Arnaud: los costos de ser un arrebatado

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+ PAN: su contienda tendría más sustancia

 

Si alguien pretende saber cuán costoso puede resultar un arrebato, debía voltear a ver el ejemplo que ofrecen el PAN en Oaxaca y su ex militante, Pablo Arnaud Carreño. Ambos, hoy, saben que hacer las cosas sin pensar, puede tener costos insospechados para todos en el mediano y largo plazo.

En efecto, hoy casi nadie se acuerda que Pablo Arnaud Carreño fue el primer gran activo que tuvo Acción Nacional en Oaxaca dentro de la época de la alternancia partidista. Arnaud fue capaz de derrotar no sólo a la maquinaria tradicional de clientelismo priista, sino que con su empuje también derrotó al entonces gobernador Diódoro Carrasco Altamirano, que trataba de imponer como munícipe de la capital oaxaqueña a su tío, David Palacios García, quien fue vencido de modo avasallante por el panista.

Qué paradoja: hoy Carrasco Altamirano es candidato a Senador por ese Partido. Y éste, el blanquiazul, enfrenta una crisis de identidad y cuadros de tal magnitud, que éstas se reflejan claramente en la postulación del ex adversario priista, que fue justamente el primer gran damnificado de las victorias panistas en Oaxaca.

Qué poderosa es la falta de memoria entre los ciudadanos. Porque Arnaud fue el primer gran icono panista en la entidad, que avivó entre los oaxaqueños el aliento por el cambio. Éste hizo un gobierno municipal de aciertos importantes. Y eso le valió ser luego postulado como candidato a diputado federal, en donde su alto grado de aceptación por la ciudadanía lo llevó a aplastar al hoy secretario de Salud, Germán Tenorio Vasconcelos, que —ironías de este pragmatismo ideológico aberrante— entonces era abanderado del PRI para el distrito electoral federal que abarca la capital oaxaqueña.

Arnaud continuó acumulando activos en su paso por la diputación federal. Eso le valió ser luego aspirante a Gobernador por su partido. Dejó pasar en 2004 a Gabino Cué Monteagudo, a cambio de obtener mejores posiciones dentro de su partido, y que éste le permitiera años después a su esposa, Laura Bustamante Underowood, postularse también por una curul federal. Arnaud, pues, abrió brecha en la senda de la alternancia partidista en Oaxaca. Y mostró también un importante grado de disciplina al aceptar la primera postulación del hoy gobernador Cué, que desde entonces ya prometía derrotar al priismo en la búsqueda de la gubernatura del Estado.

El problema es que, tanto en el panismo como en Arnaud ganaron los arrebatos. Y finalmente, éstos vinieron a demostrar lo riesgosos que pueden ser éstos, cuando se dan en medio de un ambiente árido, en el que resulta que los puros se hacen conversos. Y todos terminan abonando al desprestigio del partidismo, de la ideología y de las supuestas convicciones que debieran tener los institutos políticos y sus militantes frente a las decisiones más trascendentales.

 

ARREBATOS COSTOSOS

El 27 de mayo de 2010, Pablo Arnaud Carreño anunció su renuncia al Partido Acción Nacional. En ese mismo acto, se pronunció a favor del candidato a Gobernador por el Partido Revolucionario Institucional, Eviel Pérez Magaña. Arnaud era entonces cónsul general de México en Caléxico, California, en los Estados Unidos. Tenía una posición privilegiada, en buena medida por su militancia panista y como una forma de retribución por lo hecho como primer gobernante de oposición en un municipio de Oaxaca.

Antes, en octubre de 2009, Arnaud había aceptado que tenía aspiraciones de convertirse en candidato a Gobernador por su partido, si es que se lograba la conformación de “una gran alianza” que impulsara la alternancia en la entidad. Dos meses después, en diciembre de ese año, las fuerzas de oposición presentaron a los que serían sus seis precandidatos. Fueron tres del PAN (Pablo Arnaud, Huberto Aldaz y Gerardo García Henestroza). Uno por el entonces Partido Convergencia: el senador Gabino Cué Monteagudo. Por el Partido Nueva Alianza fue presentada la ex secretaria de Gobierno, Irma Piñeyro Arias. Y por el PRD se presentó Carlos Altamirano Toledo.

El primer arrebato fue del PAN. Pues éste partido había prometido a sus abanderados, una contienda interna limpia con los otros partidos, en los que se respetaría el triunfo de quien resultara ser el mejor posicionado en las encuestas. Esa fue la finta con la que todos se fueron. Porque finalmente, en un arrebato de triunfalismo, el PAN dio por ganador a Gabino Cué Monteagudo, sin si quiera tomar en consideración a sus propios militantes, y sin tener tampoco el decoro para darles a conocer la decisión que cupularmente se había tomado a favor de Cué.

Los precandidatos panistas quedaron como una comparsa no sólo de quien finalmente fue designado como candidato a Gobernador, sino también de su partido. El PAN, al parecer, vio seguras las posibilidades de triunfo, y no reparó en las fracturas. Pero el enojo provocado en un arrebatado igual que su partido, como lo es Arnaud, lo llevó unos meses después, a declararse fuera del PAN y manifestarse a favor del PRI.

Los cálculos, entonces, eran inciertos. También lo es que los arrebatos de unos, no justifican las decisiones de otros. Pero hoy, a la distancia, qué falta de sustancia se ve el panismo de Oaxaca, que finalmente terminó postulando como candidato a Senador, a quien finalmente fue el blanco de las primeras derrotas panistas. Qué pocos cuadros tiene el panismo, que finalmente parece estar volviendo de la peor forma a su pasado no sólo para revivirlo, sino también para reconocerlo, e incluso hasta para postularlo.

Arnaud habría sido un excelente candidato a algún cargo público por el PAN. Por lo menos, él hubiera sido el referente que hoy les falta a todas las fuerzas coaligadas, respecto a la congruencia y la verdadera lucha por los cambios dentro de las estructuras gubernamentales y políticas. El problema es que el mismo PAN, y Arnaud, se encargaron de minar todas sus posibilidades, y de dejarse ver como poco preparados para algo más que la simple bandera del cambio.

 

VOLVER AL PASADO

Hoy, por ello, Arnaud está, sin posibilidad de retorno, fuera del PAN —y de la vida política de Oaxaca—. Pero por eso mismo, dicho partido tiene como sus mejores cartas no sólo a enigmáticos productos del reciclaje, sino que corona a sus enemigos postulando a personajes sin militancia ni compromiso, o a quienes trataron de hacer morder el polvo a los verdaderos panistas en el pasado.

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