PRI: el rumbo y el futuro no debían estar peleados

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+ Presente y Senado: ¿Ya estará todo decidido? No

 

Aunque parecen sendos temas partidistas, o de disputas entre grupos políticos, las relaciones internas del Partido Revolucionario Institucional, y entre éste y el Gobierno del Estado, son —o debían ser— del más alto interés público. No se concibe una sociedad democrática en la que la principal fuerza de oposición se encuentra en el extravío total; pero tampoco puede ser esto concebible cuando el grupo gobernante decide entablar relación con sus opositores, pero ocupando no la vía institucional sino el “golpismo”.

Independientemente de qué pase en su relación con las demás fuerzas políticas, queda claro que el priismo hoy se encuentra convertido en una especie de torre de Babel, en la que todos discuten y todos gritan, pero nadie hace ni dice nada concreto.

Mientras desde el poder se enderezan fuertes embates para tratar de debilitarlo y perseguir a ciertos elementos de la administración anterior de origen priista, los más importantes grupos del tricolor se encuentran extraviados en sus propios intereses y proyectos personales. Haciendo un repaso rápido de los militantes que “heredaron” la dirigencia tricolor en Oaxaca luego del 4 de julio de 2010, bien podremos darnos cuenta que todos están, valga la redundancia, en todo, menos en lo que deberían.

¿En manos de quién quedó el priismo? Quedó, formalmente, tanto en manos de la dirigencia estatal, como de quienes encabezan las representaciones legislativas del tricolor oaxaqueño. De ahí que además del diputado Eviel Pérez Magaña, el PRI de Oaxaca en cierto modo también quedó en manos del diputado local, coordinador de su bancada y actual presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado, Martín Vásquez Villanueva, y del diputado federal, y coordinador de los diputados federales del PRI por la entidad, Héctor Pablo Ramírez Leyva.

En cierta medida, además, el PRI en Oaxaca quedó también en manos de los otros diputados federales, del senador Adolfo Toledo Infanzón (tanto en su calidad de legislador, como de líder de la CNC), de los diputados locales y de los dirigentes sectoriales de ese partido.

El problema es que, aunque parecen ser muchos, y muy “importantes”, los nombres de los militantes priistas enumerados, lo cierto es que todos hacen poco o nada por verdaderamente defender las siglas, el posicionamiento y la importancia de su representación partidaria en la entidad.

Todos los enumerados, y varios más, tienen puestas todas sus energías y atención en la disputa por las candidaturas al Senado y a las diputaciones federales que están próximas a disputarse.

A nadie le ha interesado más allá de lo decoroso e indispensable, el hecho de que hoy la presencia política real del priismo está siendo fuertemente minada tanto por el abandono como por sus opositores (que de ladrones y corruptos no los bajan); que el gobierno estatal endereza una guerra feroz en contra de quienes considera “peces gordos” de la pasada administración, y que para ello está utilizando lo mismo métodos legales que abusivos. Todos parecen estar más interesados en las próximas candidaturas que en la estabilidad, la supervivencia e incluso el trabajo verdaderamente decoroso y responsable que pueda estarse realizando hoy, para abonar las candidaturas de mañana.

Vayamos a lo concreto. Hoy, por ejemplo, vemos francas campañas encaminadas a posicionar electoralmente a personajes como Martín Vásquez o Sofía Castro. Ambos tienen ya pagada publicidad a través de diversos medios. Habría que preguntarse, en el caso del primero: ¿De verdad creerá que su trabajo en el Congreso local es, primero, digno de ser presumido ante la ciudadanía; y segundo, creerá que eso (que es sinónimo de entreguismo, sumisión y falta de propuesta y sustento frente al poder) le es suficiente como para aspirar a un nuevo cargo legislativo?

Y en el caso de la diputada Castro es más o menos similar. El pasado viernes, incluso, ya se “destapó” como aspirante al Senado en un acto proselitista realizado en la región de la Mixteca, al que llevó a la secretaria General del CEN priista, Cristina Díaz. ¿De verdad cree que alterando los tiempos, y convulsionando al priismo con sus futurismos, logrará algo? ¿De verdad son tan ingenuos? ¿O es que las ambiciones de fuero y poder los han enloquecido?

 

RELACIÓN NOCIVA

Empero, no sólo es en esa banda que todas las cuestiones parecen descompuestas. Si mucho de lo que ocurre al interior del priismo por sí mismo está descompuesto, lo está aún más el tipo de relación que se intenta desde el exterior no para entenderse institucionalmente con el priismo, sino para colonizarlo.

Desde hace meses, es clara la intención del gobierno estatal de apersonarse a través de priistas resentidos para tratar de llegar a la dirigencia estatal. Aunque son muchos sus dichos de democracia e institucionalidad, lo cierto es que sus prácticas los revelan como una simple renovación del pasado. El oficialismo, hoy, pretende entablar relaciones con los detractores para tratar de “entablar relaciones” con un priismo a modo, domado y afín a los intereses del grupo gobernante.

Éste, que es un intento temerario y riesgoso, además de ser una moneda al aire, no hace sino enturbiar una relación que ya de por sí es difícil, y que debía encauzarse si es que todos juntos desean el bien para Oaxaca. Es inconcebible la apuesta oficial de impulsar a los peores detractores del priismo, para que a través de llamados “democráticos” puedan derrocar a un grupo que, les guste o no, tiene aún a la dirigencia del priismo en sus manos.

¿De verdad el gobierno cree que teniendo una oposición aparente, orgánica y domesticada, podrá incrementar sus bonos democráticos? Quizá pueda acrecentar su margen de maniobra y su capacidad de decisión. Pero en esas condiciones (un PRI encabezado, por ejemplo, por Jorge Franco o, aún peor, por Germán Espinoza) no podría pasar, ni en lo más mínimo, por el tamiz de la democracia.

 

COMO LOS CANGREJOS

Se supone que en las democracias modernas, a un gobierno fuerte le conviene una oposición fuerte, para que ésta lo legitime. Y los intentos oficiales por desmantelar a un priismo que ya de por sí es débil, no hacen sino dejarlo en las peores condiciones posibles. Porque aún con esa oposición endeble, es poco lo que el gobierno ha podido hacer a su favor en estos primeros seis meses y medio de gobierno. Así, podría decirse que no es que no lo dejen… es que les cuesta trabajo hacer las cosas bien. Grave, ¿no?

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