Mendoza: Que defienda posición con seriedad
Tratando de respaldar una propuesta de reforma constitucional presentada por su compañera de bancada, el coordinador de los diputados del PAN en la LXI Legislatura del Congreso del Estado, Juan Mendoza Reyes, aseguró estar de acuerdo no sólo con la reelección de diputados y presidentes, sino también con la de Gobernador del Estado. “La no reelección, es parte del pasado”, afirmó. ¿De verdad es esa razón suficiente para reconsiderar el fin de la irregibilidad tanto de diputados, como de Ediles, e incluso en la figura del Gobernador del Estado, o del Presidente de la República?
Por principio de cuentas, debe quedar claro que ésta discusión no debe homogeneizarse. Es decir, que por un lado no es posible hacer consideraciones similares, respecto a la reelección de los integrantes de dos poderes del Estado con naturaleza completamente distinta, como lo son el Ejecutivo y el Legislativo; y que, por el otro, tampoco puede hacerse ninguna de esas consideraciones sólo a la luz de lo anticuadas o novedosas que puedan ser esas figuras, sino más bien en base a la utilidad o riesgos que implica cada una de ellas en el momento actual.
En ese sentido, la reelección de autoridades y legisladores es tan vieja como el poder público mismo. Y México, en particular, tiene un intrincado proceso histórico-político, en el que justamente la posibilidad de reelección de sus gobernantes ha sido el leitmotiv de la gran mayoría de sus luchas políticas y movimientos armados.
Frente a eso, ¿cómo justificar hoy la reelección de cualquier autoridad gubernativa en México, cuando esa fue una de las grandes causas que originó la lucha revolucionaria, de donde emana nuestro orden jurídico actual? ¿Cómo justificar esas pretensiones —más allá de una engañosa novedad o “modernidad” de la reelección de gobernantes en sociedades democráticas—, cuando los proponentes ni siquiera alcanzan a tener la claridad suficiente, como para construir sus justificaciones en base a argumentos válidos, sólidos, y verdaderamente actuales?
Más bien, lo que vemos en Oaxaca parece ser el inicio de una compleja discusión (no por lo elevado de los argumentos, sino justamente por lo contrario) respecto a la posibilidad de volver a estipular la reelección de Gobernador —para que quien ha ocupado el cargo con calidad de interino, provisional o sustituto, pueda hacerlo también por la vía de la elección popular—. Para ello, los locuaces diputados locales del PAN, pretenden no sólo poner a debate la remoción de un precepto sustentado por amplios antecedentes históricos en todo el país, sino que para justificar su pretensión engañan con el hecho de que están a favor de estipular también la reelección de diputados y presidentes municipales.
Sólo que más allá de lo actuales o anticuados que puedan ser los argumentos hasta ahora vertidos por el diputado Mendoza Reyes, más bien lo que debería explicar y exponer con verdadera sapiencia y claridad, es en base a qué considera, primero, que la nuestra es una sociedad democrática y madura; luego, en razón de qué sostiene que la reelección legislativa, municipal y gubernamental, es benéfica para una ciudad como la nuestra; tercero, que si es así, entonces cómo pretendería establecer esa posible nueva disposición en la Carta Constitucional local.
Queda claro que, hasta ahora, sus argumentos sobre la supuesta “madurez” de nuestra sociedad luego de la alternancia; sobre el “envejecimiento” del principio de irregibilidad absoluta para Gobernadores y Presidentes; y sobre la supuesta “vocación democrática” en la que sustenta sus dichos, son lo suficientemente frágiles como para ser desechados desde el punto inicial de cualquier discusión seria al respecto. Pero sobre todo, demuestran la debilidad intelectual de quien ostenta la calidad de coordinador parlamentario en un Congreso Estatal.
NO A LOS ENGAÑOS
Ahora bien, no debemos ver como similar la discusión respecto a la posibilidad de reelegir legisladores, y a la de reelegir autoridades administrativas. Mientras el primero ejerce funciones meramente creativas y modificativas al marco jurídico, en el segundo queda depositada la parte ejecutiva del poder público. El legislador representa la voluntad popular en el proceso de creación de leyes. Pero el gobernante ejecuta las normas, dispone de la fuerza y administra recursos. Por tanto, no es posible querer hacer equiparable, lo que en sí mismo es distinto.
En los últimos años se ha discutido ampliamente la posibilidad de reelegir diputados y senadores. Esta posibilidad —que estaba vigente cuando se promulgó la Constitución de 1917, y que fue eliminada conforme ocurrió la consolidación del priismo hegemónico en el poder, a finales de los años 20’s— pretende ser reimplantada como una forma de premio o coacción al legislador que sí cumple con sus ofrecimientos, y que sí tiene un buen desempeño como representante popular.
Sin embargo, al menos en el ámbito federal es simplemente imposible cualquier discusión respecto a la reelección de Presidente de la República, debido simplemente a que el contexto histórico de México ha sido lo suficientemente severo y aleccionador, como para no volver a pensar en poner a prueba la “madurez democrática” del pueblo mexicano, para reelegir a sus gobernantes sin riesgo de que éstos intenten perpetuarse en el poder.
No obstante, en los últimos años se ha debatido intensamente en todo el continente sobre ese asunto. Los mayores expertos en el tema, han llegado a la conclusión de que un sistema idóneo de gobierno, establecido en una sociedad verdaderamente madura democrática, debiera tener periodos de más o menos cuatro años de gobierno, con la posibilidad de una sola reelección.
REELECCIONES
Estas conclusiones, sin embargo, han sido en realidad poco recogidas por las Constituciones. Muchas sociedades, como la mexicana o la hondureña, por citar dos ejemplos, no están dispuestas a repensar la reelección de sus gobernantes. Y otras, como Venezuela, Bolivia o Colombia, caminan hoy en una peligrosa cuerda floja que los tiene al borde, o de la consolidación de su democracia, o del triunfo y el regreso de las dictaduras envueltas en basamentos engañosamente legales y democráticos. ¿De verdad pensará el diputado Mendoza Reyes que Oaxaca y México están dispuestos a eso?