Abusos reiterados: ¿Y dónde está la ciudadanía?

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+ Civiles somos más: ¿Nadie se da cuenta de ello?

 

Qué grave resulta una sociedad como la nuestra, en la que ciertos grupos medianamente organizados deciden afectar los derechos colectivos cada que lo desean; en la que el gobierno se ve rebasado en su capacidad de responder y de garantizar el imperio de la legalidad; y en la que los ciudadanos —usted y yo— siempre nos cruzamos de brazos asegurando que nada podemos hacer al respecto, y justificando nuestra parsimonia en el oscuro argumento de que “el gobierno es responsable de todo”. ¿Qué nadie —nosotros mismos, incluidos— se da cuenta que los ciudadanos podríamos hacer e incidir en mucho, por el simple hecho de que somos más?

Hoy podemos ver claramente que la nuestra es una sociedad fundamentalmente construida a partir de la evasión y el autoengaño. De evasión porque todos tratamos de ver en los demás, los problemas públicos que también son de nosotros. Y de autoengaño, porque queda claro que buena parte de los problemas y conflictos que nos aquejan, nacen de planteamientos que todos sabemos que son erróneos o absurdamente falaces, pero todos decidimos asumirlos como ciertos. Veamos si no.

Hoy mismo se desarrolla una andanada de protestas por parte de los integrantes de la Sección 22 del SNTE. A este grupo, tanto el Gobierno del Estado, como el federal, ya les dieron todo lo que merecían, y también todos los recursos que exigieron por la vía del capricho o el chantaje. Sólo en 2011, el magisterio oaxaqueño recibió, además del incremento salarial otorgado por el gobierno federal, más de mil 600 millones de pesos adicionales en prestaciones y beneficios sociales.

¿Cuál es el argumento para justificar la entrega de esta abultada cifra? Que los maestros de Oaxaca merecen mejores condiciones de trabajo; que éste es un acto de justicia para ellos; que el Estado debe canalizar mayores recursos económicos a la educación; y que, estos son objetivos planteados por un sindicato fuerte, como lo es el del profesorado oaxaqueño.

Por parte del gobierno, las justificaciones se encuentran en la misma vía: esencialmente, la administración estatal dice que todo esto lo hace como parte de su deber de dar respuesta a las exigencias magisteriales. Y en el fondo también acepta que otorga todos esos recursos a cambio de preservar la paz social en la entidad. Éstas, y las del magisterio, sin embargo, no son sólo más que justificaciones que, en rigor, no superarían ninguna prueba de honestidad moral y política. ¿Por qué?

Porque, en realidad, la lucha magisterial hoy nada tiene que ver con sus planteamientos originales. Ellos van por los recursos y la desestabilización. Cada año. Y también, en ese mismo lapso, el gobierno hace esfuerzos extraordinarios por entregar recursos a cambio de no ver boicoteados sus planes e intenciones de gobernar.

A nadie de ellos le importa que los incrementos salariales de los mentores sean a cambio de nada; que éste sea un abierto chantaje; que, además, la negociación magisterial constituya un asalto a las arcas estatales; y que el gobierno entregue todos los recursos no por convicción, sino por miedo a las agitaciones y disturbios que aquéllos son capaces de provocar. Es decir, que unos y otros se engañan y se autoengañan, para no asumir la responsabilidad del daño abominable que año con año se comete al satisfacer a un gremio insaciable como lo es la Sección 22 del SNTE.

 

¿Y LOS CIUDADANOS?

Las distintas esferas de gobierno en Oaxaca, le tienen pavor a los profesores de la Sección 22, porque éstos son 77 hombres y mujeres perfectamente disciplinados, que están dispuestos a hacer —tampoco por convicción, sino también por miedo a la reprimenda— lo que les mande su dirigencia sindical.

Por su parte, cuando el gobierno ve que el conflicto comienza a escalar a cierto nivel, saca a relucir la posibilidad en el uso de la fuerza. Deja ver, pues, que ante el agotamiento de la vía política y de diálogo con sus contrapartes, éste puede hacer valer “el Estado de Derecho” a través de la fuerza pública. No obstante, queda claro que ni la fuerza de unos, y mucho menos la de los otros, puede ser capaz de solucionar ese conflicto que está generando incertidumbre y problemas a los ciudadanos.

Frente a todo eso, ¿Cuándo entenderemos, los que nada tenernos que ver ni con unos ni con otros, que finalmente nosotros mismos podríamos hacer mucho, porque somos más que unos y otros? Los oaxaqueños debíamos comenzar a deshacernos de esa idea tonta y maniquea de que los disturbios los provoca sólo la 22, y las soluciones fallidas son responsabilidad del gobierno estatal, únicamente. En todo caso, a través de esos argumentos justificamos únicamente nuestra inacción y parsimonia. Pero en realidad nada hacemos para contribuir —de la forma que sea— a solucionar un conflicto que, en última instancia, es responsabilidad de todos.

Por eso, los diversos sectores de la sociedad debían ya dejar de quejarse, y hacer algo más. Debíamos comenzar a exigir compromiso, a exigir seriedad y apertura en los arreglos cupulares que se hacen desde el poder; debíamos comenzar a exigir, con verdadero rigor, que los maestros hagan lo que quieran con su sindicato, pero que verdaderamente se comprometan con la función educativa para la que según fueron preparados y después contratados.

La sociedad oaxaqueña debía comenzar también a sentirse inconforme con lo que es. A dejar de sentirse una pobre víctima, y comenzar a actuar como gente adulta y civilizada, que sabe qué es lo que quiere para el presente y su futuro. Debíamos dejar de aplicarnos esos analgésicos que únicamente nos hacen pensar que todos son responsables menos nosotros.

En la medida que tomemos conciencia de que podemos ir mucho más lejos, también podremos ir descubriendo que exigir no es malo, como tampoco lo es conformarse, y mucho menos indignarse. ¿A quién no le molesta que la educación pública en Oaxaca sea pésima? A todos. ¿Y por qué nadie hace nada? Del mismo modo: ¿A quién no le molestan los paros, plantones y “medidas de presión” de la 22? ¿Hacemos algo? ¿No? ¿Y entonces, por qué nos sentimos con calidad moral para quejarnos? …

 

EL MUNDO, ¿APARTE?

Stéphane Hessel, un hombre de más de 90 años de edad, en un texto denominado “¡Indignáos!” estableció los ejes de la resistencia de miles de jóvenes que, en varios países de Europa protestan contra las adversidades propias de nuestro tiempo. Nosotros no deberíamos ser ajenos a ello. Indignémonos por lo que aquí mismo ocurre. ¿Es demasiado pedir?

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