del Estado.
Sobre Anaya Lozano pesan ya innumerables señalamientos. Uno de ellos, por parte de la ciudadana Lucila Fernández, y muchos más de sus mismos subordinados en esa corporación. Sus antecedentes, por si fuera poco, no son tan dignos de presumir. No obstante, parece que nada de ello ha sido suficiente para que sus superiores tomen cartas en el asunto.
¿SERÁ?
Dicen que César Carrasco insiste día y noche para ser nombrado como Director de Tránsito del Estado. ¿Será posible que tengan ya decidido ese destino tan sombrío, para una corporación a la que le urge orden, honestidad y disciplina? Habiendo policías pulcros y experimentados, sería desafortunadísima una decisión en ese sentido.
Y aquí el eterno dilema de si el federalismo a la mexicana realmente es la solución a los problemas de la administración pública o una férrea fiscalización a las entidades federativas desde la federación no sólo en el manejo recursos sino en la eficacia de las instituciones y en la vocación de servicio de los servidores públicos.Dudo que el federalismo per se sea la panacea.Ya se verá…