+ Gobierno, ante dinámica que no puede parar
A Mónica, con todo
el amor del mundo
No hay sorpresas en la respuesta de la Sección 22 del SNTE a la propuesta del gobierno estatal respecto a su pliego de demandas, y tampoco la habrá cuando decreten el paro indefinido de labores. Al margen de la insuficiencia de las respuestas oficiales, lo cierto es que el propio magisterio democrático está metido en una dinámica imparable que irremediablemente apunta hacia el radicalismo. Al comprender este proceso, podremos también asumir que el paro, el plantón y todos los demás mecanismos de lucha del movimiento magisterial estarán presentes a partir de los próximos días, y cada año, hasta que haya algo que cambie el curso de la radical dinámica magisterial.
En efecto, desde el pasado 30 de abril el gobierno de Gabino Cué Monteagudo entregó a la Sección 22 la primera respuesta oficial a su pliego de demandas. Esto ocurre en el marco de la reciente reforma constitucional en materia educativa, de las protestas de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación en varias entidades de la República, y del anuncio del gobierno federal de no permitir mayores negociaciones paralelas entre la Federación y el SNTE, y entre las secciones magisteriales y los gobiernos estatales. Eso, de entrada, determina la negociación de este año a ser un callejón sin salida si no se dan condiciones específicas para un arreglo excepcional.
Ese arreglo excepcional, según queda claro, no llegará. Es decir, que en este contexto ni la CNTE claudicará en sus demandas de derogación de la reforma educativa; ni el gobierno federal brindará atención extraordinaria al gobierno de Oaxaca para conducir su propia negociación con el magisterio democrático; a su vez, la Sección 22 del SNTE no tiene entre sus planes el de regresar a las aulas con menos de lo que han obtenido en años anteriores, o sin conseguir los dividendos políticos que ya planean. Y, en resumen, no pasará nada extraordinario que pueda hacer cambiar el curso irremediable del inicio de las hostilidades, el cierre de escuelas y la toma de la capital oaxaqueña a manos del magisterio.
Y es que en esto hay inercias que no han podido ser cambiadas. Una de ellas, fundamental, es la de la tormentosa relación entre el magisterio de la Sección 22 y el gobierno estatal. Ellos, al margen de la reforma educativa y de la modificación del escenario nacional que consiguió el gobierno federal al aprobar la reforma educativa y descabezar al gordillismo en el SNTE, continúan teniendo la misma relación tirante y condicionada de siempre. En este sentido, el gobierno estatal no ha podido romper la inercia de actuar siempre en función de lo que les determina la 22. Es ésta la que siempre pone las condiciones y los plazos de la negociación. Y le guste o no, el gobierno únicamente consigue modificar esas condiciones sobre la marcha, pero sin tener nunca una posición determinante respecto al qué o al cómo se negocia.
En esa misma lógica, la Sección 22 continúa teniendo una dinámica perfectamente establecida que, en los hechos, la hace estar de forma permanente en su propio callejón sin salida. Y es que la horizontalidad de sus órganos de decisión, y la proclividad de sus grupos dominantes de estar ceñidos a las posiciones radicales, los hace estar siempre, y aún cuando eso no les convenga, ajustados a los parámetros más radicales que pueden subsistir. Si el movimiento magisterial se conformó para luchar, entonces por eso ellos siempre buscan el argumento o la posición que les permita seguir estando en contra. No hacerlo, implicaría dejar de luchar. Y estar en esa posición significaría la terminación de su movimiento. Por eso nunca dejarán de hacerlo.
DINÁMICA DE CANIBALISMO
Al interior de la Asamblea Estatal de la Sección 22 del SNTE hay una dinámica permanente que los llama a la lucha. Esto, como lo apuntábamos en líneas anteriores, se explica porque el movimiento magisterial es un movimiento de lucha. Y dejar de luchar implicaría dar por terminado el movimiento. Por eso siempre van encaminados al radicalismo. Y ese radicalismo se traduce en ver cumplidas todas sus demandas so pretexto de accionar violentamente de no lograrlo, e incluso de movilizarse y presionar de forma “preventiva” para evitar que sus acciones puedan no ser tomadas en serio.
Eso explica mucho de la dinámica magisterial. Ninguna dirigencia, ningún grupo representativo, y ninguna corriente al interior del sindicato podría decirse satisfecha con las respuestas o el trato que les da el gobierno, porque de hacerlo, de inmediato sería tachada de apostasía, de traición al movimiento o —por decir lo menos— de haber perdido el espíritu de lucha.
Eso lo hacen a partir de ciertos postulados de lucha, pero también porque el propio magisterio ha comprobado a lo largo de sus más de treinta años de lucha, que la posición radical es la más popular dentro del movimiento, es la más seguida y es la que permite posicionar o conservar la influencia que se tiene dentro del sindicato. Por eso, mientras más radicales son, más ganan posiciones.
Por eso mismo, mientras más radicales sean sus posiciones, más se afianzan los grupos que controlan el sindicato. Y eso es también lo que explica por qué la dirigencia magisterial es siempre la primera que defiende y antepone esas razones radicales a cualquier interés o conveniencia de dar por terminada una jornada de lucha. Al final, como puede verse, el radicalismo dentro del magisterio es por sobrevivencia política.
Eso es lo que explica por qué, en un año tan particular como éste, finalmente sean los radicales quienes se impongan, y todo termine en el “tradicional” paro indefinido de labores, en el plantón en el zócalo de la capital oaxaqueña, y en un conjunto de manifestaciones que posiblemente se den dentro o fuera del Estado. La dirigencia magisterial buscará sobrevivir. Y la única forma de hacerlo es a través de sostenerse y reforzarse en sus posiciones radicales. Esto es así, aunque el escenario sea apocalíptico —una vez más— para Oaxaca.
OTRA FARSA
La elección de los integrantes de la Comisión Estatal de Arbitraje Médico pasó casi desapercibida por razones obvias: si los diputados ya fueron capaces de simular independencia y responsabilidad para elegir de entre los peores candidatos posibles a quienes encabezan el Instituto Electoral, la Comisión de Transparencia y Acceso a la Información, la Defensoría de los Derechos Humanos y la Auditoría Superior, no había razón para pensar que ahora fuera distinto. Y lo dicho. Por eso ya nadie tomó importancia a esa elección.