¿Y la verdadera base del PRI cuándo despertará?

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+ Sólo ulisistas, todos los que se disputan dirigencia

Es sorprendente cómo los principales grupos al interior del Partido Revolucionario Institucional, siguen sin entender el mensaje implacable de su militancia y de los oaxaqueños en general. Aferrados a sus posiciones, nadie ha comprendido que para darle viabilidad a su partido en el futuro, es necesario hacer un verdadero cambio de fondo. Como éste los incluye, prefieren hacerse los desentendidos para continuar peleándose por los restos de lo que fue el hegemónico partido gobernante en Oaxaca.

Ayer vimos otra escena característica de los priistas aferrados: por un lado, un grupo, encabezado por el diputado federal Héctor Pablo Ramírez Leyva, anunció que por la mañana acudiría a la sede de su partido, para entregar a los representantes de la Comisión Estatal de Justicia Partidaria, un documento que contenía la solicitud de expulsión de las filas del PRI, de su homólogo Jorge Franco Vargas.

Éste —o los mismos organizadores del evento—, actuando de manera francamente predecible, aparentemente reaccionó como lo marca el “librito” de la tradicional política práctica del priismo: no para boicotear el evento, sino únicamente para “hacer presencia”, envió a un reducido grupo porril que por momentos parecía que intentaría sabotear el evento, aunque sólo terminó lanzando unas cuantas piedras e hizo un simple conato de bronca.

Al parecer, la finalidad visible del grupo que fue a solicitar la expulsión de Franco Vargas, era la de dar una vuelta más de presión a la tuerca de sus pugnas internas, comenzando a dar remedio de fondo a los factores que, según ellos, pretenden desestabilizar y poner en jaque sus procesos y decisiones internas. Fue, según ellos, un acto de fuerza y provocación que inmediatamente resintió el ex Dirigente priista quien, fiel a su costumbre, de inmediato decidió hacer uso de su pintoresco grupo de porros.

¿Qué queda en el fondo de esos presuntos actos mutuos de rebelión y democratización interna en el priismo? Lo que queda, es la imagen perfectamente clara de un grupo que se rehúsa a dejar de contar los centavos, en aras de aprovechar los pesos. ¿De qué hablamos?

De que, en el fondo, nadie cree que esa pugna al interior del PRI sea ni por la democratización, ni por la independencia ni por la autonomía de ese instituto político. Es perfectamente visible que esa pugna sigue siendo protagonizada por los integrantes del mismo grupo político (el ulisismo) que tercamente pretende seguir manteniendo el control de la dirigencia priista.

En realidad, personajes como el grupo que ayer encabezó el diputado Ramírez Leyva, como quienes integran la fracción que respalda al diputado Franco Vargas, pertenecen a la misma ralea política a la que finalmente los electores oaxaqueños calificaron implacablemente el cuatro de julio pasado.

En ese sentido, les guste o no, lo acepten o no, todos —franquistas, evielistas, hectorpablistas, toledistas, y demás ulisistas en proceso de evolución— por igual fueron descalificados políticamente al ser derrotados en las urnas, y por eso todos tienen el mismo nivel de descrédito frente al electorado.

Frente a todo eso, un grupo político verdaderamente inteligente debía estar pensando en cómo hacer crecer su presencia y capital político, independientemente de las pertenencias caciquiles, y los protagonismos. Ese es el quid del escenario actual del priismo oaxaqueño.

 

DESCRÉDITO COMÚN

Nadie creyó nunca que Jorge Franco Vargas pudiera ser un líder carismático. De hecho nunca lo fue. Al detentar los más encumbrados cargos políticos del estado, basó su “liderazgo” en la capacidad de decisión y de disposición de recursos que le fue delegada, además de sus poco ortodoxas formas de convencer o presionar a quienes no estaban de acuerdo con él, o se resistían a acatar lo que él ordenaba.

Por otro lado, propios y extraños cuestionaron que luego del cuatro de julio, el entonces gobernador Ulises Ruiz —en su calidad de Jefe Político del priismo—, decidiera que fuera el candidato derrotado a la gubernatura, Eviel Pérez Magaña quien encabezara el Comité Estatal del priismo.

Entonces, ya a semanas de abandonar el poder, fueron los propios tricolores quienes más criticaron a su “líder”. Dijeron, como lo es, que carecía de carácter, de liderazgo, de visión política y de determinación para hacer valer su palabra como mandato dentro del priismo. Cuestionaron duramente que trasladara a la dirigencia priista a todo el equipo que lo había llevado a la debacle electoral. Es más, criticaban hasta las formas en cómo decidió reasumir su curul en la Cámara baja.

Todo eso se decía en las canchas priistas. Sin embargo, en las auténticas canchas ciudadanas el cuestionamiento ha sido, y es, en otro sentido. El oaxaqueño de a pie que más o menos se interesa por la vida política del estado, no ha dejado de cuestionar que el PRI siga en manos del mismo grupo que lo llevó a la derrota.

Se lamentan por el hecho de que éstos continúen perdiendo tiempo valioso en sus pugnas internas, y no tengan la capacidad para presentar una verdadera oposición al gobierno estatal, ahora en manos de un mandatario emanado del Partido Convergencia. Cuestionan, incluso, el hecho de que sigan viendo —como en los tiempos del “partidazo”— a la dirigencia estatal en un sentido puramente patrimonialista.

Por eso, en el fondo todos cargan con el mismo estigma. Se queden los evielistas, o asuman el poder los franquistas, de todos modos la posibilidad de que en esas condiciones el PRI se reorganice y vuelva a tomar el impulso electoral que tuvo en otros tiempos, no son del todo alentadoras.

La gente común lo que ve, es que las pugnas no son por otra cosa sino por el poder entre un solo grupo. Finalmente, si el grupo que encabeza Eviel Pérez trae el estigma de la derrota, el que encabeza Franco Vargas tiene el sello de la traición, de la impopularidad, de la imposibilidad de ganar una elección, y del maquiavelismo propio de los que, si el PRI hablara, jamás quisiera tener en sus filas.

 

¿QUÉ HACER?

A pesar de que el gobernador Enrique Peña Nieto no sólo es un montielista puro, sino también pariente directo del repudiado y corrupto ex gobernador Arturo Montiel Rojas, el PRI mexiquense entendió que pueden ganar mucho cambiando todos los rostros sin modificar los intereses de fondo. ¿Allá quién se acuerda del ex Gobernador? Eso deberían pensar los voraces y ambiciosos priistas de Oaxaca.

 

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