Oaxaca de Juárez debe ser vista como urbe
Aunque formalmente Oaxaca de Juárez dejó de ser la sede de los poderes del Estado, su importancia como capital del Estado es indiscutible no sólo en lo político y administrativo, sino también por los enormes problemas que presenta en conjunto con los municipios aledaños, que han sido absorbidos por el crecimiento urbano. Hoy que estamos en el momento de las definiciones partidistas sobre quiénes serán los candidatos a convertirse en autoridades, los oaxaqueños esperamos no sólo disputas o grillas, sino un conjunto de propuestas sobre cómo abordar esos problemas de fondo que enfrenta nuestra ciudad.
En efecto, una capital es la ciudad que tiene la preeminencia en un campo social, cultural, económico o de otra índole en un Estado. En nuestro caso, Oaxaca de Juárez es la ciudad más importante de la entidad no sólo porque aquí se concentra la mayor actividad administrativa, económica y política de la entidad, sino también porque a diferencia de casi todos los demás estados (en los que existen por lo menos dos o tres ciudades de similar importancia que su capital), en Oaxaca no existe otra población con un nivel de desarrollo similar al de la capital.
Esto significa un reto de multiplicadas dimensiones para la capital oaxaqueña. Pues en primer término, el hecho de que en la entidad no haya otra ciudad con un desarrollo e importancia similar al de Oaxaca de Juárez, no significa que ésta última sea una ciudad desarrollada o con sus problemas urbanos, sociales, económicos y administrativos ya resueltos.
Y si esto es en sí mismo grave, todo se acentúa cuando reparamos en el hecho de que hoy el rumbo que lleva toda la zona metropolitana de Oaxaca es de total abandono e indolencia frente a sus problemas. Hace muchísimo tiempo que la capital no cuenta con un proyecto urbano, con obras de gran calado, e incluso con orden. Y ese es el ingrediente fundamental de los problemas agravados que hoy enfrenta.
En Oaxaca de Juárez no ha habido proyecto, y por eso todos los que han sido presidentes municipales en los últimos lustros han venido a hacer únicamente lo que se les ha ocurrido. Cada uno de ellos, al margen de su extracción partidista, su formación personal o profesional o sus intereses políticos, ha prometido reinventar la capital, sacarla de sus problemas y llevarla a una situación de mejoría, aunque lo único que han logrado es profundizar los conflictos que aquí se padecen.
Y es que Oaxaca enfrenta problemas muy concretos. Por ejemplo, tiene graves problemas de inseguridad que siguen sin ser resueltos. Tiene también un grave problema de rezago en su planeación urbana y en el desarrollo de alternativas para las vialidades, peatones, ciclistas y automovilistas. El transporte público es una asignatura prácticamente anulada; hay un conjunto enorme de problemas de salud pública que a nadie le importa resolver. Y, por la combinación del desinterés, la incapacidad y la desidia a la hora de enfrentar a los poderes fácticos, aquí los giros negros, el ambulantaje, la pillería y hasta la delincuencia organizada han tomado el control de la vía pública en casi todas sus vertientes.
Es gravísimo, por ejemplo, que en Oaxaca de Juárez no haya control de las zonas públicas, los parques, los jardines, las banquetas, las plazas públicas y hasta las calles. Unas pertenecen a los ambulantes, otras a la prostitución, algunas más a los giros negros. Y qué decir de todos los espacios que se encuentran en manos de grupos o personajes oscuros que quieren todo menos el imperio del orden.
PROBLEMAS ¿INVISIBLES?
El otro gran problema que enfrenta Oaxaca es que sus problemas se han extendido en la misma proporción que ha crecido la capital y se ha ido internando en los mal llamados municipios conurbados. Hoy muchos de esos problemas antes descritos son una preocupación ya no sólo de quienes habitan la capital, sino también de quienes viven en los más de veinte municipios que son considerados ya como parte de lo que debería ser una zona metropolitana de Oaxaca, pero que por la misma visión corta de las autoridades (y la mediocre exigencia de los ciudadanos) no han dejado de ser sino anexos a la ciudad, que bien podrían ser su patio trasero.
¿A poco no Xoxocotlán, Santa Lucía del Camino, Yatareni, Tlalixtac o San Jacinto Amilpas, tienen una importante actividad económica basada en todo lo que no puede hacerse de forma abierta en la capital? ¿A poco no en muchos de esos municipios se encuentran muchos de los problemas de prostitución, giros negros, venta de sustancias prohibidas y demás que no pueden existir de forma franca en Oaxaca de Juárez?
Sobre todo esto, ¿qué propuesta de solución tienen los que aspiran a ser autoridades municipales tanto en la capital como en los municipios conurbados? Porque lo fácil es decir que Vamos por Oaxaca (o alguna de esas frases cargadas de demagogia, pero vacías en cuanto a contenido) pero sin tener una noción clara de qué se debe hacer para resolver sus problemas. Se puede pensar en llegar a la alcaldía de la capital para luego brincar a una diputación, una senaduría o la candidatura a Gobernador. Pero también, y sobre todo, debería pensarse en llegar a ese cargo para hacer algo por Oaxaca.
Ninguno de los problemas de Oaxaca es caso aislado, porque Oaxaca de Juárez no es una isla ajena a otras poblaciones, a otros vicios o a otras prácticas. ¿Qué queremos los oaxaqueños de esos hombres y mujeres que aspiran a gobernar esta enorme mancha urbana que hoy parece una tierra sin ley? ¿Qué esperamos de esos que piden nuestro voto, pero sin comprometerse a nada a cambio de eso? Nosotros los ciudadanos deberíamos ser más exigentes. Pedirles a los candidatos menos demagogia y más seriedad. Menos ambiciones y más trabajo. Menos eslóganes y más propuestas. Menos intereses electorales y más visión de Estado para enfrentar ese conjunto enorme de problemas que hoy tienen a Oaxaca en un bache, del que no parece poder salir en el futuro cercano.
SANTA LUCÍA DEL CAMINO
Ese municipio ha sido golpeado, desde varias administraciones atrás, por las ambiciones de distintos grupos. Sus peleas terminan arrodillando al municipio y deteniendo cualquier posibilidad de progreso. Se ha visto la incapacidad del PRI y de la oposición, a la hora de gobernar. ¿Repetirán la historia? ¿Lo hará la coalición con un gobierno de caos, como el actual? ¿O lo hará el PRI, que sólo busca imponer a un desconocido (Fortunato Mancera) para repetir la historia? Santa Lucía merece algo mejor