+ Objetivo: minar credibilidad de adversarios
A la dirigencia estatal del tricolor, y a sus líderes fácticos, se les puede acusar de todo, menos de tontos. Eso es lo que no parecía entender el diputado federal, y ex presidente del Comité Directivo Estatal, Jorge Franco Vargas, ante su obcecación por seguir peleando, en los tribunales jurisdiccionales de Oaxaca y del país en materia electoral, su supuesto “regreso” a la dirigencia priista. Parecía más un acto de testarudez y de ambición de poder y revancha, que de auténtica razón legal. ¿Estuvo siempre equivocado, o qué quería en realidad el ex Dirigente tricolor?
Desde un inicio, el diputado Franco Vargas sabía que el resultado de la empresa legal que emprendería, no le sería favorable. Esto se fundaba en el hecho de que, si bien sí se separó de la dirigencia priista a través de una licencia —que luego dijo que era con el carácter de “temporal”—, ésta no necesariamente incluía la preservación de sus derechos partidarios como dirigente, durante la ausencia de su encargo.
Todo esto quedaba reforzado, por el hecho de que el Comité Estatal del tricolor llevó a cabo cuando menos tres sustituciones más en el cargo de Presidente del Partido, realizadas conforme a los procedimientos establecidos por los estatutos priistas. Cada una de esas sustituciones era convalidada por procedimientos que la dirigencia priista conocía a la perfección, y que anteriormente ya habían sido ratificados, para esos casos, como legalmente válidos por las instancias partidarias, electorales y jurisdiccionales competentes.
El diputado Franco Vargas sabía todo eso desde el principio. De hecho, en diversas ocasiones él mismo había llevado a cabo —u “operado”, como se dice coloquialmente en el argot político— procedimientos internos similares, para convalidar otras decisiones del Jefe Político (el Gobernador del Estado, emanado del PRI) respecto a cómo se debía renovar la dirigencia tricolor, quiénes debían ser los beneficiarios, y cuál debía ser el procedimiento correcto, justamente para luego no enfrentar problemas legales de este tipo.
Franco sabía, además, que si el PRI en su conjunto, ha tomado siempre decisiones cupulares, en negociaciones, e incluso manotazos abiertos por parte de quien detenta el poder, para luego darles las formas jurídicas adecuadas y “vestirlos” legalmente hasta poder hacerlos pasar como legítimos e indiscutiblemente válidos ante las instancias revisoras, las decisiones recurrentes (del entonces gobernador Ulises Ruiz) que motivaron tanto su retiro de la dirigencia priista, como las sustituciones por parte de Jorge Toledo Luis, Adolfo Toledo Infanzón y Eviel Pérez Magaña, podrían tener todos los cuestionamientos democráticos posibles (porque de hecho eran decisiones totalmente unilaterales, tomadas al seno de una organización “democrática”), pero no respecto a sus formas legales.
No podían, nunca, darse el lujo de que sus decisiones, además de antidemocráticas, fueran ilegales. Por eso, podían acusarlos de todo, menos de tontos… o de violar las leyes que los rigen.
Y si el diputado Franco Vargas sabía todo eso —porque él mismo siempre fue beneficiario de esa “democracia”—, ¿entonces por qué decidió ir a los tribunales estatales y federales en materia electoral, a presentar alrededor de una decena de procedimientos en defensa de sus derechos políticos electorales, y de la posición de Presidente del CDE “con licencia” que, según, continuaba ostentando?
La respuesta se encuentra en los intereses facciosos, no en la democracia.
MINAR AL PRI
Si hubiera que contar la historia de las acciones emprendidas por el diputado Franco Vargas en los últimos meses, ésta se resumiría en un frío “de más a menos”. ¿De qué hablamos?
De que en los primeros meses del año, cuando el legislador priista —que además, teniendo una producción legislativa tan, pero tan pobre, simplemente hace insostenible su argumento de justificación, de que desea regresar a la dirigencia priista “para seguir trabajando a favor de Oaxaca”— aún se ostentaba como “presidente con licencia” ante los sectores de la militancia que aún lo recibían y reconocían como parte de los baluartes priistas, éste se notaba como un representante partidario con cierta ascendencia, y sobre todo con apoyos importantes (económicos, políticos, de logística, etcétera) para poder realizar “giras de trabajo” por docenas de municipios por toda la entidad.
Luego, cuando se decidió a presentar los recursos legales ante los tribunales de la materia, también dijo que realizaría reuniones con la militancia para poder impulsar los cambios que requería la dirigencia estatal. Para sus reuniones, fantasmalmente había abundantes recursos económicos que, quienes lo conocen, aseguran que salía de cualquier otro lugar, menos de su fortuna personal. Su recurrencia, y las acciones paralelas que ocurrían respecto a estas convocatorias, pronto dieron la idea que ese sospechoso impulso en realidad provenía de algunas instancias del gobierno estatal, también en manos de otros “interesados” en “recuperar” su partido.
Tomando en cuenta la situación, queda claro que muy probablemente el diputado Franco Vargas sí engañó a más de uno en el gobierno estatal, respecto a las posibilidades reales de triunfar en los tribunales. Pareciera que a partir de esa promesa le habrían sido suministrado los satisfactores a todas las necesidades que requería la recuperación de la dirigencia tricolor.
En ese mismo sentido, pareciera que conforme se fueron desdibujando esas posibilidades, también se fueron diluyendo los apoyos y la presencia real del diputado Franco Vargas.
De inicialmente realizar giras de trabajo, pagar algunos espacios en medios de comunicación, y tener cierto respaldo de la militancia, terminó siendo un engaño de él mismo. La última parte de su defensa la llevó a cabo únicamente haciendo declaraciones esporádicas y reservando su imagen lo más posible tanto de la clase política, como de los medios de comunicación.
PROMESAS FALSAS
¿Prometió lo que no podía cumplir? ¿O es que el objetivo de siempre fue el de, cual kamikaze, minar la credibilidad de la dirigencia tricolor aún a costa de también acabar con el poco sustento que le quedaba como militante priista? Independientemente de cuál sea la respuesta, lo que queda claro es que después de tantas promesas y “compras de esperanza” que más de uno le hizo, Franco Vargas terminó ganando absolutamente nada.
Buen análisis de lo que pasa en una fracción del PRI Adrián. Complementa tus colaboraciones previas. No está por demás decirte que se espera tu reflexión respecto a otros grupos que le disputan la dirigencia a Eviel Pérez Magaña, quien ha mostrado poca habilidad y capacidad para darle vigor al priísmo. Digo analizar a otros gupos o fracciones o personas porque no tienen la talla de corriente, que implicaría solidez o contenido ideológico y que está ausente en los actores que hoy se ostentan como representantes del priísmo, sea del dector que sea. No te parece que la convocatoria a elegir una nueva dirigencia sin la presencia del CEN será un golpe mortal a la expectativa de algunos de sus miembros respecto a la reconciliación priísta?
Ja que no queria regresar, si como no, preguntale a sus empleados que tienen mas de 3 meses sin cobrar.