+ Irrelevante, buscar “maniobras” en imposiciones
Sólo quienes nunca pudieron entender el estilo de gobernar y decidir de Ulises Ruiz, siguen creyendo que en el PRI de Oaxaca puede pasar algo más de lo que está a la vista. En efecto, el ex Gobernador del Estado nunca ha jugado a espaldas de nadie ni con cartas escondidas. Y como hoy se sabe con el respaldo del Comité Ejecutivo Nacional del tricolor, y con cierto control en el priismo oaxaqueño, desde ahora ya decidió quiénes serán sus abanderados tanto al Senado de la República, como a la Cámara de Diputados, en los comicios federales del próximo año.
Guste o no en el PRI; y sea aceptado o no por su militancia, lo cierto es que el estilo de decidir del ex Mandatario siempre ha sido el mismo. Si hacemos un ejercicio sencillo de retrospectiva podremos ver que, al haber éste nacido y crecido políticamente bajo la sombra de un partido hegemónico fuerte, siempre entendió que el poder no se comparte ni se consulta, sino que simplemente se ejerce. Y esa ha sido la lógica que ha seguido en sus decisiones.
El caso más evidente —y doloroso e injusto y costoso, para muchos— de ese estilo de decidir, quedó de manifiesto en la forma en cómo “operó” la imposición de su candidatura. Y decimos “operó” de forma entrecomillada, porque justamente el tipo de operación política que llevó a cabo el entonces gobernador Ruiz para aplacar a los aspirantes y cumplir su decisión, fue justamente la de la “no-operación”. Veamos al pasado, sólo para corroborarlo.
A mediados de 2009, cuando ya había transcurrido la mayor parte de la gestión del gobernador Ruiz, había sólo dos aspirantes naturales a la Gubernatura del Estado por parte del PRI oaxaqueño. Uno era el senador Adolfo Toledo Infanzón, y el otro era el entonces munícipe de la capital oaxaqueña, José Antonio Hernández Fraguas. Todos los demás (Jorge Franco Vargas, Martín Vásquez Villanueva, Eviel Pérez Magaña y José Antonio Estefan Garfias) figuraban, sí, pero en una escala mucho menos importantes que aquellos dos personajes.
De hecho, al inicio de la competencia interna por lograr la candidatura priista al Gobierno del Estado, parecía que fuera de los dos personajes principales, había por lo menos dos aspirantes eminentemente testimoniales. Uno de ellos era Martín Vásquez. Y el otro era justamente Pérez Magaña.
No obstante, desde el primer día en que todos hicieron públicas sus aspiraciones, el entonces gobernador Ruiz volcó todo el aparato oficial a favor del evielismo. Y aunque de inicio los funcionarios estatales encargados de la difusión masiva de la figura del entonces recién ungido coordinador de los diputados del PRI por Oaxaca, aseguraron que ésta buscaba “emparejar” la contienda interna para que ninguno fuera un aspirante testimonial, como ya desde entonces se señalaba.
Lo cierto, en todo esto, es que el entonces gobernador Ruiz dejó correr la contienda interna para cubrir ciertas formas democráticas, y para que de algún modo la sociedad y la clase gobernante se hicieran parte de un juego por el supuesto “futuro” de su partido en la entidad, aunque siempre dejando en claro que de todos modos la decisión ya la había tomado él, que él era quien tenía la última palabra, y que ésta ya había sido dicha a favor de Pérez Magaña.
¿Hubo consenso sobre su candidatura? No. ¿Hubo respaldo real de todo el priismo? No. ¿Hubo traiciones? Por todos lados. ¿Era Eviel Pérez un buen candidato? Posiblemente sí. Pero, ¿tenía lo suficiente para ganar? Los hechos hablan por sí solos.
Y lo cierto es que su designación como candidato no fue producto ni de la democracia ni de la competitividad: fue consecuencia de una decisión vertical, tajante y definitiva, que fue anunciada desde un principio, y que fue llevada sin ninguna cortapisa, hasta sus últimas consecuencias.
LÍDER VERTICAL
Frente a todo eso, no queda duda que Eviel Pérez Magaña y Héctor Pablo Ramírez Leyva serán los personajes que postule el PRI para ir a buscar el Senado de la República. El orden en que éstos aparezcan en la fórmula de candidatos, también será decisión definitoria del ex Mandatario. Y queda claro que aún careciendo del poder formal que tenía como gobernador del Estado, de todos modos Ruiz Ortiz será quien decida —nadie más— quiénes serán los candidatos por su partido que habrán de cubrir todos los espacios que hoy se encuentran vacíos.
Por todo eso, de algún modo tanto la prensa local como los actores políticos tanto del PRI como de otras fuerzas políticas, debían dejar de hacerse ilusiones falsas y comenzar a asimilar que su Líder real se fue, pero no se fue, y que de todos modos el poder seguirá estando concentrado en las mismas manos. ¿A poco no?
Hoy existe, por ejemplo, una aparente disputa interna entre Eviel Pérez Magaña y Ramírez Leyva. Sin embargo, más allá de las diferencias personales, políticas o partidistas que pudieran tener ellos en particular, queda claro que de todos modos uno y otro continúan girando en la misma órbita partidista y de facción. Y esa órbita tiene como centro de gravedad, justamente la figura del ex gobernador Ruiz.
En ese sentido, queda claro que ambos son sus amigos. Que ambos gozan de los afectos del ex Mandatario. Y que por tanto las señales enviadas durante el informe del diputado Ramírez el pasado fin de semana, no son sino indicadores serios y contundentes sobre la forma en cómo se decidirá este episodio en que, seguramente, más de uno sigue pensando que habrá condiciones democráticas o reglas de equidad para que todos compitan por candidaturas que de antemano ya están decididas.
No obstante, la decisión tajante del ex gobernador Ruiz no debe verse como un hecho consumado. A lo mucho lo será a nivel de partido. Pero deberán de tomar en cuenta que cada uno de sus personajes seleccionados —tanto para el Senado, como para las diputaciones federales), abreva una historia y una reputación como político, que es indisoluble de su respectiva persona. Ese será un fantasma que no dejará en paz a cada uno de los “elegidos”. Y según vimos en la elección de 2010, queda claro que no están exentos de perder.
DIPUTACIONES FEDERALES
Habrá que revisar con lupa la lista “palomeada” (que, más bien, fue decidida) por el ex gobernador Ruiz. Sin duda nos encontraremos con varias réplicas del ejercicio duro del poder, en el que éste no se consulta ni se acuerda con nadie, pero que termina postulando al menos viable de sus abanderados. ¿Quién sí podría salir avante de esa revisión?