PRD: ciudadanización de candidaturas, simulada

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+ Engaño a la ciudadanía, su “apertura a sociedad”

 

Si en política existe algo peor que el autoritarismo y la imposición, eso seguramente es la simulación y el autoengaño sobre el supuesto ejercicio de la democracia. Eso es lo que le ocurre en Oaxaca a los partidos que integran las llamadas “fuerzas de izquierda”, que no sólo están haciendo todo tipo de arreglos cupulares para imponer a sus intereses, sino que también están simulando apertura a la ciudadanía y democracia en los procesos internos, a través de los cuales están tratando de dirimir las postulaciones al Senado y las diputaciones federales.

En efecto, si desde el primer momento hubo sospechas de que tanto el Partido de la Revolución Democrática, como el Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano, estaban jugando a la democracia para luego legitimar la satisfacción de los intereses de los grupos y tribus que los integran, la carta hecha pública este sábado por el doctor Hugo Sarmiento, precandidato ciudadano a diputado federal por el distrito 08 de Oaxaca, no deja lugar a dudas.

En la misiva, publicada en la página 13 de TIEMPO, en su edición del pasado 17 de marzo, el doctor Sarmiento establece que decidió inscribirse como precandidato a diputado federal por Movimiento Ciudadano y el PRD, motivado por grupos de la sociedad e integrantes del gremio que él encabeza (la Sección de trabajadores del IMSS en Oaxaca), y por contar con un proyecto social definido. Sin embargo, el motivo de la carta es presentar su renuncia como precandidato por dichos partidos, aduciendo la falta de democracia en Oaxaca “en donde priva la manipulación política, de encuestas y voluntades, además de un desaseo político”.

¿A qué se refiere el doctor Sarmiento? A algo que muchos sospechábamos; algo con lo que también las dirigencias de los tres partidos han querido engañar a la sociedad; e incluso  con lo que algunos, sí se fueron con la finta. Es decir, con el hecho de que el supuesto “proceso democrático” para elegir a sus candidatos era una mera simulación (con todo lo que eso implica), y que finalmente todo habría de ser decidido como es su costumbre: imponiendo, repartiendo según los grupos y las cuotas; y pasando por encima, sin ningún pudor, de quienes sí exigen democracia en esos partidos.

Y es que, desde lejos podía verse —casi desde el primer momento—, que independientemente de las promesas de equidad y democracia en el proceso interno por las fuerzas de izquierda en Oaxaca, de todos modos era muy alta la posibilidad de que todo terminara definiéndose según sus viejas tradiciones de reparto y acaparamiento, y no de democracia.

Señales claras de esta última práctica —sin duda nociva para la democracia—, fueron los aspirantes que surgieron de la nada, prometiendo todo, y asumiéndose como “ciudadanos”, pero presumiendo al mismo tiempo apoyos tanto de la cúpula de esos partidos, de sus tribus, de sus parientes o parejas sentimentales que tienen cargos de dirigencia en ellos, e incluso de altos funcionarios y grupos políticos del Gobierno del Estado.

Todo eso se contraponía claramente con la supuesta democracia y equidad que privaría en la contienda, las cuales fueron motivación clara para que algunos ciudadanos auténticos, emanados de gremios o de la sociedad civil, se inscribieran para tratar de competir de forma democrática, someterse a muestreos específicos y tratar de conseguir una postulación a los cargos que estarán en juego en el proceso electoral federal del presente año.

 

DAÑO A LA DEMOCRACIA

Con todo esto queda claro que si hay algo peor que la antidemocracia, esto es la simulación de la democracia. ¿Por qué? Porque el autoritarismo, la imposición y el acaparamiento, cuando menos alientan a luchar por revertirlos, e incluso se convierten en la bandera de quienes sí quieren la democracia. Pero, ¿qué pasa con quienes prometen honrarla, y para ello hasta demuestran sus convicciones confeccionando procesos democráticos, reglas, equidad y competencia, pero que al final terminan traicionando todo para resolver la competencia según sus viejas y viciadas tradiciones partidarias?

El resultado de ello, sin duda, es el descrédito total a la democracia. Pues eso lleva a que tal práctica sea vista como un mero mecanismo de legitimación para los intereses de los actores determinantes, y también —y eso es lo más riesgoso— como una forma potencial de engañar a la sociedad de que ellos sí están siendo democráticos, cuando realmente están distorsionando todas sus promesas con tal de dar no lo que dice la mayoría, sino exactamente lo que quieren sus dirigentes.

En el caso específico del PRD y los partidos satélite que lo ronda, el intento no sólo es cuestionable sino también deficiente. Cuestionable por el hecho del engaño que realiza a quienes sí creyeron en su supuesta apertura interna a la democracia y a las expresiones ciudadanas, y decidieron participar de esos actos que finalmente lo único que han hecho es coronar la simulación. Y deficiente porque, según es su costumbre, para decidir los perredistas ni siquiera estuvieron dispuestos a guardar las formas mínimas que debieran seguir aquellos que pretenden imponer pero sin provocar rupturas y descontentos.

No lo hicieron así. Ellos prefirieron manipular, como dice el doctor Sarmiento, las encuestas y las voluntades, no para ayudar al aspirante más idóneo a conseguir la candidatura, sino para cumplir, de la forma más burda y desaseada, los caprichos e intereses específicos de sus cúpulas, y del gobierno al que siempre han servido. Qué lamentable es todo esto no para el PRD (o para el doctor Sarmiento, y para todos aquellos que invirtieron tiempo, ánimo, esfuerzos, dinero y capital político por creer en la promesa perredista), sino para la democracia.

 

MUCHOS RIESGOS

Finalmente, eso demuestra que partidos como esos, en estados como Oaxaca, son doblemente peligrosos. Son un riesgo para la sociedad por la impúdica antidemocracia que ejercen, pues no les da vergüenza siempre terminar postulando a personajes ligados a sus cúpulas de siempre, al margen de cualquier proceso democrático o de demostración de la aceptación o fuerza ciudadana que dicen tener. Pero también son un riesgo, porque según se puede ver, ellos no tienen temor, ni pudor, ni vergüenza, en asegurar públicamente que harán algo, y terminar traicionándolo también a la vista de todos. Su “proceso democrático” para elegir a sus candidatos a diputados federales en Oaxaca, así lo demuestra. Dios nos libre de esa “democracia”. 

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