Jornada de lucha de S-22: el problema queda

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+ Sin solución visible, el gobierno cava su tumba

 

El problema de fondo no es que los profesores integrantes de la Sección 22 del SNTE haya decidido, de nuevo, cerrar más de cuarenta calles del Centro Histórico de Oaxaca; el problema no es que el gobierno estatal, de nuevo, les haya dado literalmente todo a cambio de nada en la negociación anual; el problema, incluso, no es que hoy mismo esté vigente el paro indefinido de labores. El problema, en el fondo, es que a este problema, cada año sólo se le aplican analgésicos; pero nadie le da —o nadie le puede, o le quiere dar— una solución de fondo.

Como cada año, la ruta fácil puede llevarnos —como a muchos— a descalificar las acciones particulares de los integrantes de la Sección 22: asegurar, como se hace cada año, que sus marchas y plantones provocan cuantiosas pérdidas a la economía local; que sus paros de labores tienen postrada a la educación pública a la entidad; o que sus métodos de lucha son propios de personas que pueden jactarse de todo, menos de ser quienes deben de poder un ejemplo constructivo a las nuevas generaciones.

Del mismo modo, en la contraparte puede también decirse, como cada año, que el gobierno estatal está rebasado. Que ahora, a diferencia de antes, se encuentra voluntariamente sometido a los designios de la dirigencia y las bases del magisterio; que sus determinaciones no son sino un sinónimo de sometimiento a un chantaje cometido a cielo abierto; y que su fracaso de la política del diálogo no revelan sino la magnitud en que se encuentra rebasado por este problema.

Es cierto que, además, la sociedad está harta de que la molesten con sus marchas y plantones; que los padres y familia se sienten agraviados impunemente por las semanas enteras que sus hijos se quedan sin clases; que el comercio sea cada vez más intolerante con quienes les provocan el colapso de sus negocios; y que todos, en general, rechacen la decisión oficial de no descontar un solo peso de su salario a quienes provocan daños y pérdidas económicas en todos los sitios por donde pasan.

Sin embargo, queda claro que esos lugares comunes no llegan a abordar el tema de fondo. ¿De qué hablamos? De que, en el fondo, con la forma en cómo se dirimen actualmente los problemas y las demandas y las exigencias de la Sección 22 al Gobierno del Estado, y cómo se canalizan las inconformidades que a partir de esto se generan en toda la sociedad, lo que se está haciendo es dar simples analgésicos a una enfermedad que, por su gravedad y desatención, en cualquier momento podría llevar al colapso a todos los sistemas de este ser vivo llamado sociedad oaxaqueña.

¿Cómo atiende el Estado la problemática? Con puras soluciones parciales. Frente a la sociedad —al ciudadano de a pie, que se siente agraviado por alguna de las acciones o decisiones magisteriales— casi siempre responde pidiendo paciencia y tolerancia, o simplemente ignorando la inconformidad. Eso ha ocurrido siempre. Y hoy no es la excepción frente a todos los que están inconformes con —vaya redundancia— la forma en que se manifiesta la inconformidad magisterial.

Sin embargo, es aún más grave lo que ocurre frente a la enfermedad en sí. Se evade impunemente, a los ojos de la sociedad, sin que nadie ni nada parezca poder hacerse para remediarse o, al menos, para exigir que se atienda de fondo.

BARRIL SIN FONDO

Este año, por ejemplo, el gobierno estatal anunció por todos lados la “respuesta histórica” que dio a las demandas de la Sección 22 del SNTE. Aseguró que fueron más de mil 500 millones los “invertidos” para atender las demandas magisteriales, previendo que con ello los profesores se sintieran constreñidos a corresponder el gesto evitando el paro indefinido de labores.

Sin embargo, más allá de cualquier idealismo, ¿cuál fue la respuesta? La misma de siempre: la 22 calificó de “mínimos e insuficientes” los ofrecimientos gubernamentales; desmintieron la cifra diciendo que “sólo” eran 700 millones los entregados. Y dijeron que esencialmente esa era la razón por la que de todos modos habían resuelto estallar el paro indefinido de labores.

Queda claro que la llamada “inversión”, no es tal. Y no es así porque a cambio de esos millonarios recursos no habrá beneficio alguno, ni lo hay ahora mismo, para el interés general. Es un cheque en blanco, depositado en un barril sin fondo, que al final no va a tener otra potencial repercusión efectiva, que no sea apaciguar el encono y la ira magisterial. ¿Esa “inversión” mejora la educación? No. ¿Contribuirá a abatir el rezago educativo? No. Incluso: ¿ese monto tendrá la capacidad de incidir positivamente en la gobernabilidad, la paz y el desarrollo de la entidad? Tampoco.

Por todo eso, queda claro que todas las “respuestas” oficiales son a cambio de nada. El gobierno estatal no tiene la capacidad de exigir contraprestaciones, a cambio de seguir cediendo al chantaje. Y eso ocurre a la vista de todos: esos mil 500 millones de pesos no resolverán nada de la educación; no repararán las pérdidas de quienes se ven afectados por los paros y los plantones; no desagraviará a la sociedad ofendida (al contrario, profundizará aún más el rechazo); e incluso, tampoco representa una señal (clara o tenue) de que algún día este problema terminará.

Nada de esto podrá ser así porque esto está convertido en un auténtico círculo vicioso en el que todos pierden (perdemos) para que gane la Sección 22. Sin embargo, es tanto o más grave que mientras todo eso ocurre, ya nadie se preocupe por plantear o exigir que —dentro de poco o mucho tiempo— se tome la decisión de emprender soluciones de fondo.

Permea tanto la desesperanza, y el dominio de quienes chantajean, que a nadie parece interesarle algo más que los maestros se quiten del Centro Histórico; que marchen pero que no cierren calles; que no “paren” muchos días las clases; o que hagan lo que quieran, pero “sin ponerse violentos”.

¿Qué solución es más viable? ¿Que el gobierno le exija a la 22? ¿Que seamos los ciudadanos quienes le exijamos primero a los gobernantes? ¿O que tengamos que comenzar a entendernos directamente con los “educadores” oaxaqueños?… En nuestra apatía coronamos el refrán que dice que el valiente vive, hasta que el cobarde quiere.

SELECCIONAR PELEAS…

Ojalá el gobierno estatal esté calculando bien el número de frentes de batalla que está abriendo. Ojalá esté actuando con sapiencia al elegir el momento y el tipo de adversarios con los que se va a medir. Este no es un asunto menor. Abundaremos.

1 COMMENT

  1. me parece acertado tu comentario Adrian, empero si se sigue con esas “politicas publicas” de una persona que no tiene la capacidad ni la visualizacionde fondo del problema-para dirimirlo- dudo que se tenga una solucion lisa y llana a este conflicto magisterial, y en efecto si la base educadora “exige mejoras a su salario” por cierto cuantioso, cuales on las contraprestaciones que ellos ofrecen para una mejor calidad educativa, sin esos puntos osbre la mesa nunca se solucionara de fondo, retrotrayéndonos en el tiempo me gustaria ver si en los tiempos de Díaz Ordaz se atreverian a hacer lo mismo…. Saludos

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