Elba pondrá a prueba a las instituciones

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+ Este es más que “politización de justicia”

 

El encarcelamiento de la presidenta nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, pone a prueba mucho más que la sola resistencia y fortaleza política del naciente régimen del presidente Enrique Peña Nieto. Más allá de los entretelones de la polémica nacional, y de los juicios del tribunal popular y de la opinión pública, es evidente que queda una enorme prueba para las instituciones del país. El reto es hacer justicia. Y eso implica someter a todo el aparato de justicia a una prueba de ácido que hasta ahora no se conocía en nuestro país.

En efecto, cuando la noche del pasado martes el procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, anunciaba la aprehensión de la dirigente magisterial, señalaba que lo hacía en base a una investigación que inició apenas en el mes de diciembre de 2012, en la que participaron el Servicio de Administración Tributaria y la PGR. Afirmó que habían hecho un análisis a dos de las ochenta cuentas bancarias que tiene ese Sindicato, y que lo indagado era apenas el 10 por ciento de todos los movimientos de dinero que eran susceptibles de presentar irregularidades.

Eso sin embargo, aceptaba el Procurador, era suficiente para tener indicios claros de la comisión de delitos. Y la fortaleza de la Averiguación se sustentaba en el hecho de que ésta había sido ya consignada a un juez federal, y éste habría librado una orden de aprehensión en contra de la maestra Gordillo, que había sido ejecutada la misma tarde del martes, cuando ella concluía un vuelo privado desde los Estados Unidos en el aeropuerto de Toluca.

La noticia corrió como reguero de pólvora y la polémica llegó de inmediato. En una extraña alineación de fuerzas, toda la opinión pública se ciñó de inmediato a una sola línea: la de la indignación por los movimientos bancarios y la ostentosidad de la vida de la maestra Gordillo, la adhesión (tácita, pero incondicional) a las acusaciones que le formulaba la PGR, y la afirmación, a priori, de que ella es culpable de los delitos que se le imputan.

Tal postura se entiende desde el criterio político, desde el cual —seguramente— desde las altas esferas del poder presidencial solicitaron a los principales medios informativos adherirse a esa línea, y muchos otros lo hicieron simplemente por estar convencidos de que la Profesora debía caer en algún momento, y porque en esto encontraron el momento perfecto para ver realizado ese deseo.

Por eso, desde la misma noche del martes hubo una sola línea: la de repetir hasta el cansancio las acusaciones del procurador Murillo Karam; la de exhibir los lujos y la ostentosidad con la que vivía la profesora Gordillo; la de hacer recuentos interminables sobre su vida pública, sobre sus desencuentros con la opinión pública, y sobre la fiereza de su liderazgo dentro del sindicato magisterial; e incluso sobre sus escándalos personales, sobre sus hijos, sobre el partido político que creó y sobre la asombrosa supervivencia política que le permitió ser una líder de la vida pública durante casi cinco lustros como presidenta del Sindicato más grande de América Latina.

 

EL TRIBUNAL POPULAR NO ES JUSTICIA

Ahora bien, pensemos en lo siguiente: si bien ante el Tribunal de los medios, el de la opinión pública, e incluso el popular, Elba Esther Gordillo ya es responsable por los delitos que se le imputan, lo cierto es que en el terreno de la justicia real, la constitucional, ella sigue siendo inocente y por ende debe tener tan garantizadas sus garantías fundamentales como sí lo tuvo el gobierno federal para acusarla. Aunque esto suena a defensa, en realidad lo que intentamos es fijar esta discusión también en el ámbito de la justicia, para que no sólo se quede en lo que dice u opina la mayoría, o en las sentencias que se pueden generar a través de las pantallas de la televisión y no de los tribunales.

¿Por qué es importante y, sobre todo, por qué afirmar que este caso pone a prueba a todo el aparato de justicia del Estado Mexicano? Porque en estricto sentido, lo que veremos a partir de ahora será una intensa batalla judicial, en la que se medirá la capacidad de la defensa de la profesora Gordillo, frente al sostenimiento de las acusaciones que ya formuló en su contra el Estado mexicano.

Conseguir una orden de aprehensión y encarcelar a alguien, es menos complicado que sostenerlo en prisión pasando por el tamiz de la revisión de las distintas instancias judiciales, y también hacerlo de cara a la sociedad mexicana. Hace 23 años, orquestar el “Quinazo”, y mantener en prisión a Joaquín Hernández Galicia fue mucho más fácil, que hoy intentar hacer lo mismo (una manipulación abierta de la justicia) con la profesora Gordillo. A finales de los 80s no existían las garantías judiciales efectivas, ni la apertura que hoy existen. Y México no estaba sometido con tanta intensidad al escrutinio de los tribunales e instancias internacionales de protección de los derechos humanos, como sí lo está ahora mismo.

Por eso todo el aparato está a prueba. Estará a prueba la PGR para tener la capacidad de sostener, técnica y jurídicamente, las acusaciones que formula y  basarlas en pruebas y no en la fuerza política del poder presidencial. Estarán también a prueba los tribunales de justicia federales, que tienen el deber, como nunca, de ser escrupulosos para dictar justicia de manera imparcial (independientemente del costo que eso tenga) a una mujer que de antemano ya es considerada como culpable ante el tribunal de la opinión pública y de la mayoría de los mexicanos, pero no ante la justicia como tal.

Finalmente estará también a prueba la misma sociedad mexicana, que deberá demostrar si tiene capacidad para entender los nuevos tiempos que vive este país, y entender la forma en que se conduzca este proceso. El golpe fue espectacular, y el momento de la desarticulación de esos poderes fácticos es espléndido. Sin embargo, el péndulo de todo esto radica en la justicia. Y ésta puede o no dejar satisfechos a todos cuando realmente se conozca la verdad, probada, de todas estas acusaciones.

 

¿Y LA 22?

El magisterio de la Sección 22 no está tan contento, como pensaríamos. ¿Por qué están en alerta? Porque saben que el fantasma de la justicia sobre Elba Esther Gordillo pende sobre ellos como Espada de Damocles. En otros momentos sería día de fiesta. Pero hoy lo malquerientes de Elba están tan aterrados como ella, que ya está en prisión.

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