Cuotas de género: muestra de atraso partidista

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+ Mujeres y jóvenes deben participar en igualdad

 

Una de las “innovaciones” que contiene el nuevo Código de Instituciones Políticas y Procedimientos Electorales del Estado de Oaxaca (CIPPEEO), es el establecimiento del principio de “paridad de género”, a través del cual se pretende que al menos el cuarenta por ciento de todas las postulaciones partidistas a cargos legislativos estatales sean para mujeres. Este supuesto avance, en realidad no hace más que revelar el grado de atraso que tienen los partidos políticos oaxaqueños en su civilidad y prácticas internas reales; y en el mediano plazo, revelará también que su falta de apertura para el ejercicio de la política los llevará a una crisis de cuadros (mujeres) no sólo con posibilidades de ser postuladas, sino de ganar una elección.

En efecto, el numeral 7 del artículo 153 del recién aprobado Código Electoral oaxaqueño establece que “De la totalidad de solicitudes de registro, tanto de las candidaturas a diputados por ambos principios que presenten los partidos políticos o las coaliciones ante el Instituto, deberán integrarse con al menos el cuarenta por ciento de candidatos propietarios y suplentes de un mismo género, procurando llegar a la paridad de género.”

Esta disposición constituye la oficialización de un raro tipo de discriminación que, aunque inicialmente se aprecia como positiva, en realidad es también un reconocimiento de la incapacidad de los partidos para generar una práctica paritaria entre hombres y mujeres, e incluso también la proclividad de ciertos grupos minoritarios por querer ganar los espacios a través de cuotas, y no de competitividad y trabajo electoral real.

Y no. No se trata de ser triunfalistas, como tampoco de simplemente ubicarse en el ámbito de lo políticamente correcto, o incluso del pesimismo, sin apreciar en toda su magnitud la realidad política que nos rodea en Oaxaca. Y es que si inopinadamente nos ubicamos en la primera de las hipótesis, podríamos decir —lejos de cualquier intento de análisis— que con esa disposición establecida en el CIPPEEO las mujeres ganarán los espacios que hasta ahora les han negado los hombres que controlan los partidos y las postulaciones en la entidad.

Si nos inscribimos en esa postura, entonces estaríamos diciendo que el siguiente paso tendría que ser el del establecimiento de una cuota para jóvenes, y después diríamos, al ser conseguida, que ese habría sido el último paso para conseguir una democracia plena… hasta que buscáramos incluir a la vida partidista y legislativa, a otro sector minoritario. Sin embargo, estaríamos claramente equivocados. El hecho de que el Código Electoral haya establecido una cuota de género, apenas si nos sirve para corroborar el grado de atraso real que tiene nuestro sistema político y de partidos. ¿Por qué?

Porque, en primer término, algo tan potestativo y libre como la vida interna de los partidos, y sus definiciones, ahora se verá determinada por obligaciones legales que deberán cumplir, independientemente de que existan o no los espacios para la participación de las mujeres en los asuntos partidistas y el trabajo proselitista o, lo que es peor: que más allá del hecho material de que en los partidos políticos haya no sólo mujeres suficientes, existan también féminas capaces de aportar lo necesario para la vida pública de la entidad, y no sólo ser parte de una cuota que sirva para cumplir un requisito legal, y para ocupar espacios en las Legislaturas sin productividad ni propuestas.

 

DEMOCRACIA E IGUALDAD

En todo esto, el primer paso deberá constituir en fortalecer la vida democrática al interior de los partidos. Pensemos no sólo en partidos como el Revolucionario Institucional, Acción Nacional o el de la Revolución Democrática, sino en fuerzas claramente testimoniales como el Partido del Trabajo, Movimiento Ciudadano o el Partido Unidad Popular. ¿A cuántas mujeres les permiten esas fuerzas políticas la participación no sólo en el trabajo territorial, sino que les permiten el privilegio de las postulaciones?

En el caso de los llamados partidos grandes, la participación de las mujeres en política es más o menos tolerante, y tolerada. Sin embargo, la propia realidad nos indica que en esos partidos el grado de apertura hacia las mujeres no es el deseable. Y no sólo porque éstas tengan pocos espacios, sino porque hasta ahora los partidos en general han fracasado terriblemente en la posibilidad de generar simpatías entre los distintos sectores de mujeres que podrían tener una participación destacada en la vida pública. Por eso, en los partidos son pocas las mujeres que participan; difícilmente existen relevos generacionales entre ellas; y de las que participan, muy pocas tienen la capacidad real para ser competitivas y de ganar comicios en igualdad frente a otra mujer u hombre.

Si eso sucede en los partidos grandes, lo que pasa en los partidos “morralla” es aún peor. En ellos, ni siquiera existe la discusión sobre las cuotas de género o sobre la necesidad de participación de las mujeres, porque éstos evitan generar simpatías entre más personas que no sean las que integran el grupo dominante y, en la práctica, el único que existe en el partido.

Pensemos, por ejemplo, en el Partido Unidad Popular, que hasta donde podemos recordar no había realizado postulaciones de mujeres a cargos relevantes de elección popular, hasta que, más por rentabilidad electoral que por tener auténtico convencimiento sobre la apertura de la política a las mujeres, abanderó a María de los Ángeles Abad Santibáñez como candidata a la gubernatura del Estado.

Eso, aun cuando no es mucho, es lo más que se puede decir de los partidos pequeños, que han evadido, y se sienten ajenos a este tipo de disposiciones. Lo que demuestran todos, en el fondo, es que su alto grado de cerrazón y antidemocracia genera las condiciones necesarias para que en la ley se obligue a algo que debía ser natural.

 

¿CUOTAS O CUALIDADES?

Las mujeres, los jóvenes, y todos, debían tener igualdad y equidad de condiciones para participar en política con las mismas posibilidades. Sus cualidades principales no se encuentran en el género, sino en sus capacidades políticas e intelectuales, y en la sensibilidad y fuerza que puedan tener para defender las causas de todos. Creer que los espacios se ganan sólo por cuotas es tanto como resignarse a la incapacidad natural. Y, en un cierto paternalismo, sentarse a esperar a que la ley les dé lo que ellos no pueden conseguir.

1 COMMENT

  1. Lamentable, pero necesario. Ahora a ver si “Los favores políticos” no terminan con un “pues pon a la señora de tal o cual”… Porque en vez de avanzar a favor con esta iniciativa de equidad, se puede retroceder en lo que a desarrollo del genero respecta. Buen día!

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