Oaxaca: ¿Estado es enemigo de la educación?

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+ Sección 59: castigo, por hacer lo que les toca

 

¿En qué otro lugar, más que aquí, se ha visto que a cierto sector se le castigue por cumplir con su obligación, y al mismo tiempo se premie a sus contrapartes, que no sólo no cumplen con los cometidos para los que fueron contratados, sino que además quebrantan el orden y el interés público? Eso es lo que ocurre en Oaxaca, a la vista y con la aceptación de todos, con la relación que sostiene el Gobierno del Estado con las Secciones 22 y 59 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.

El escenario, hoy, es perfectamente claro: la Sección 22 reinicia hoy labores, luego de dos semanas de paro, en las que no sólo abandonaron las aulas, sino que también instalaron un plantón masivo en más de cuarenta calles del Centro Histórico de la capital oaxaqueña, organizaron marchas, bloqueos a las principales arterias citadinas, obstrucción de actividades en sucursales bancarias, centros comerciales, restaurantes; y mantuvieron cerradas las instituciones gubernamentales —es decir, detenida la prestación de servicios públicos— durante ese lapso.

¿Cuál era el problema? Que ellos, como cada año, presentaron al Gobierno del Estado un pliego petitorio que se encuentra lleno de exigencias económicas que, además, deben ser satisfechas independientemente de que lo merezcan o no. Para la 22 no existe contraprestación alguna frente a su amplia superioridad numérica; para ellos es inválido cualquier cuestionamiento respecto a la calidad del servicio público que ellos ofrecen. Para ellos, simplemente, el gobierno debe responder atendiendo suficientemente todos y cada uno de los puntos planteados. Y frente a ello, nadie debe cuestionar. Nadie debe preguntar. Nadie debe, ni puede, ni tiene por qué exigir nada a cambio.

En ese sentido, la actitud del gobierno estatal concuerda con la postura de la Sección 22. Aunque este es un gobierno que supuestamente es aliado de las causas sociales y de la educación pública, e incluso del propio magisterio democrático, fue presionado por todos los frentes a que cumpliera todas las exigencias económicas de los maestros de la 22. Y una de las exigencias que está pendiente de ser satisfecha, pero que seguramente será también entregada dentro de no mucho tiempo —en bandeja de plata— a los democráticos, es el inicio del desmantelamiento de la Sección 59 del SNTE.

Esa, que parece ser una postura concordante con las exigencias de la Sección 22, e incluso con las fobias políticas del actual régimen, en realidad no parece sino ser el inicio de otro abominable atentado contra la educación pública —ahora no perpetrado sólo por los “democráticos”, sino también por un gobierno que no es capaz de distinguir el límite entre los compromisos políticos, los débitos de grupo, e incluso las fobias partidistas o entre regímenes de gobierno, y el interés por la educación. ¿De qué hablamos?

De que, en un primer momento, parece existir concordancia entre el gobierno estatal y la 22 por desaparecer a la 59. Los motivos son muy sencillos de entender. Para los “democráticos”, la 59 no es sino la cofradía de los traidores, que debe ser eliminada no sólo por disputarle una pequeña fracción de la membresía sindical o por haber emergido del ala crítica a la dirigencia de la Sección 22 del SNTE, sino también por ser, para ellos, una representación del charrismo priista dentro del magisterio oaxaqueño, que debe ser combatido hasta la desaparición.

Esa misma es la coordenada por la que el gobierno estatal le ha negado todo reconocimiento, interlocución y apoyo a la Sección 59 del SNTE. Quedó claro desde el primer momento —cuando a unos días de asumir su actual cargo, el director del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, Bernardo Vásquez Guzmán, declaró que sólo reconocía a la 22 como interlocutor válido— que éste gobierno no desearía tener ningún tipo de acercamiento con los antiguos aliados del régimen priista, durante el conflicto magisterial de 2006.

Ambos se resisten a darle el sitio que debía de tener la 59 —así sea mínimo—, aún cuando pudiera ser no una convicción, sino resultado de las mismas causas y circunstancias, las que han llevado a esa sección magisterial a cumplir con uno de los reclamos más sentidos de la sociedad: no cerrar las aulas por cuestiones políticas.

 

COMPROMISO OLVIDADO

Si la Sección 59 está en contra de la 22, y quiere hacerlo patente, una de las pocas formas válidas de hacerlo es no caer en los mismos vicios que su contraparte. Así, quizá al menos por esa razón, los integrantes del antiguo Consejo Central de Lucha no han cerrado las aulas ni han tratado de parecerse a sus adversarios internos. Por eso, a diferencia de los “democráticos” de la 22, éstos ni han cerrado las escuelas ni han afectado a la sociedad ni han arrancado conquistas sindicales ominosas a las arcas estatales.

Sin embargo, todos son sus enemigos. El IEEPO, por una parte, no les ha dado ningún espacio digno para la realización de su trabajo; la Sección 22 los persigue hasta tratar de erradicarlos; y unos y otros se defienden argumentando que no pueden romper ni sus alianzas ni sus compromisos, porque eso significaría hacer enojar a la Sección 22, provocar que éstos nuevamente dejen las aulas para presionar políticamente al gobierno, y por ende trastocar la paz y el orden públicos.

No obstante, queda claro que, ante las circunstancias, el primer enemigo de la educación en Oaxaca es el Estado mismo. Éste —hoy más que nunca, aunque así ha sido siempre—, premia a quienes se dedican a quebrantar el orden, a trastocar la educación y a dañar a las futuras generaciones; y castiga a quienes —al menos por circunstancias y por conveniencia, porque quién sabe si por convicción— tratan de cumplir con las atribuciones para las que fueron contratados.

¿No es esta una muestra clara, y ofrecida a plena luz del día, de que en Oaxaca, gracias a nuestro gobierno y al magisterio dominante, vivimos en un auténtico mundo al revés? ¿Qué nadie se da cuenta de la gravedad que implica ese estado actual de cosas?

 

SOLIDARIDAD

Desde este espacio, manifestamos nuestra más amplia solidaridad y aprecio al periodista Jaime Méndez Pérez. Hombre trabajador e informador serio, ex compañero de esta Casa Editorial, que hoy es objeto de una infamia por parte de quienes pretenden lavar sus remordimientos, acusando a otros de lo que se resisten a ver cuando se miran al espejo.

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