Gobierno: ¿considerará rompimiento con aliados?

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+ Radicales legitimaron el cambio: Ahora qué sigue

 

Aunque disimuladamente, hoy es claro que el Gobierno del Estado se encuentra rompiendo relaciones con los antiguos aliados que, en momentos fundamentales, le dieron legitimidad a la bandera de cambio en el ejercicio del poder, que luego ellos capitalizaron a través de las urnas.

Los señalamientos reiterados que hoy tienen en su contra, personajes como el diputado Flavio Sosa Villavicencio, el sacerdote católico Wilfrido Mayrén Peláez, y representantes de grupos como el Frente Popular Revolucionario, sin duda dan cuenta de un alejamiento que no sólo tiene que ver con la negación de prebendas, sino con causas que en el mediano plazo podrían poner en entredicho la legitimidad de este gobierno del cambio.

¿Qué tienen en común los personajes antes aludidos, además de otros como el ex vocero de la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca, Florentino López Martínez o el profesor Germán Mendoza Nube? Que todos ellos, y varios otros más —que también hoy no cesan en pronunciamientos contra el gobierno estatal— fueron quienes físicamente encabezaron la lucha durante la revuelta magisterial y popular de hace cinco años. Y fueron ellos los que en buena medida construyeron el discurso y las condiciones de desbordamiento social, que luego aprovecharon las fuerzas políticas opositoras para generar su triunfo electoral.

En ese sentido, queda claro que tanto el FPR, como el ala radical de la Iglesia Católica en Oaxaca, e incluso los grupos más radicales de la Sección 22, entre muchos otros grupos de lucha social que, abierta o disimuladamente apoyaron el triunfo electoral del actual gobierno, están lejos de ser hermanas de la caridad. Son grupos que durante años han vivido de la connivencia con el gobierno estatal, pero que a la par de ello han cultivado innumerables formas de desestabilización y presión social, que han utilizado eficazmente como herramientas para lograr sus fines.

Por eso, más allá de sus respectivos discursos democráticos y sus aseveraciones sobre la defensa de los oprimidos, queda claro que ellos han luchado con toda apertura por intereses particulares perfectamente determinados, y por la consecución de fines específicos, que no siempre podrían ser explicados en función del interés general ni de la cara a la sociedad oaxaqueña.

En gran medida, es en función de ello que se explica tanto su participación en el proceso electoral, como el apoyo tácito que dieron a la causa opositora que entonces encabezaba el ahora gobernador Gabino Cué, e incluso las exigencias que hoy hacen al Gobierno del Estado. Como en toda guerra, al momento que se asumieron como parte de los ganadores, comenzaron a reclamar su parte del botín que todos juntos habían obtenido.

Sin embargo, hoy los reclamos de esos y varios otros grupos no deben tomarse únicamente como un berrinche que hacen aquellos a quienes no se les da todo lo que piden. No. En realidad las críticas que éstos realizan a quienes fueron sus aliados —que ahora están en el poder— entrañan otras finalidades, que en el último de los casos van más allá del solo cumplimiento de pretensiones: buscan socavar una construcción que ellos edificaron, pero que por eso mismo también saben cómo echar por tierra si es que deja de responder a los fines que éstos buscaban.

 

DESLEGITIMACIÓN ACELERADA

Es relativamente natural que no todos los grupos logren convivir en una sociedad tan plural y compleja como la nuestra. Sin embargo, debía tomarse con más detalle el hecho de que el gobierno estatal está perdiendo a sus aliados más esenciales, justamente porque son los principales grupos que saben ser enemigos perfectos de un régimen.

Los hechos hablan por sí mismos. En 2006, todos esos que hoy se pronuncian en contra del gobierno de Gabino Cué, comenzaron haciendo exactamente lo mismo del entonces gobernador Ulises Ruiz, que —como ahora— se negó a cumplirles ciertos caprichos; también como en los tiempos actuales, en aquellos momentos el gobierno no era homogéneo ni del todo eficaz ni capaz de cumplir con sus fines. Y, también entonces como ahora, los grupos tradicionalmente de lucha social decidieron utilizar esas circunstancias en contra de quien había prometido mejoras para la ciudadanía.

En 2006 el detonador de una inconformidad general entre esos grupos, radicó en el desalojo a la protesta magisterial. Queda claro que, sin embargo, ni los maestros democráticos, ni todas las organizaciones sociales eran verdaderamente representativas de lo que todos juntos denominaron como “pueblo de Oaxaca”; sin embargo, su capacidad de acción y presión fueron lo suficientemente importantes como para generar tanto la expectativa de que la revuelta tenía verdaderos fundamentos, como que los alzados eran en realidad correspondientes a una ciudadanía que en realidad se había quedado en medio de todas las circunstancias que ocurrían.

El resultado fue abrumador. Si recordamos, por responsabilidad de una mala relación entre el gobierno estatal y esos grupos, la capital oaxaqueña estuvo más de siete meses ahogada en un auténtico estado de sitio impuesto por esos grupos. Aunque el gobierno se decía fuerte y capaz de responder a la inconformidad de ciertos grupos, lo cierto es que éste también estuvo sitiado, aislado y maniatado, hasta que ocurrieron otras circunstancias que, por sus particularidades, salvaron la cabeza de un régimen que, por mucho menos que eso, pudo haber caído.

Independientemente de cuál es la pretensión actual de grupos radicales como el FPR, ¿el gobierno estatal está tomando en cuenta el riesgo de tener mala relación con esos grupos? la gobernabilidad no es un asunto de juegos. Y queda claro que, de desatender todos esos detalles que hoy parecen aislados, en cualquier momento el actual régimen puede ser medido con la misma vara con la que sus antiguos aliados midieron al régimen priista. Nadie tiene comprada la sobrevivencia política independientemente de las circunstancias. ¿Le permitirá su soberbia al gobierno actual, ver esa particularidad?

 

CORDERO EN OAXACA

No queda duda que Ernesto Cordero Arroyo tiene a toda la maquinaria del gobierno federal trabajando a su favor, y que hasta ahora todos sus adversarios se han “tragado”, lisos y llanos, todos los señalamientos que éste ha hecho en su contra. ¿Será eso eterno? Queda claro que no. Sin embargo, ¿dónde está el “priismo oaxaqueño” para responder esos y muchos otros señalamientos —mucho más que negativos— que hoy se vierten en su contra?

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