+ Eviel, Martín y todos, ajenos a amagos oficiales
No deja de llamar la atención que casi al cumplirse el término constitucional ampliado de seis días, para que un juez determine si dicta o no auto de formal prisión al ex coordinador de Transporte del gobierno estatal, Gonzalo Ruiz Cerón, hasta la tarde de ayer siguiera sin haber un solo pronunciamiento oficial al respecto, por parte de la dirigencia priista en Oaxaca.
Llama la atención este asunto, por las inconsistencias legales que ya se conocen de la Averiguación Previa que sirve de base a este procedimiento. Y llama también la atención porque este es un botón de muestra más, de cómo la desarticulación, el desdén y las traiciones, son la moneda común en un partido que hoy debía estar más cohesionado que nunca.
En este momento, son perfectamente conocidas las inconsistencias del proceso penal que se le sigue a Gonzalo Ruiz Cerón. Se sabe que las acusaciones tienen un sustento endeble, lo mismo que la Averiguación Previa en la que sustentaron la emisión de la orden de aprehensión; se sabe también que la acusación sobre el tráfico y presunta venta ilegal de más de nueve mil concesiones, no fue sino parte del show mediático del gobierno estatal para justificar la acción.
Se sabe, en el fondo, que son tan altas las posibilidades de que finalmente se declare, o el auto de libertad, o que se triunfe en la vía de amparo —y que por tanto los delitos imputados a Ruiz Cerón no son tantos ni tan graves ni tan evidentes ni tan escandalosos como inicialmente parecían—, que todos ya debieran haber acusado la evidente persecución política que se está ejecutando.
Por todo eso, hoy debiéramos preguntarnos dónde está no sólo la dirigencia priista, sino también los líderes de los sectores y organizaciones que integran ese partido; los coordinadores de las fracciones parlamentarias tanto en el Congreso federal como en la Legislatura local; dónde se encuentran todos los ex funcionarios icónicos de la administración del gobernador Ulises Ruiz Ortiz. Y dónde están todos aquellos que fueron parte de la bonanza del poder en los pasados seis años, y que hoy, con su silencio y apatía, están dejando morir solo al encarcelado ex Coordinador de Transporte de la pasada administración.
En primer término, y en un análisis riguroso de la actitud demostrada en los últimos días por los quienes se dicen priistas por convicción, debiéramos preguntarnos dónde se encuentran tanto los dirigentes formales, como sus detractores. Queda claro que más allá de cualquier diferencia interna que hoy tengan los tricolores, en el fondo todos fueron parte de la misma gestión gubernamental, y por tanto todos debían tener el deber moral de defender a sus ex compañeros funcionarios, que hoy son objeto no sólo de un proceso judicial, sino claramente también de una característica persecución política.
En este sentido, habría que cuestionarse, en el mismo plano, dónde se encuentran los diputados federales Eviel Pérez Magaña y Jorge Franco Vargas. Uno y otro, que se dicen dirigentes “legítimos” del mismo partido, hoy simplemente han levantado los hombros, como si fueran ajenos a un asunto que esencialmente también los atañe. Y es así no sólo porque a quien persiguen fue funcionario en la misma administración que ellos, sino por el supuesto “compañerismo” y lealtad de militancia que, sin embargo, no han demostrado públicamente ni en su más mínima expresión.
Algo similar ocurre con todos los sectores que, de uno u otro modo, tuvieron relación con este asunto, y también son piezas de un partido político que, esencialmente, implica mucho más que sus solos liderazgos o figuras particulares. De ellos, tampoco ha habido el pronunciamiento que pudiera esperarse.
PODERES REALES
Sin embargo, queda claro que más allá de los solos posicionamientos partidistas o de liderazgos sectoriales o regionales, el priismo ha demostrado un alto grado de debilidad (o quizá entreguismo, o hasta abierta traición) al permanecer inmóvil en los terrenos donde verdaderamente tendría la fuerza para presionar al gobierno estatal a conducirse en el estricto marco de la legalidad, y dejar de lado las disputas políticas que insiste en alimentar. ¿Dónde están las fracciones parlamentarias en un momento como este?
Pareciera, aunque no deja de ser una percepción, que los más activos han sido los diputados federales. Aunque no particularmente por este asunto, quienes hoy representan al PRI de Oaxaca en el Congreso de la Unión, sí han demostrado tener ciertos arrestos para encarar y exigir al gobierno estatal. Sólo que en este caso en particular —y aun conociendo todos los detalles que desvirtúan los indicios de corrupción que cayeron sobre Ruiz Cerón cuando fue aprehendido— éstos no se han pronunciado en ningún sentido.
Caso tanto o más grave es el de los diputados locales del tricolor. Encabezados en su actitud de desprecio a la persecución contra Ruiz Cerón, por el presidente de la Junta de Coordinación Política, y coordinador de bancada priista, Martín Vásquez Villanueva, hoy se sabe que algunos diputados del tricolor se negaron rotundamente a por lo menos ser parte de un posicionamiento que la tarde de ayer trataba de consensarse, tardíamente, desde la dirigencia estatal.
Ellos, y todos los demás, en el fondo debieran tener la honestidad para aceptar que los cargos que tienen fueron gracias a ese ente abstracto (el Revolucionario Institucional) a quien hoy desprecian, y por el que debieran estar luchando y defendiendo con mayor ahínco. También queda claro que, unos y otros, todos, se encuentran más preocupados por temas como la elección de gobernador en el Estado de México, o por sus propios proyectos personales rumbo al Senado de la República.
Todo esto, como si en realidad, personajes que sólo cargan en sus haberes políticos actuales —como el mismo Vásquez Villanueva, sin demérito de los demás— derrotas, visos de cooptación, y hasta tomaduras de pelo por parte de sus supuestos adversarios políticos, tuvieran verdadera legitimidad, y hubieran demostrado eficacia y oficio político, como para aspirar a mejores cargos políticos.
¿PRIISTAS ORGÁNICOS?
En todo esto, queda claro que hay quienes, desde la oposición, comienzan a hacerle el juego abiertamente al gobierno estatal. Sin embargo, pensar en que el o los próximos senadores del PRI pueden ser “orgánicos” o “colaboracionistas” con el régimen gobernante en la entidad, es tanto como una ingenuidad o un insulto para su propio partido, y para el electorado que ya no es aquel menor de edad que era hasta hace no mucho tiempo.