+ Martín Vásquez rompe con los cacicazgos
Buena parte del desastre en que se convirtió la negociación por las candidaturas a las diputaciones federales y el Senado de la República en el Partido Revolucionario Institucional de Oaxaca, fue provocado por los mismos operadores que, se supone, tenían el deber justamente de generar los consensos, y no de confrontar a la militancia al grado de la ruptura. El resultado de todo esto no sólo impactó en las impugnaciones exitosas sobre más de la mitad de las postulaciones, sino que eso también abrió un boquete al poder de los fácticos Jefes Políticos del priismo oaxaqueño.
En efecto, es necesario ver con más detenimiento todo lo ocurrido en la última semana en el priismo oaxaqueño. No son gratuitos, ni fortuitos, los recursos de impugnación que fueron interpuestos ante los tribunales electorales de la Federación por las postulaciones del priismo oaxaqueño, como tampoco fue mera coincidencia que la lista de candidatos por la vía plurinominal asignada para Oaxaca sufriera cambios drásticos de último momento, y generara otra turbulencia entre los grupos de poder del tricolor en la entidad. Todo tiene una explicación.
Más allá de lo jurídico, las impugnaciones interpuestas a las convenciones distritales del priismo oaxaqueño tienen una motivación clara: que los operadores del Revolucionario Institucional, decidieron actuar simplemente aplicando las reglas tradicionales del priismo, que no toman en consideración que aquí ya no hay Gobernador ni un solo Jefe Político del PRI; que muchos grupos influyentes quedaron en cierto grado de orfandad, y que por esa razón hoy actúan con un margen mayor de libertad; y que por esa razón era necesario generar consensos para evitar las rupturas derivadas de la imposición.
El problema es que, tanto el delegado del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Arturo Osornio, como el entonces dirigente del priismo oaxaqueño, Eviel Pérez Magaña, decidieron aplicar sus normas como capataces, y no como operadores. Quizá su desbordante grado de soberbia, de insensibilidad o de indolencia, no les permitió ver que sus decisiones no podían ser tan verticales como antes, y que ante la falta de negociación y de convencimiento, lo que naturalmente ocurriría sería la interposición de recursos jurídicos por parte de los agraviados.
Esto, en particular, deja ver dos fallas enormes de esos dos supuestos “operadores” del priismo oaxaqueño. La primera radica en su indisposición para generar diálogo y consenso entre todos los factores del priismo, y conseguir candidaturas medianamente reconocidas por todos los grupos, aún por los perdedores (cosa que no ocurrió, por el afán de privilegiar los intereses de los tres Jefes Políticos del priismo —que no son otros que los ex Gobernadores).
Y la segunda, que es todavía más grave: Si sabían de antemano que sus determinaciones carecían de consenso, y que por tanto serían impugnadas ante los tribunales jurisdiccionales competentes, lo menos que debieron hacer es una pulcra construcción jurídica de sus expedientes, al menos con los requisitos mínimos que marca la ley.
El problema es que fallaron en la primera de las tareas (ante lo cual, incluso lo ilegal se convalida por la aceptación expresa de los directamente involucrados), y de ahí derivaron las impugnaciones. Y en esa tarea también perdieron, porque ni siquiera tuvieron el cuidado mínimo para no dejar jurídicamente endeble lo que, políticamente, habían construido de la peor manera posible.
Ese fue el primer legado fatal de Pérez Magaña y de Osornio, y de ahí derivó otra crisis en el priismo oaxaqueño, que posiblemente marque nuevos rumbos sobre el poder y la influencia real que tienen los Jefes Políticos sobre el partido, tanto en Oaxaca como en la Ciudad de México.
SALTARSE LAS JERARQUÍAS
Algo que provocó particular molestia entre los aliados del ex gobernador Ulises Ruiz Ortiz, no fue sólo que éste no fuera tomado en cuenta para la construcción de la lista de candidatos a diputados federales y senadores por la vía de la representación proporcional. Lo que, en realidad, les hizo más ruido y molestia, fue la aparición de los ex aspirantes a la Senaduría por Oaxaca, Martín Vásquez Villanueva y María de las Nieves García Fernández. ¿Eso qué tiene de trascendente?
Tiene de trascendente que su aparición en las listas de candidatos por la llamada “vía plurinominal”, en realidad no pasó por la aprobación de los notables del priismo oaxaqueño, y también fue una demostración fehaciente de que no todo el poder está depositado en los Jefes Políticos, y que, en ese sentido, el Comité Ejecutivo Nacional puede tomar determinaciones que rebasan esa supuesta influencia determinante que tienen sobre lo que ocurre en Oaxaca.
Y es que la inclusión de Vásquez Villanueva y de García Fernández en la lista de candidatos a diputados por la vía de la representación proporcional, fue tomada como una afrenta, que luego los aliados del ex gobernador Ruiz trataron de remediar amagando al Comité Nacional con renunciar a sus candidaturas y espacios partidistas, si se decidía la permanencia de Vásquez y García como candidatos plurinominales. Fue, de hecho, la reacción al por qué ellos sí habían sido considerados como abanderados, y no el Jefe de ese grupo político.
Lo cierto, en todo esto, es que hechos como ese —o como la permanencia de María del Carmen Ricárdez Vela en la dirigencia estatal del priismo, la cual tampoco pasó por la aceptación expresa de los Jefes Políticos— comienzan a demostrar las grietas que tiene la verticalidad que se ha seguido practicando en el priismo, y que hoy, sin un Gobierno que respalde y haga coercibles las decisiones políticas, simplemente parece que comienza a perder el vigor de otros tiempos.
CANDIDATOS CUESTIONADOS
Lo otro que queda demostrado con todo esto, es que quienes quisieron construir sus candidaturas a partir de la estructura del tricolor oaxaqueño, también están en entredicho. Hoy, nadie puede asegurar que verdaderamente sean las mejores opciones todos aquellos que fueron impulsados desde las estructuras tricolores. ¿De verdad hay sustancia política en Elizabeth Acosta López, que “creó” su candidatura desde la Secretaría de Gestión Social del PRI? La misma pregunta le acomoda al impresentable Alejandro Avilés Álvarez, o al mismo Eviel Pérez Magaña. ¿Es democracia o mero reparto? Ya el tiempo dirá.