Diferendo México-Francia: lo esencial, perdido

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+ Oaxaca: enfrentamiento opacó a buenas noticias

Esencialmente, el diferendo entre los gobiernos de México y Francia se ha apreciado no a partir de la verdadera diplomacia, sino sólo a la luz del procedimiento judicial a través del cual la ciudadana francesa Florence Cassez fue condenada a 60 años de prisión, tras probársele la acusación de haber participado en varios secuestros.

Esa vertiente, que no parece ser sino una pedestre demostración de indolencia de ambos gobiernos por los temas verdaderamente importantes que les debían interesar, eclipsó por completo la posibilidad de ver todo lo bueno que encerraba una relación bilateral tan añeja como la de ambos países, y sobre todo la posibilidad de abrir mayores espacios al enorme potencial y riqueza artística que particularmente tiene México. Lo que quedó en medio, y que a nadie parece interesar, es la cancelación del Año de México en Francia.

¿Y qué era —porque ayer viernes fue cancelado definitivamente todo el calendario de eventos por parte del gobierno francés— El Año de México en Francia? Era, en términos generales, un conjunto de actividades culturales tendientes a promover la cultura y las artes mexicanas en aquella nación. Eran, en total, más de 500 eventos y exposiciones distintas las que, a lo largo de un año, se celebrarían en aquel país, y que fueron puestas en la piedra de los sacrificios por un asunto ciertamente tan estruendoso, pero en el fondo tan inicuo e intrascendente, como el de Florence Cassez.

En este sentido, son implacables las palabras de nuestro compatriota escritor Alberto Ruy Sánchez, quien hace una serie de señalamientos que ponen en su verdadera dimensión las decisiones bravuconas tanto del gobierno francés, como los despropósitos del gobierno mexicano, que decidió atajarse a sí mismo dando todas las pautas para sacrificar lo más, en aras de lo menos.

En un texto titulado “La flaqueza mexicana frente a Francia”, publicado el pasado 15 de febrero en El Semanario, el escritor señalaba que: “En lo que toca al caso Cassez, ya se ha dicho: el hecho conocido y reconocido de que el proceso judicial se documentó mal y se escenificó después para las cámaras no produce automáticamente la inocencia de la Cassez del delito de cómplice de los secuestros. En otras legislaciones, y notablemente en la francesa, un error de procedimiento obliga a liberar al inculpado. No así en México donde, además, tres instancias de jueces la han vuelto a inculpar. El gesto desatinado de Sarkozy no la exonera. Son bravatas. Pero si eso no la hace inmediatamente inocente, de la misma manera no hace inocente al sistema judicial mexicano y su sistemática fabricación de culpables. Aquí hay dos juicios en curso, y el que nos muestra lo vicioso, enfermo y corrupto del sistema judicial mexicano es el caso de un inmenso culpable que no ha sido apresado y que sigue abusando de todos los mexicanos. El gobierno tendría que aceptarlo y actuar en consecuencia, no reformar sino revolucionar el sistema judicial en México, entre otras razones además de las de la justicia, para comenzar a ser verosímil ante sus gobernados y el público internacional.

“Víctimas de toda esta comedia de equívocos, bravuconadas, orgullos ofendidos y falta de respeto a cada país por sus propios gobernantes y los de enfrente no son la cultura o los artistas sino la gente que ama apasionadamente descubrir otras civilizaciones. Las personas que encuentran en las artes de diversos países una dimensión del sentido de sus vidas y que iban a descubrir que México es mucho, pero mucho más que la nota roja de la sección policiaca que monopoliza la atención actualmente. No podrán descubrirlo porque hay quienes piensan que toda esa gente iba sobre todo a escuchar a los políticos inaugurar muestras de arte.  A final de cuentas, la víctima principal es México en todas sus dimensiones. Incluyendo a la larga sus aguacates. Cancelar el año de México en Francia fue una muy mala decisión tomada con muchos gatos en la panza, sin lectura informativa y escasa reflexión, malos consejos y muy poca música de fondo.”

 

LA “DESGRACIA OAXACA”

Pero veamos el asunto en perspectiva. Podemos quejarnos airadamente de todo lo malo que ocurre por la cancelación de un conjunto tan importante de eventos como el Año de México en Francia, debido a un asunto que en el fondo es tan irrelevante como el de la francesa Cassez. Sin embargo, antes de acudir a esos ejemplos aparentemente tan elevados, deberíamos voltear a ver el caso Oaxaca.

El pasado martes nuestra entidad se convirtió en noticia nacional e internacional, no porque el Presidente de la República —Jefe de Gobierno, Jefe del Estado Mexicano— viniera a anunciar la aplicación de recursos federales extraordinarios por alrededor de mil millones de pesos, o porque en el marco de su visita se inauguró uno de los más avanzados y modernos campus universitarios que existen en el país, el cual se encuentra en la zona conurbada de la capital oaxaqueña, y que tiene el valor agregado de ser accesible para toda la población.

En efecto, un aspecto que pasó totalmente inadvertido ante el estruendo de la nota alarmista generada por el enfrentamiento entre profesores de la Sección 22 y elementos policiacos federales, y el pasmo del gobierno estatal ante tal eventualidad, fue la inauguración del campus Oaxaca de la Universidad La Salle, que fue construido en su totalidad y donado por la Fundación Alfredo Harp Helú, la cual además estableció un ambicioso programa de becas para hacer accesible los estudios universitarios a la población de escasos recursos.

Más allá del desprecio que inmerecidamente muchos le han profesado en Oaxaca a la fundación Harp, o de que muchos tengan la idea —errónea al menos en nuestro estado— de que La Salle es una institución inaccesible o prohibitiva para la mayoría de la población, lo cierto es que esa era la buena noticia para Oaxaca que nadie vio.

¿MEZQUINOS O CIEGOS?

Nunca, en ningún lugar del mundo, es una mala nueva la puesta en marcha de una escuela. Sería, además, una mezquindad menospreciar las inversiones que hacen particulares, y no el Estado, para mejorar las oportunidades de educación de calidad para las nuevas generaciones, que quizá ya no tengan que ir a otra entidad a recibir la instrucción que antes aquí estaba negada. De nuevo, esa fue la noticia que no se vio, por el estruendo de la nota roja, que lejos de construir, destruyó en sí misma todo lo que encontró a su paso.

 

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