Luchar contra inercias: ese sería verdadero cambio

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+ Cambios mínimos son sinónimo de mal diagnóstico

Ayer el gobernador Gabino Cué Monteagudo aseguró que iniciará el año próximo en la administración estatal, rodeado del mismo gabinete que funciona hasta ahora. Con eso, de algún modo atajó las versiones que habían corrido en los días previos —dichos provenientes, en muchos casos, de funcionarios estatales de primera línea—, pero también deja ver que la administración estatal no alcanza aún a tener un diagnóstico completo de qué problemas son los que están causando más conflicto en la administración estatal.
Fundamentalmente, desde el primer día de la presente administración, el Gobierno del Estado se ha enfrentado a dos problemas específicos: por un lado, el gabinete estatal fue conformado en base a un criterio de pago de cuotas —característico de los gobiernos entrantes, y más en uno conformado por una coalición de partidos, como el actual— y no de eficacia; y que esos funcionarios se toparon con una interminable lista de inercias que se seguían en la administración estatal, y respecto de las cuales, en la gran mayoría de los casos los nuevos funcionarios no tuvieron la capacidad o la experiencia para modificarlas.
Eso explica mucho de las fallas de la administración en este primer año de gobierno. Y es que, en éste, se combinaron la inexperiencia de muchos funcionarios, con la ventaja que tomaron muchos de quienes ya sabían perfectamente cómo funcionaban ciertos problemas, ciertos chantajes o ciertas inercias.
En base a ello, muchas organizaciones sociales, sindicatos, grupos de lucha social y comunidades indígenas, no sólo no dejaron de protestar (en aras de “la paz y el progreso”), sino que incrementaron el nivel de las manifestaciones, y la intensidad de las mismas. Buscaban, como se dice coloquialmente, “novatear” a los funcionarios que recién habían asumido, y en la gran mayoría de los casos consiguieron no sólo lo que pretendían, sino que en un sinnúmero de ocasiones lograron incluso más de lo que habían pedido.
Eso provocó que la llamada “curva de aprendizaje” de los funcionarios estatales fuera más dolorosa de lo común. El problema, en todo esto, es que hoy se supone que esa curva de aprendizaje ya se encuentra más a favor de los responsables de cada área del Gobierno del Estado. También se supone que a estas alturas ya están bien detectados los problemas que necesitan correcciones de fondo. Y también podría creerse que ya se tiene claro qué puntos deben abordarse de forma preventiva, para evitar los choques violentos que generen problemas y molestias a la ciudadanía.
Por ejemplo, es deseable que ya se tenga cierta previsión sobre los problemas “comunes” a los que se enfrentará el gobierno estatal en la primera mitad del próximo año. Uno de ellos, fundamental, es el relacionado con las respuestas que habrá de dar el Gobierno de Oaxaca al pliego que presente la dirigencia de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación; a los problemas que se susciten por la elección de autoridades en los municipios que se rigen por el sistema de usos y costumbres; al estiaje durante el periodo en la mayoría del territorio estatal, y a las previsiones que asimismo deben tomarse respecto a la temporada de lluvias, entre muchos otros temas.
Estos problemas, que integran una lista enorme de temas, son cuestiones que ocurren cada año y que ya debían ser una previsión para cualquier gobierno que se dice responsable. El problema es que aquí parece que a los funcionarios estatales, siempre les ha gustado redescubrir —y probar soluciones distintas— cada año los mismos asuntos que todo el mundo ya sabe que van a ocurrir.

MAL DIAGNÓSTICO
¿De verdad creerá la administración estatal que con los cambios habidos hasta el momento, es suficiente para “relanzar” la administración estatal? Porque queda claro que si se trata de seguir preservando los mismos equilibrios e intereses que lo llevaron a la gubernatura, entonces sí hay razón para asegurar que los anunciados recientemente, son todos los cambios que habrá en la administración estatal. Pero si de lo que se trata es de reforzar las tareas de gobierno y administración, entonces sí por necesidad debiera haber ajustes urgentes.
El criterio de las cuotas y de la infalibilidad de éstas debía comenzar a desecharse. Quedó claro que no sirvió de mucho que al integrar el gabinete de gobierno estatal, se incluyera a representantes de tribus perredistas, del Partido del Trabajo, de Convergencia, líderes sociales, profesores de la Sección 22 y de diversas organizaciones que tradicionalmente eran de presión al sector oficial, si de todos modos éstos no perdieron su altivez tradicional, y tampoco se manifestaron dispuestos a asumir que, por sus cargos, habían dejado de ser opositores y habían pasado a ser del sector gubernamental.
En el presente año, ¿cuántas manifestaciones, actos de presión, toma de oficinas y demás, no fueron encabezadas por organizaciones cuyos principales representantes se encuentran incluidos como funcionarios de primer nivel en la administración estatal? El cuotismo, como bien puede verse, no sirvió de mucho, si es que de preservar la gobernabilidad se trataba.
Por eso, ahora de lo que debiera tratarse cualquier replanteamiento natural de la administración estatal, es justamente de buscar mejores esquemas para hacer un trabajo más eficiente. Quedó claro que el gabinete es mucho más falible, y por tanto mucho más perfeccionable, de lo que hasta ahora se ha hecho. Ojalá haya pragmatismo y no se impongan los compromisos… o los caprichos.

CAMBIO NECESARIO
De los movimientos que el gobernador Cué realizó en su Gabinete, un cambio que trasciende es el del subsecretario de Egresos Hugo Félix Clímaco, quien parece una pieza clave para el Gobernador. Quienes lo conocen, saben que cuenta con una reconocida trayectoria profesional de más de dos décadas. Su desempeño ha sido equilibrado en los sectores público y privado. Hasta el año pasado, antes de integrarse al equipo de Gabino Cué, en la Secretaría de Hacienda, era responsable de estudiar y aprobar las asignaciones presupuestales de la Federación en el Sector Educativo, cuyo principal componente es el presupuesto de recursos humanos. No tiene el típico perfil de los tecnócratas financieros, pues además de su experiencia hacendaria estatal y federal ha creado y dirigido empresas en la economía real y lo caracteriza un excelente trato personal.

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