Policías estatales infiltradas: “grieta” del federalismo

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+ Federación no abona a desarrollo similar de policías

 

Ayer, un alto funcionario del Gobierno de Estados Unidos de Norteamérica declaró a la prensa internacional que “las policías estatales y municipales de México están seriamente infiltradas por el crimen organizado”. Esto lo aseguró el subsecretario de Estado para el narcotráfico internacional, William Brownfield. Lamentablemente, no dijo algo nuevo, pero tampoco dijo algo que en realidad le preocupe a los poderes federales, que hacen muy poco por remediar esta situación.

El contexto no podía ser peor. Estas declaraciones se generaron a partir de la preocupación del gobierno estadounidense, luego de que las autoridades de Ciudad Juárez, Chihuahua ordenaran que dos mil 500 policías de la ciudad se hospedaran en hoteles en febrero después que pistoleros emboscaron y eliminaron a cinco policías. Al día siguiente aparecieron mensajes firmados por el nuevo Cartel de Juárez por toda la ciudad, que decían que iban a matar a un agente por día si el jefe de policía no renunciaba.

Ante esto, el Subsecretario dijo: “México eventualmente tiene que decidir cómo va a resolver el problema. Ya sea con el modelo colombiano, gastan mucho dinero en guardaespaldas”. Esto lo aseguró Brownfield tras precisar que la Policía Nacional colombiana destina cerca de 10 mil agentes —entre el 8 y 9% de su presupuesto total— a labores de custodia.

La nota, publicada por el periódico Excélsior, dice que “Brownfield señaló que las policías estatales y locales dan la percepción de que son parte del problema y no de la solución, aunque aclaró que a nivel de ‘las fuerzas federales han superado eso’. ¿Construirán comunidades separadas para policías, fiscales y jueces para que puedan darle protección dentro de las comunidades? ¿Harán (con los agentes estatales y locales) como hacen actualmente con los federales, que los rotan cada tres o seis meses para que no puedan ser identificados o atacados?”, planteó el funcionario.

Y, en otra parte de la información, señalaba lo siguiente: “Al ser una federación, igual que en Estados Unidos, el 90% de los fiscales y cortes en México corresponden a las instancias estatal y local. La infiltración es un problema muy serio, pero en las instituciones federales es actualmente menor que en las estatales y locales”, señaló.

Todo esto debemos verlo en una perspectiva más cercana de lo que parece. Porque lo que dice el Gobierno de Estados Unidos es tan cierto como los problemas que todos los días tenemos en todo el país: Las Policías Estatales, y las Municipales, en todo el país, no reciben el monto de inversión que, proporcionalmente, debiera corresponderles en relación a la cantidad de dinero que destina el gobierno federal para su policía.

Pero también debiera haber más atención, desde todos los frentes, para que todo lo que se encuentra alrededor de la persecución del delito fuera también modernizado y puesto acorde a las necesidades que tiene el país en materia de seguridad pública. Sin esos elementos, lo único que puede esperarse es mayor rezago y mayor impunidad en todo lo que respecta a la justicia.

 

ESTADOS, OLVIDADOS

Uno de los elementos clave del federalismo radica en el desarrollo igualitario y proporcional de todas las partes integrantes. Se supone, pues, que Estados independientes se unen en una Federación para proporcionarse mayores posibilidades de bienestar. ¿Qué tiene que ver eso con el tema que hoy nos ocupa? Si el federalismo mexicano fuera real, entonces, sin necesidad de haber una policía nacional, sí habría corporaciones policiacas independientes, eficaces, confiables y, sobre todo, capaces de cumplir con las tareas que le encomiendan la Constitución y las leyes.

Y es que, en efecto, tal parece que buena parte de las policías estatales y municipales son más parte del problema que de la solución, en los temas de seguridad que agobian a nuestro país. Para el gobierno federal siempre es muy fácil descalificar a las policías estatales y tildarlas de no confiables, de corruptas y de poco eficaces. Pero en realidad, habría que ver cuántos recursos le destinan los tres ámbitos de gobierno a sus corporaciones, y qué grado de responsabilidad tienen con este tema en general.

En ese sentido, debemos entender que si la de la seguridad pública es una facultad constitucionalmente concurrente entre los tres ámbitos de gobierno, es justamente porque es uno de los temas que implica mayor sensibilidad y atención por parte de todas las autoridades, y porque es un imperativo que la ciudadanía exige siempre, en todo momento, a todas sus autoridades. Si esto es así, entonces la inversión debiera ser también concurrente y los avances en todos los rubros debieran tener ese mismo destino.

El problema es que no es así. Porque mientras las entidades federativas invierten cada año varios puntos porcentuales en sus corporaciones de seguridad, el gobierno federal apenas si invierte uno o dos puntos al millar, para atender las corporaciones policiacas estatales y municipales. La falta de inversión, en todo esto, es lo que genera que los policías estatales y municipales no ganen lo suficiente; que no tengan la suficiente infraestructura y armamento, y que todo eso los convierta en presa fácil de los criminales organizados que, o los cooptan para ponerlos a su servicio, o los matan con toda facilidad.

Por eso el gobierno de Estados Unidos no se equivoca cuando dice que estas corporaciones son parte del problema y no de la solución de la inseguridad y la violencia. Pero tampoco lo hace cuando señala que todo lo demás del aparato de procuración de justicia también tiene serios rezagos. Los fiscales (ministerios públicos) y los jueces locales también corren ese mismo problema, derivado de las mismas deficiencias: bajos salarios, bajos niveles de control, nulas pruebas de confiabilidad y excesiva vulnerabilidad a las tentaciones o a la violencia criminal que es impune.

 

PROMOVER IMPUNIDAD

¿Cómo pensar en que de verdad se protege a los ciudadanos con esas deficiencias, que son estructurales? Por eso esto es un círculo vicioso: porque el gobierno federal descalifica a las corporaciones estatales y municipales, pero hace poco para rescatarlas. Éstas quieren hacer más de lo que pueden, pero no tienen dinero para mejorar sus condiciones. Y el gobierno estadounidense, como buen fiscal de todo, ofrece menuda ayuda exhibiendo estos problemas que ya debieran estar atendiendo los tres niveles de gobierno. Pero no lo hacen.

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